Las comparaciones son odiosas pero podría decirse que el remedio fue peor que la enfermedad y ahora el desempeño de Nuno Espírito Santo como entrenador del Valencia tampoco parece tan deficitario. Las exigencias de entonces estaban exacerbadas tras la formidable temporada que completaron el año anterior, de ahí que la paciencia se agotara deprisa con el técnico portugués. Gary Neville llegó para asumir el puesto de primer entrenador y, con suerte, capear la tormenta. A día de hoy, el agua le rebasa el cuello. 

El último partido con Nuno al frente de la plantilla valencianista fue contra el Sevilla el pasado 29 de noviembre, partido que concluyó con una derrota en el Sánchez Pizjuán por 1-0. Por entonces el Valencia acumulaba dos partidos sin conocer victoria en Liga BBVA. Al tomar las riendas el técnico inglés esa racha se prolongó hasta los 12 partidos. A estas alturas de campeonato la temporada pasada, el Valencia registraba 18 victorias- incluyendo rivales como el Atlético de Madrid y Real Madrid- y 52 goles. Hasta la jornada 29 de la presente edición, el club ché acumula tan sólo ocho victorias con 33 goles.

Por sí solos, estos datos quizá no susciten un estado de alarma pero problablemente más si se considera que a estas alturas de Liga BBVA, el peor registro del Valencia está en las cinco victorias de la temporada del descenso (85/86). Asimismo, esos 33 goles están a tan sólo siete goles del peor registro histórico en este aspecto en la temporada 88/89. La situación ha alcanzado el punto en que ni siquiera Mestalla auspicia a sus jugadores y ha perdido su cualidad de fortín. De los ocho partidos que se han disputado en casa desde la llegada de Gary Neville, sólo uno ha sumado tres puntos al casillero del Valencia en Liga BBVA.

Si la duda estaba en cuándo reaccionaría el Valencia y se incrustaría en los puestos altos de la tabla, ahora la pregunta es si ese objetivo es alcanzable para la plantilla en el estado en que se halla. Gary Neville se está quedando sin tiempo para elaborar una fórmula que revierta súbitamente el rendimiento valencianista y, en este momento, parece más improbable que nunca.