Se acabó. La etapa Unai Emery en el Sevilla FC ha llegado a su fin. Fin que muchos no querían que llegase nunca, pero que, como el ciclo de la misma vida, tiene un punto, que de momento se torna en punto y aparte.

Demasiadas palabras hacen falta para calificar lo que ha supuesto Unai Emery para el Sevilla. Fue el artífice que rescató a ese campeón adormilado de entre las tinieblas, el que arregló la maquinaria competitiva de un club, que llevaba años estropeada, la engrasó y la puso a andar, como si de un viejo coche de carreras se tratara.

Lo que nadie podría pensar, es que ese viejo coche se transformó. Cambió por completo, adoptó una nueva filosofía, convirtiéndose, de la mano de un piloto que adoraba su trabajo, del ya famoso mecánico de San Fernando y de una escudería que, en años atrás, había saboreado la gloria de los títulos, en el bólido más rápido y determinante de la parrilla.

Ese gran coche de carreras triunfó, resurgió de sus cenizas para coronarse campeón de campeones, llevó a los aficionados a la gloria tres veces consecutivas y demostró que el trabajo está por encima del dinero. El bólido, por desgracia, pierde a su piloto, ese que lo hizo campeón. Obligando a la escudería y a los aficionados a recibir a otro piloto, a asumir una nueva filosofía. Toca honrar a aquel que lo llevó a la gloria eterna, proclamándose más grande aun de lo que jamás ha sido.

Unai Emery ha supuesto un antes y un después en la Historia del Sevilla FC, tres títulos consecutivos de UEL le avalan, pero no todo son los títulos, ha convertido jugadores que estaban prácticamente acabados en estrellas mundiales, el ejemplo más reciente es el de Banega, pero también cabría recordar a Gameiro -sin minutos en el PSG-, a Pareja -que estaba en un modesto Spartak de Moscú- o a Reyes, que solo rendía en los derbis. Además de ello ha convertido a jugadores humildes -previa selección de Monchi- en jugadores top mundiales. No hace falta ir más lejos de los ejemplos de Krychowiak, Aleix Vidal, Vitolo o Bacca.

Pero no todo es oro lo que reluce, obviamente ha habido momentos duros, jugadores que fracasaron, eliminaciones incompresibles, comienzos frustrantes o resultados calamitosos... todo eso queda ahí, en los recuerdos del sevillista, recuerdos que se tornan en meras anécdotas, pues muy a pesar de todos esos pesimistas, el balance general es de sobresaliente, completando una de las mejores etapas del club, superando para muchos, al gran Sevilla de los títulos de Juande Ramos.

¿Cuál es el secreto de este entrenador? El trabajo, no hay mayor apasionado al balompié que Unai Emery Etxegoien, un profesional nato, que basa su éxito en la intensidad, el poderío físico y el conocimiento sobre los rivales. Una persona ganadora en todos los aspectos, que en los momentos duros no recula, si no que se hace aún más fuerte si cabe.

Muchos no estarán de acuerdo con estas palabras, muchos lo crucificarán, lo tacharán de pesetero por irse al Paris Saint Germain, pero, ¿es rechazable una oferta así? Hay que tener en cuenta que se va a entrenar a un puñado de los mejores futbolistas del mundo, que posiblemente vea resuelta la vida de varias generaciones de su familia gracias al imponente sueldo que le ofrece el todopoderoso PSG.

Quizás no hayan sido las formas, pero como dijo Monchi: “Es imposible acertar a la hora de comunicar una mala noticia”. Es difícil elegir la forma de irse, prácticamente imposible. Unai ha terminado su tercera temporada, una temporada de ensueño. Declaró que no estaba en el mercado, posiblemente su mayor error de cara al sevillismo. Semanas más tarde llega un gran club, dispuesto a desembolsar la friolera de 22 millones de euros para despedir a Laurent Blanc y colocar a Unai Emery en el banquillo de su equipo, algo complicado de calificar. Unai se merecía una salida por la puerta grande, una salida a la altura del mejor entrenador de la Historia del club. No ha sido posible que esta salida se efectuase del modo que este señor se merece, seguramente él no tenía planeado una situación tan rocambolesca, una ligera mancha en el brillante recorrido de este entrenador por la capital de Andalucía, que no debe enturbiar ni muchísimo menos ningún aspecto más allá de la mera y deliciosa realidad, esa realidad que permite ver cinco Copas de la UEFA en las vitrinas del Ramón Sánchez-Pzjuán.

Para finalizar, la afición sevillista debe agradecer al hombre que desempolvó ese bólido viejo y oxidado para convertirlo en un flamante coche de carreras, haciendo de estos tres años unos años inolvidables.