Dejar atrás el Estadio Insular fue duro para algunas generaciones de aficionados amarillos. Las lágrimas derramadas entre sus muros quedarán para el recuerdo en los corazones de toda una ciudad. Este feudo futbolístico acompañó a la Unión Deportiva en sus primeros pasos, allá por 1949, y dio vida a Las Palmas de Gran Canaria. Le insufló sus aires más frescos. Allí, donde el aliento del hincha se percibía de una forma especial, se forjó la historia de un club. 

Es por ello que la transición no ha sido fácil. Sin embargo, se abrió una nueva puerta hacia otra fase histórica. Los más jóvenes han crecido viendo los goles de Marcos Márquez en un lugar distinto, que prometía ser la apuesta de modernización de la entidad y de la capital. El 8 de mayo de 2003 tuvo lugar la inauguración del Estadio de Gran Canaria en un encuentro frente al Anderlecht. Rubén Castro sería el encargado de estrenar la red en un amistoso que acabó con un resultado favorable a los locales de dos tantos a uno. 

El estadio, capaz de acoger a 30.000 personas, estuvo concebido desde un principio por parte del Cabildo de Gran Canaria con la etiqueta de 'multiusos', pero las pistas de atletismo que rodeaban el terreno de juego fueron foco de controversia. En contraposición al calor que generaba el Insular, factor que facilitaba la comunión entre afición y jugadores, se decía que la lejanía de las gradas con respecto del campo en el nuevo recinto impedía convertirlo en una caldera en estado de ebullición.

Los años negros 

Tampoco empezó con buen pie el recién estrenado estadio en la faceta deportiva. Las Palmas, tras haber visto consumado su descenso a Segunda División en 2002, entró en una espiral negativa de la que no fue sencillo salir. Tanto que el Estadio de Gran Canaria tardó menos de dos años en ver a su equipo en Segunda B. La situación que atravesaba la entidad no auguraba buenos presagios. Parte del respetable abandonó su asiento, pero pronto llegó un haz de luz.

El ya mencionado Marcos Márquez, a pase de Nauzet Alemán, certificó ante el Linares el regreso a la división de plata. Este hito haría, además, que el club tuviera mayores posibilidades de subsistir en el fútbol tras haberse visto en ley concursal. Desde entonces, Las Palmas no ha probado más el bronce y solo ha mirado hacia arriba. Nueve temporadas consecutivas en Segunda dieron para estar al borde del abismo y para saborear las mieles del éxito.

El ascenso y el debut en Primera

Si por algo se caracteriza un estadio de fútbol es por ser un albergue de emociones y sentimientos, en el que confluye lo más diverso de un lugar por una misma pasión. Cada silla es el cuaderno de bitácora del aficionado, donde quedan recogidas tanto la rabia como la alegría. Pasó el tiempo y con él las primeras páginas en la historia del recinto de Siete Palmas, aún con la espina clavada de no haber podido aupar a su equipo hasta lo más alto. Tal vez era eso lo que le faltaba para mirar 'de tú a tú' al Insular.

Las Palmas hizo temblar las placas tectónicas el día del ascenso

En 2014 llegó la primera de las oportunidades para convertir el sueño en realidad, pero acabó tornándose en pesadilla. El ascenso a Primera se quedó a las puertas en la eliminatoria frente al Córdoba y, como si de algo predestinado se tratara, 364 días más tarde volvió a presentarse la ocasión. Esta vez, ante el Zaragoza, la Unión Deportiva remontó el resultado adverso de la ida (3-1) e hizo temblar hasta las placas tectónicas. 

Una vez lograda la gesta, el Estadio de Gran Canaria pudo engalanarse para acoger el momento tan esperado. El primer rival en pisar la isla fue el Levante, en un partido que terminó con empate a cero en el electrónico. Hubo que esperar para ver la primera victoria y el primer tanto de Las Palmas en la élite. Fue ante el Sevilla y con Roque Mesa como gran artífice. Suyo fue el primer tanto de la Unión Deportiva en Primera. 

Posteriormente, tras la destitución de Paco Herrera, fue Quique Setién quien se puso al frente de la nave amarilla, quizá para marcar época no solo en el nuevo campo, sino también en la historia del club. El entrenador cántabro recuperó la filosofía de toque y gusto por el buen juego, la misma que había otorgado un estilo propio al club durante el siglo XX. El mal llamado 'Nuevo Insular' disfrutó de la magia de Roque Mesa, Jonathan Viera y compañía. 

Las obras regeneran el espíritu

En noviembre de 2014, durante la última campaña en Segunda hasta el momento para Las Palmas, se acometieron las obras de remodelación del estadio. El compromiso sellado por la consejería de Deportes del Cabildo permitió que las tareas terminaran en enero de 2016. De manera ulterior se pintaron los asientos y se culminaron los detalles que harían del Gran Canaria un coliseo internacional, moderno y preparado para afrontar nuevos retos.

Con todo, el aforo total que puede registrarse a día de hoy es de 32.392, 1.408 más que antes de la remodelación. La obra afectó al anillo inferior, dejando los graderíos laterales a 7,30 metros del verde (antes había 27,30) y la grada curva a unos 22 metros, una veintena menos. Aun así, sigue quedando pendiente la reforma para terminar la Torre Este y, sobre todo, la aproximación de la grada Naciente.

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