Manu Herrero, Pedro Munitis y Miguel Ángel Álvarez Tomé. Esos han sido los entrenadores de la SD Ponferradina esta temporada y ninguno de ellos ha logrado el principal objetivo de la Deportiva esta temporada que no era otro que luchar por el ascenso, ya fuera como primer clasificado o accediendo a los PlayOffs. La inoperancia ofensiva del equipo, apenas solventada con la llegada de Ríos Reina, Yuri o Pallarés, ha sido una tónica dominante durante todo el curso, sumada a la nula capacidad de sacar algo positivo lejos de El Toralín. 

Manu Herrero, querer y no poder

El técnico jienense se encontró con una plantilla apática, sin carisma y sin un once definido. Su historial era prometedor; había ascendido al Jaén a Segunda y al Hércules lo dejó a las puertas la temporada anterior. Sin embargo, su estilo no cuajó a orillas del Sil. Su mal comienzo, marcado por las derrotas ante el Izarra y, sobre todo, por el baño de la Cultural Leonesa en su propio campo (1-3), generó dudas en torno al entrenador. Lejos de apagar las llamas de la incertidumbre, estas se avivaron a pesar de estar seis jornadas sin perder, sumando cuatro victorias y dos empates con mucho sufrimiento.

Finalmente, en octubre, la Junta Directiva decide tras la derrota en Mutilva (1-0), despedir al míster y sustituirlo por la pareja cántabra compuesta por Pedro Munitis y Gonzalo Colsa. Cuatro victorias, dos empates y tres derrotas fue el balance de Herrero a bordo de la nave blanquiazul.  

Munitis, la presión y la ansiedad atenazaron al equipo

Con la dupla Munitis-Colsa en el banquillo la dinámica cambia rápidamente. La solidez defensiva del equipo comienza a mejorar y se consiguen tres victorias consecutivas ante Rácing, Palencia y Celta B. Quién lo diría. No obstante, con el transcurso de las jornadas el efecto Munitis se fue apagando en El Bierzo. Muchos empates consecutivos, generados por la incapacidad del equipo para marcar gol, y derrotas dolorosas como el 0-1 en casa ante el Somozas o el 3-0 en El Sardinero acaban propiciando la salida del dúo. Durante su estancia en la SD Ponferradina, Munitis siempre excusó a sus jugadores aludiendo a la presión que estos tenían y a la ansiedad que les suponía no poder cumplir los objetivos marcados.

La falta de adaptación de los fichajes, que tardaron en rendir a buen nivel, y la disputa de una Copa Federación que distrajo a la Deportiva sentenció a un Munitis que dejó el cargo tras perder ante su exequipo y por 0-2 en El Toralín ante el CD Palencia y con dos hombres menos. Incapaz de revertir la situación decidió "dar un paso a un lado" como principal responsable de la deriva del equipo berciano, no sin antes suplicar el apoyo de la afición a un equipo sin alma. En su periplo por Ponferrada dejó un balance de siete victorias, nueve empates y cinco derrotas.

Álvarez-Tomé, sin tiempo para más

Desde su aterrizaje en Ponferrada, la voz ronca de Tomé ha tomado las ruedas de prensa en El Toralín. Ordenado y sencillo, sus órdenes llegaron a la plantilla y esta ha respondido con el mejor fútbol de la campaña. Ha dejado la sensación en los aficionados de que si hubiera llegado antes el sueño de los PlayOffs sería posible y ha logrado cuajar sus mejores partidos jugando como local, para gusto y disfrute de una decepcionada hinchada. A pesar de contar sus partidos como local por victorias (3), incluida una vital contra el CD Pontevedra por la mínima, Tomé no ha podido arreglar el miedo escénico de la Deportiva cuando juega como visitante sumando apenas un punto en cuatro partidos. Ha dejado fuera a hombres que venían siendo indiscutibles como Abel Moreno y ha definido un once reconocible que le puede hacer seguir el año que viene en Ponferrada.