El partido de España antes de un clásico suena igual que los cuartos antes de las campanadas. La Eurocopa está a la vuelta de la esquina, una esquina tan lejana en plena vorágine liguera que hasta un España - Inglaterra se viste con trajes anodinos.

Al Rico Pérez cada vez llegan más de refilón partidos de esta envergadura, por lo que Alicante no quiso pasar la ocasión de demostrar que es una ciudad de tradición futbolera. El rojo y el amarillo impregnaron el estadio herculano (salvo el fondo sur repleto de hooligans ingleses), que durante una noche volvió a vestir de esmoquin.

Como en anteriores concentraciones, la gracia estuvo en medir los decibelios contra Piqué, tirar un poco más de arenilla en la tumba de Casillas o analizar con ojo de sastre como le queda el rojo a Diego Costa. Del Bosque alineó a los tres, quién sabe si para dividir el foco mediático o porque simplemente también le va la marcha a pesar de su aspecto de no haber pisado discoteca en las últimas tres décadas.

Yo me inclino más por la segunda opción, porque el seleccionador acabó de condimentar la previa alineando a los cinco jugadores del Barça que había convocado (Piqué, Bartra, J.Alba, Cesc e Iniesta) y dejando en el banco al único madridista de la lista (Nacho), que no participó ningún minuto; munición para excépticos antes del Bernabéu.

Hart y Casillas estrecharon guantes en el sorteo de capitanes y el balón echó a rodar a la espera de la primera intervención del tres blaugrana, que volvió ser blanco para aficionados de silbido ágil aunque cada vez menos originales, a diferencia de los seguidores ingleses que se unieron a la fiesta entonando un ¡"Piqué, Pique"! cada vez que el balón rondaba por la defensa española. El barcelonista, posteriormente, acabaría siendo coreado por el Rico Pérez tras una buena acción en la segunda parte.

Con los focos apuntando al catalán a todos pasó desapercibido que el partido comenzó siendo un tostón. Inglaterra aprovechó la lenta circulación de los de Del Bosque para provocar pérdidas y tímidos acercamientos que no llegaron a medir el estado de forma de Iker.

Precisamente fue Piqué el que desperezó a la selección tras un robo de balón que él mismo se encargó de concretar disparando ligeramente desviado de la meta de Joe Hart; el siguiente en salir a escena fue Costa (motivado ante el país que le abuchea cada semana), quién intentó embarullar el partido provocando un córner que apunto estuvo de enjaular Busquets en la red británica.

La propuesta de inglaterra fracaso, dejando ver un combinado que se asemeja a la España de hace unos años (antes de ser campeones), muy envalentonada pero llegando a las grandes citas con tanques de juguete.

Lesión de Thiago

Como en los últimos partidos internacionales, el corazón de algunos entrenadores se paró al ver caer y pedir el cambio a un jugador nacional. Esta vez imagino a Guardiola torciendo el gesto desde Munich ante la enésima recaída de Thiago, que ahonda en la maldición del apellido Alcántara que en alemán debe significar "lesión".

A partir de la desafortunada acción y el ingreso de Cazorla el partido se abrió, con claras ocasiones para Alcácer, que cruzó en exceso un perfecto envío de Iniesta, y Diego Costa, que buscó el efecto para batir a Hart pero se quedó corto de rosca. Inglaterra también lo intentó, especialmente por la banda que defendida por Mario, aunque el área española parecía disuelta en arenas movedizas que evitaban cualquier intento británico de adentrarse en ella.

Mario desequilibra el partido

En la reanudación Del Bosque dosificó a Iniesta, que viene de lesión y dejó su puesto a Nolito, quién intentó dotar de amplitud y calidad en los extremos a la selección. El jugador del Celta no tardó en hacer gala de su gran estado de forma, con dos recortes por banda que enchufaron a los aficionados, algo desangelados por el marcador inamovible. Cesc retrasó su posición, intentando filtrar pases a Costa, pero ambos demostraron que tienen algo que ver en el mal rendimiento del Chelsea y el delantero acabó dejando su puesto a Mata.

Cuando más lejano se intuía el gol, éste apareció por la rendija menos esperada. Mario, que cuenta sus internacionalidades por goles, se inventó una medio chilena que de hacerla en un Mundial le convertiría en idolo nacional de por vida. El lateral de Villarreal justificó la confianza de Del Bosque con una parábola inapelable que inulizó la estirada de Hart, poco exigido hasta entonces.

El gol de España provocó la salida de Rooney, que coincidió con un cambio de proposión visitante en la que descuidaron la defensa en busca del empate; Mata tuvo la opción de ampliar la renta, pero llegó forzado en la definición topándose con la emvergadura de Hart, que se quedó clavado en el colocado disparo de Cazorla que sentenciaba un partido que a partir de encontes se extinguió entre sustitución y sustitución; Koke, Pedro y Azpilicueta tuvieron minutos irrelevantes, curiosamente en sustitución del resto de barcelonistas salvo Alba y Piqué, quienes aguantaron toda la batalla en el verde de un Rico Pérez que retornará a la realidad de la segunda B tras un pestañeo en la élite que apenas tuvo tiempo de saborear.