El amarillo canarión, símbolo de la amistad y la hermandad que inunda ciudades, hogares y corazones. Esos mismos colores que tiñen las vidas de miles y miles de fieles que siguen de forma incondicional a su equipo canario. El viaje de los de Setién a la capital sirvió para demostrar el potencial de un equipo que no se refleja en sus inestables resultados. 

El encuentro arrancó con ansias de poder por parte del Real Madrid. El batacazo de Mestalla (2-1) y la victoria in extremis de Villarreal (2-3) dejaron huella psicológica en el conjunto blanco, generando un estado de alerta entre los componentes de la plantilla merengue. Pinchar no era una opción barajable para los pupilos de Zidane, algo que se plasmó desde que los blancos aparecieron en escena. 

Isco, Morata y Kovacic titulares.

Como si de un coliseo romano se tratará, los once gladiadores blancos comenzaron a bailar sobre el esférico con una movilidad sinuosa que embelesaba a los más escépticos. La presencia de Morata, Isco y Kovacic prendaba al cuadro blanco de una garra solo propia en jugadores con ganas de derribar la puerta de la titularidad. Con el cuchillo entre los dientes, los tres jinetes blancos del apocalipsis se teletransportaban, "cual personaje de Dragon Ball", para llegar a cualquier jugada con una fuerza sobrehumana. Así llegó el vespertino 1-0 de la mano de un desterrado Isco. El malagueño recibió un pase filtrado en el área para batir con sutileza a Javi Varas por abajo. Otra delicatessen marca Alarcón. 

Alineación del Real Madrid frente a Las Palmas. | FOTO: Daniel Nieto - VAVEL
Alineación del Real Madrid frente a Las Palmas. | FOTO: Daniel Nieto - VAVEL

Orgullo canario

Pero Las Palmas no había viajado a la capital a realizar una breve sesión de turismo. El Templo de Debod es un monumento precioso que deja de piedra a cualquier mortal, pero los canarios buscaban algo más disfrutar que el arte de la contemplación, el deleite de paladear un sabroso plato de cocido o la experimentación de un paseo furtivo por el Retiro. Venían a romper la negativa racha de resultados que les acechaba en cada esquina. Y venían con un viejo conocido de la casa blanca: Jesé Rodríguez. El canterano blanco buscaba hacer historia con su tierra, pero no sería el quien imprimiría ilusión canaria al encuentro. En las botas de Tana recaería la decisión divina de marcar el empate. Una internada endiablada por el costado diestro de Keylor, un disparo cruzado y un grito de fuerza, harían posible el empate de los hombres de Setién. 

Tana marcó el 1-1, pero Jesé mandaba en el juego ofensivo canario.

La confrontación por la batuta del juego se extrapoló a todo el encuentro. Ambos equipos peleaban con ímpetu por manejar la posesión de balón para terminar con un partido con tintes de set de tenis. El esférico circulaba de lado a lado con potencia en medio de los feroces contragolpes que desplegaban ambos equipos; potenciando inteligentemente su punto fuerte común: la parcela ofensiva.

Un peligroso partido de ida y vuelta

Un penalti cometido por Sergio Ramos, cambió el encuentro.

Pero esta tesitura traería consecuencias a largo plazo. El juego de contactó se plasmó en numerosas entradas y acciones polémicas por parte de ambos equipos, algo fruto del acelerado ritmo cardíaco al que cabalgaban los 22 jugadores presentes en el terreno de juego. Así llegaron decisiones erróneas que caro costaron a sus infractores: Sergio Ramos y Keylor Navas. El camero taponó con los brazos un disparó abajo de David Simón, algo que el colegiado castigó con la pena máxima posteriormente transformada por Jonathan Viera. Minutos después el guardameta blanco erró en una salida al intentar atajar un balón fuera del área que conducía Boateng en un solitario contragolpe. Su error costó el tercer tanto canario y una sonora pitada en un estadio Santiago Bernabéu incendiado por la polémica del juego.

Los jugadores de Las Palmas celebran un gol. | FOTO: Daniel Nieto - VAVEL
Los jugadores de Las Palmas celebran un gol. | FOTO: Daniel Nieto - VAVEL

Bale fue expulsado en el 46' por una segunda amarilla.

Y regresó el Jesé Rodríguez que enamoraba al Bernabéu 

Desconcertado, perdido y sin un expulsado Gareth Bale (inicios de la segunda mitad por doble amarilla) el Real Madrid se encontraba al inicio de la segunda mitad con un marcador de 1-3 en su propio feudo. La incredulidad se colaba por los recovecos del graderío, el público se pronunciaba con sonoras pitadas entorno al desarrollo del encuentro; las decisiones de Zinedine Zidane de cambiar a Isco y a Morata no gustaron a la parroquia merengue.

Con un jugador blanco menos sobre el terreno de juego y la necesidad merengue de remontar el marcador adverso, el encuentro permitió a Las Palmas obtener los espacios necesarios para poner en aprietos a la zaga madridista. Constantes internadas de un Jesé Rodríguez en estado de gracia técnica, pero sin fortuna goleadora, pusieron en serios aprietos a Keylor Navas. La vuelta a los viejos tiempos del extremo canario, a punto estuvo de costarle a los blancos una goleada mayor en contra.

Cristiano Ronaldo dio el triunfo a los blancos con dos goles en el tramo final de partido

La impotencia de los futbolistas del Real Madrid se extrapoló a las gradas, donde los nervios se encontraban a flor de piel; hasta el punto de crearse enfrentamientos puntuales entre los aficionados y la prensa escrita; donde los primeros increparon sonoramente a un sector de los segundos. Los ánimos parecían apaciguarse con el penalti transformado por Cristiano Ronaldo por una mano de Castellano en el área visitante

El estallido final del coliseo blanco llegó en el minuto 89 con un testarazo del número siete del Real Madrid. Ronaldo se elevó sobre el cielo de la capital para aprovechar un rechace en un córner y colocar el definitivo 3-3 en el luminoso. Un encuentro de infarto no apto para cardíacos que pone en ascuas el campeonato nacional liguero.