Para hablar del palmarés del Real Betis Balompié en su paso por la Primera División Española, uno no tarda mucho en enumerar la cantidad de títulos que el conjunto sevillano ha logrado en la categoría, incluyendo únicamente un título de liga. Sin embargo, el sentimiento verdiblanco va mucho más allá de levantar trofeos, y bien lo saben todos los que llevan su bufanda al Benito Villamarín los domingos, esperando ver a su equipo ganar.

El Real Betis Balompié es uno de esos equipos que, inexplicablemente, no cuenta con los títulos que debería en proporción a la masa social que acompaña al club allá por donde va. Un conjunto de malas decisiones, directivos, problemas burocráticos o incluso políticos han colisionado con la historia del club, impidiendo extender su grandeza al próximo nivel. Sin embargo, el que se hace bético lo hace por las historias del equipo, que se cuentan con una sonrisa en la boca ilusionando a los oyentes. Cualquiera que haya oído hablar por primera vez del Real Betis Balompié, bien podrá decir que tenía a un bético delante suya contando alguna anécdota de este gran club. Y es que, a pesar de las muchas desgracias que haya sufrido el Betis, los logros son los que mejor se recuerdan, y los que más furor hacen sentir en las gradas del Benito Villamarín, porque aunque las victorias suenan mucho mejor que las derrotas, la gente seguirá al betis "manquepierda".

Temporada 2004/2005: El último título

El año 2004/2005 fue una de las últimas ocasiones donde el Betis saboreó lo que era merodear en la zona más alta de la clasificación. En su segunda etapa en el conjunto heliopolitano, Lorenzo Serra Ferrer consiguió que una plantilla que en la campaña anterior tuvo un año más bien mediocre consiguiera dar un paso adelante con refuerzos de calidad, pero a la vez asentando la fuerte base de cantera que tenían los béticos. Así, incorporaciones como Edú Schmidt o Ricardo Oliveira sumarían un enorme valor al once titular, más la integración definitiva de Toni Doblas al primer equipo, tras el meritorio servicio de Toni Prats a lo largo de 9 años al club.

El equipo tuvo una marcha constante por la zona alta de la tabla, pero con altibajos a lo largo de toda la competición liguera intentando mantener puestos europeos, pero toda vez que se clasificó para la Final de la Copa del Rey de 2005, el equipo empezó a escalar posiciones en la tabla, a la vez que jugaba con un estilo bastante vistoso. La etapa Lopera comenzaba a vislumbrar sus primeros sectores críticos, pero las victorias acabarían por ensombrecer lo que en la sombra el mandatario bético gestionaba. De esta forma, en las últimas 11 jornadas de Liga, el campeonato entraba en su recta final y había una batalla encarnizada por los puestos europeos, incluyendo a los dos sevillanos, Betis y Sevilla. Curiosamente, se enfrentarían en la jornada 35 en el Benito Villamarín, con todo aún por decidir, y especialmente con un Betis que llegaba de una mala racha, y parecía que empezaba a quedarse excluido de las competiciones europeas, habiendo encadenado cuatro empates y una derrota en los cinco partidos anteriores. En ésta situación, Serra Ferrer sorprendió a su rival con un planteamiento poco esperado por Caparrós y sus chicos; un ataque rápido al inicio daría un gol de Ricardo Oliveira, momento en el que el Betis se encerró atrás al más puro estilo italiano, lo que hizo que un Sevilla sin ideas se viera imposibilitado de dar la vuelta al encuentro. Tras este impulso, el Betis se volvería a meter en Champions League, que con los 7 puntos que encadenaría para cerrar el campeonato liguero, serían lo justo para atar el 4º puesto en Liga el año 2004/2005. El buen año en Liga lo rematarían los de Serra Ferrer con la consecución de la Copa del Rey de la manera más anecdótica; un gol de libro en la prórroga marcado por Dani.

