Volver a primera nunca es fácil. Es una frase que estaba marcada a fuego en la mente de cada granota, sin embargo, no por ello iba a ser imposible retornar a la máxima categoría en un único año. Manos a la obra se puso con ello un Levante que renovó la plantilla, formó un bloque nuevo. Con ello, el Levante hizo como el de Ibidum: vino, vio y venció. Una espectacular temporada, con un equipo claramente superior al resto de la categoría, valió para certificar un maravilloso ascenso, que da paso al Levante más ilusionante de la historia.

Desde el primer momento, los granotas serían superiores.

No había más que ver que el primer fichaje de la temporada era Natxo Insa, tras la llegada de Muñiz, para darse cuenta de que el Levante sabía lo que estaba haciendo. Y fue esto demostrado por las primeras semanas de competición. Porque el Levante se medía a rivales difíciles, con una primera jornada en la que visitaba al Numancia, y recibía al Alcorcón en la segunda. Dos compromisos de suma dificultad que resolvieron con creces, doblete de triunfos y con la puerta a cero. A nada estuvo de completar el triplete de victorias en la tercera victoria el combinado granota, pero un zarpazo de Juan Muñiz, imparable para, titular aquel día por la internacionalidad de Remiro y la lesión de Raúl, Koke.

Celebración de un gol de Roger | Fuente: Levante UD
Celebración de un gol de Roger | Fuente: Levante UD

La prueba de fuego, no obstante, era en la cuarta jornada. Pues llegaba un hipotético candidato a ascender, el Zaragoza, al Ciutat. Y con infinita solvencia, mucha calma y para júbilo de los suyos, el equipo granota fue una apisonadora. Cierto es que la derrota en Córdoba de la posterior jornada puso las primeras alarmas en marcha, pero fue aquello un pequeño traspiés en medio de la espectacular campaña. Tras ello, llegaría el momento en que se acabarían los juegos, en el que se pondría una velocidad de crucero que nunca se quitó. Llegó un Levante que provocó que hubiera más distancia entre él, siempre líder, y el Play-Off, que desde el Play-Off, hasta el descenso; durante buena parte del curso.

Una racha de nueve partidos sin perder bastó para despegarse del resto de equipos.

Llegó a encadenar nueve partidos sin perder ni una sola vez, en los que solo se dejó seis puntos, ante rivales poderosos dentro de la categoría como el Cádiz y el Getafe. También goleó en su estadio a un Mirandés invicto en su estadio hasta la llegada del Levante, y el cual, era uno de los más cercanos perseguidores del equipo; así como el Reus, que también sucumbió ante el poderío levantinista. Llegaron entonces dos derrotas seguidas, en el Tartiere y Montilivi, que dieron la falsa sensación de que se agotaba el combustible de la maquinaria de los de Orriols.

Solventó las dudas el equipo granota ganando seis partidos seguidos, antes de caer, fuera de casa nuevamente, en Alcorcón. Pese a estar a principios de enero, la afición ya olía el ascenso. Era muy improbable que se deshinchara el equipo hasta tal punto que no fuera capaz de siquiera quedar segundo. Pero es que cada derrota provocaba en el Levante una reacción, cada vez que se caía, la recuperación mejoraba al equipo.

Lerma tratando de zafarse de Lasso, del Sevilla Atlco. | Fuente: Levante UD
Lerma tratando de zafarse de Lasso, del Sevilla Atlco. | Fuente: Levante UD

Y siguiendo ese patrón, los levantinistas firmaron tres victorias seguidas, antes de empatar en Sevilla frente al filial hispalense;  para enlazar tres victorias consecutivas más, una de ellas, una goleada en Valladolid, partido en que mostró su versión más contundente el equipo. El ascenso ya se tocaba con la punta de los dedos, se contaban las semanas para que fuese oficial. Hasta el punto en que siquiera preocupó la derrota en Getafe, día en que estuvieron especialmente espesos los defensores, dos de ellos, Chema y Pedro López, de los mejores del equipo.

A finales de abril, el ascenso ya era matemático.

Dos empates más dieron paso al esperado día. El 29 de abril, el Oviedo llegaba al Ciutat, con la necesidad de ganar para mantenerse peleando por el Play-off de ascenso. El Levante, debía ganar, o empatar y que acompañasen los resultados, para ascender. Tras un buen partido de los pupilos de Muñiz, llegó un saque de esquina, cuando casi se cumplía la hora de partido. Postigo entró con todo al centro, de Campaña, para cruzar el balón. El guardameta se estiró, pero nada pudo hacer, mientras el balón rebotaba en el suelo ya dentro su portería, sin posibilidad alguna de evitar que entrara, azotando la red. Ese día, se consumó el ascenso, el premio a un esfuerzo colectivo que empezó por Tito, y acabó por todas y cada una de las almas que en la fuente de las Cuatro Estaciones celebró el ascenso.

Postigo celebrando su gol, que valió el ascenso | Fuente: Tribuna Ávila
Postigo celebrando su gol, que valió el ascenso | Fuente: Tribuna Ávila

Los encuentros posteriores ya fueron un mero trámite, en el que no perdió la forma el club granota, hasta la consecución de la Liga 1,2,3, con triunfo ante el Girona incluido, y hasta el cierre de la temporada. No pudo, lamentablemente, acabar invicto como local, pues en la última jornada fue derrotado por el Huesca, aunque ni mucho menos mancha esto la histórica temporada que por siempre recordará el levantinismo.

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Sobre el autor
Gerard Escribano Gil
Fiel aficionado al Levante UD en todas sus secciones. Seguidor de: Aston Villa, Arsenal, Schalke, Fiorentina, 76ers, VLC Basket y Philadelphia Phillies. Amante del deporte en general, practicante de artes marciales.