El Granada goleó al Sevilla por 1-4 en una jornada de infarto para lograr la permanencia. Un doblete de Cuenca, un gol de Babin y otro de El Arabi rubricaron un día histórico. Todo el sufrimiento mereció la pena. Granada es de Primera.

El conjunto rojiblanco viajaba a Sevilla en una jornada donde podía sellar la permanencia, pero también casi su defunción. Los nazaríes no solo jugaban en el Pizjuán. Los seguidores granadinos seguían con tensión lo que sucedía en otros muchos campos, especialmente en Getafe, San Sebastián y Villarreal. Los transistores echaban humo en la jornada más apasionante del año.

Los cuatro mil seguidores rojiblancos arroparon la llegada del autobús. (Foto:LFP)
Los cuatro mil seguidores rojiblancos arroparon la llegada del autobús. (Foto:LFP)

Un gol en el momento perfecto                                            

Un Sevilla plagado de suplentes encaraba quizá el partido más tranquilo de la temporada ante un estadio casi vacío. Cuatro mil aficionados granadinos daban color a la grada. El choque arrancó con ocasiones para ambos. Curro y Peñaranda fueron los primeros en avisar. Los de Nervión se hicieron poco a poco con el control. Juan Muñoz tuvo cuatro ocasiones para hacer el primero. Los visitantes parecían atenazados por los nervios.

El Granada se protegía como bien podía. Sus posesiones eran inocuas y sus salidas a la contra demasiado tímidas. Desde el transistor comenzaban a llegar noticias. Una buena y una mala, como en los chistes. La Real comenzaba ganando al Rayo, mientras que el Dépor se imponía en El Madrigal. En Getafe todo seguía igual entre los locales y el Sporting.

Cuenca abrió y cerró la lata en una tarde histórica. (Foto: LFP)
Cuenca abrió y cerró la lata en una tarde histórica. (Foto: LFP)

En Sevilla, el partido se encaminaba al descanso cuando apareció Doucouré. El francés arrancó con potencia desde atrás y abrió a la derecha para El Arabi. El marroquí recortó y asistió con la zurda para Cuenca, que bajó el balón con el pecho para batir con sutileza a Beto. Titulares y suplentes se fundieron en un abrazo eterno bajo el extásis de los cuatro mil seguidores desplazados.

Al descanso las cuentas eran claras. El Granada estaba salvado. Los nazaríes ganaban, el Rayo perdía y en Getafe se firmaban tablas. 45 minutos para sellar la salvación. Tan cerca y tan lejos.

Lluvia de goles bajo la tormenta perfecta

La segunda parte empezó con un gol del Sporting en Getafe.  El tanto asturiano no alteraba al Granada en ese momento, ya que casi al mismo tiempo la Real hacía el segundo en Anoeta. Todo pasaba por el Pizjuán.  O eso parecía. En Sevilla los locales apretaban sin hacer demasiado daño. Las noticias se sucedían. El Deportivo hacía el segundo y el Rayo acortaba distancias.

El empate de Diego González cortó la respiración al granadinismo. (Foto: LFP)
El empate de Diego González cortó la respiración al granadinismo. (Foto: LFP)

En medio de la locura, llegó el empate del Sevilla. Un mini córner botado por Konoplyanka llegó a las botas de Escudero, que la puso para que el recién ingresado Diego González hiciera el empate. El futuro se ennegrecía. Cuando peor pintaba el panorama para el Granada, el transistor estalló. El sonido del gol aparecía en Getafe, para que los locales igualaran ante el Sporting. Casi al instante, ese pitido infartante retumbaba en el Pizjuán. Babin cabeceaba al fondo de las mallas un centro de Cuenca. El granadinismo explotaba de alegría.

No se podía escapar. Cuando los seguidores nazaríes rezaban para no morir de un ataque, Figueiras derribó a Miguel Lopes dentro del área. Penalti. El Arabi cogió el balón y no falló a su cita con el gol. 1-3. Solo quedaba esperar a que terminaran los encuentros en Anoeta y el Coliseum. Los aficionados rojiblancos estaban ya más pendientes de la radio, pero al Granada todavía le quedaba un tanto en la recámara. Un fallo garrafal de la zaga sevillista fue aprovechado por Cuenca para hacer el cuarto.

La plantilla y el staff compartieron la celebración desde el césped con la afición. (Foto: LFP)
La plantilla y el staff compartieron la celebración desde el césped con la afición. (Foto: Raúl Pajares)

Los finales se sucedieron sin que nada más pasase. Anoeta, el Pizjuán y el Coliseum. En ese orden. El himno del Granada atronaba en Sevilla para celebrar la permanencia. Pasadas las penurias, es hora de celebrar. El conjunto nazarí llegará salvado a la última jornada por segunda vez desde que regresó a la élite. Eso sí, será el juez que dirima si la Liga es para el Barça o para el Madrid. Toca disfrutar.