Temporada 1996/1997: El apogeo del "Eurobetis"

Finidi y su sombrero se convirtieron en iconos béticos
Finidi y su sombrero se convirtieron en iconos béticos

Corría el verano del año 1996, y Lopera ya era todo un ídolo en Sevilla. Tras salvar heróicamente al equipo de la desaparición en el año 1992, "Don Manué" era intocable en la capital hispalense, y venía de ascender al equipo. Pero no contento con ofrecer un ascenso al graderío, Lopera sacó la billetera y se llevó algunas de las perlas más codiciadas del mercado veraniego dirección al Real Betis. En sus primeros años de gestión, Lopera gastó como el que más en fichajes en toda la historia del club, pero bien sirvieron para poner al equipo en lo más alto de las clasificaciones, como se demostraría tras la campaña 93/94. En ese verano, el Real Betis compraría a Alfonso, "El mago de las botas blancas" al Real Madrid por la cifra de 350 millones de pesetas, a la vez que le "robaban" a Finidi George al Madrid en una operación que quisieron cerrar a una velocidad de relámpago proponiendo la lujosa cifra de 1.024 millones de pesetas, puesto que al día siguiente el Ajax se reuniría con el Madrid, que a priori era el favorito. Aquella temporada, con una delanter con Finidi por la derecha, Jarni por la izquierda y Alfonso en punta de lanza, el Betis arrasó la primera división del fútbol español.

Un total de 21 victorias sumadas por el Betis aquella temporada lo llevaría, como en 2005 volvería a pasar, al 4º puesto de las clasificaciones. El equipo disputó un gran año a todos los niveles, con un equipo bastante firme en ataque y sólido en defensa, gracias en gran parte al buen fichaje de Toni Prats para la portería. Sin embargo, esa fulminante delantera dejaría partidos para el recuerdo, como una victoria por 3-0 en el Sánchez Pizjuán que abriría la navidad del 1996, o la buena Copa del Rey disputada por el club aquel año, llegando a la Final. Allí se encontrarían con un Barcelona comandado con Figo que era claramente el favorito, pero los verdiblancos supieron luchar por sus opciones hasta el último momento, cuando en la prórroga el portugués marco el 3-2 definitivo, privando de la victoria a un Betis que 20 años antes había conseguido su primer título nacional. Sin embargo, se consiguió la clasificación para la Recopa, lo que sació en buena parte su sed de competiciones europeas, que había sufrido un breve parón desde la 1995/1996

Temporada 1934/1935: El título de Liga

El Betis, en el ayuntamiento con el título
El Betis, en el ayuntamiento con el título

A pesar de ser el título de mayor valor de la historia bética, puede ser uno de los menos preciados por los béticos, pues su consecución fue tan remota que no genera tanta ilusión como las grandes temporadas previamente mencionadas, aunque el conjunto bético que quedó conformado era sin lugar a dudas el más dominante de aquel momento. Destacaba sobre todo en portería, donde las manos de Urquiaga resultaron ser las más seguras de toda la competición, con sólo 19 goles recibidos en todo el curso. Por otro lado, jugadores como Lecue, Unamuno o Timimimi resultaron claves para la consecución del título bético, sumando entre los tres jugadores un total de 29 goles. La hazaña del Betis es un hito de los que sólo unos pocos pueden seguir hablando con exactitud, pero que pervivirá por siempre en la historia del campeonato liguero nacional. Curiosamente, el Real Betis llegó a la última jornada sin haberse proclamado campeón, jugándose la vida en Cantabria contra el Racing de Santander. Sin embargo, los verrdiblancos estuvieron a la altura del momento y ganaron 5-0 a los cántabros, proclamándose como campeones de liga en plena Feria de Abril de Sevilla.

Desgraciadamente, las circunstancias históricas por las que atravesaba España llevaron al equipo campeón a diluirse por causa de la Guerra Civil Española, y los integrantes estrella del equipo o bien desaparecieron o bien fueron repescados por el Real Madrid, en el caso de los arietes. Por contra, en el caso del portero, Joaquín Urquiaga, su posición política lo obligó a marcharse al exilio, aunque más tarde volvería para morirse en la que fue su casa, Bilbao, en el 1965. El éxito de los campeones fue breve, pero los ocupantes de "La flecha verde", como era conocido el autobús donde viajaban los jugadores, serán recordados por siempre, gracias a ese sentir bético de las anécdotas que se cuentan de padres a hijos.