Los azulgranas, en un partido gris y apático, voltearon el tanto de bella factura de Gaku Shibasaki para conseguir una puntuación perfecta en las primeras cuatro jornadas de Liga y alejarse de sus inmediatos perseguidores, que aún no han disputado sus respectivos duelos. Ernesto Valverde reaccionó desde el banquillo dando entrada a Denis Suárez y Paulinho y ambos fueron protagonistas en los dos goles. El gran trabajo de Bordalás terminó sin premio en los compases finales del choque.

Repetir la fórmula ganadora

Dice el refrán que si algo funciona no debes cambiarlo. Y Ernesto Valverde, un tipo sensato, no lo dudó: optó por repetir la fórmula que le sirvió para golear al Espanyol en el derbi catalán y a la Juventus en la UEFA Champions League con la única novedad de Sergi Roberto en el lateral diestro. Con Luis Suárez en el rol de falso extremo izquierdo, Jordi Alba volvió a ser el encargado de profundizar por su costado, mientras que Démbélé quedó enganchado a la línea de cal del sector opuesto.

La disposición de ambos equipos | Foto: Daniel Guillén - lapizarradelmister,com
La disposición de ambos equipos | Foto: Daniel Guillén - lapizarradelmister,com

De entrada, la fluidez en el juego brilló por su ausencia. En parte, por el buen hacer del Getafe de Bordalás, ordenado en torno al 4-4-2 y cerrando cualquier pasillo interior. La puesta en escena fue, sin duda, favorable a este, que, en líneas generales, desactivó la propuesta azulgrana en los primeros 45 minutos. Encontraron la solidez defensiva a través de su pareja de centrales, formada por Cala y Djené, y el peligro en las botas de un gran Jorge Molina y un inspirado Gaku. La orden desde el banquillo pasaba por replegar en bloque bajo y salir rápidamente en transición. La presencia física de N’Diaye en el costado zurdo y los dos mediocentros, Bergara y Arambarri, fueron un gran punto de partida.

La asociación en la derecha

El técnico culé intentó ganar peso en el juego asociativo dándole minutos a Sergi Roberto en el carril diestro y unirle junto a un Démbélé especialmente profundo y un Messi ubicado en la zona de la mediapunta, respaldado de cerca por Rakitic y Busquets. Sin embargo, al Barcelona le faltó un punto de precisión y velocidad en la circulación durante todo el encuentro para asentarse en campo contrario.

El intervencionismo como forma de vida

Si por algo está destacando la etapa de Ernesto Valverde en estos primeros pasos es por su intervencionismo. No le tiembla el pulso a la hora de arreglar el desaguisado dando entrada a jugadores desde el banquillo. Y los tres puntos del Coliseum, quizá, no se podrían haber conseguido sin ello. Denis Suárez, primero, y Paulinho, después, voltearon el misil de Gaku desde el balcón del área en un segundo tiempo en la que el Barcelona mejoró ligeramente la imagen para terminar llevándose los tres puntos en su siempre exigente visita al Coliseum.

Denis Suárez y Paulinho, los actores inesperados

Como decíamos, el txingurri decidió volver a agitar el banquillo al descanso -lo había hecho antes dando entrada a Deulofeu por un lesionado Démbélé- e intentar corregir el déficit asociativo. Porque Iniesta en ningún momento fue Iniesta, por mentira que parezca. En su lugar, un Denis Suárez preciso e impetuoso buscó las cosquillas a los dos mediocentros en la zona del interior zurdo. Y lo consiguió; sobre todo en el gol. Una jugada embarullada en costado diestro del área terminó con una gran asistencia de Sergi Roberto y una mejor definición del gallego, que tuvo tiempo para controlar y colocarla prácticamente en la escuadra opuesta. Con casi media hora de juego por delante, el escenario cambiaba radicalmente.

Paulinho y Messi, los jugadores clave en el segundo gol | Foto: Daniel Guillén - Live TV
Paulinho y Messi, los jugadores clave en el segundo gol | Foto: Daniel Guillén - Live TV

André y Paulinho salieron a calentar con la particularidad de que solo uno podría acabar entrando. El Barcelona necesita generar mediante una propuesta más directa en vistas de la dificultad para hacerlo mediante la asociación. Y Paulinho era el hombre ideal. Entró y lo primero que hizo fue conversar con Leo Messi sobre el terreno de juego. El argentino se escoró ligeramente al sector diestro para liberar el carril a Paulinho. Porque el brasileño es un jugador muy físico, de ida y vuelta constante, que se adapta perfectamente al juego menos elaborado. Y su primer gol con la elástica del Barcelona le define fielmente: partiendo desde la zona de la medular se asomó al balcón del área y colocó el balón en el fondo de la red con un potente disparo. Un jugador realmente útil para el técnico