El Atleti no consumó el milagro.  Ni siquiera pudo hacer su propio trabajo y empató en Stanford Bridge a un gol, si bien es cierto que Oblak mantuvo con vida al equipo con su gran actuación. El Chelsea fue superior, el Atleti no pudo con los ingleses, la Roma ganó por si acaso, y el equipo de Simeone regresa a la Europa League con mucho margen de mejora.

Partido a medio campo, partido para rompedores

El Chelsea, y en especial Hazard, fue el que supo romper al rival en un partido marcado por la colocación y el repliegue

Los vagos recuerdos que dejaba el partido de ida se reprodujeron en el partido de vuelta en los ingleses. Un grato recuerdo de un equipo trabajadísimo en la pizarra  y en la creencia de lo que hacen. Una ecuación que sale sin decimales y que dejó de nuevo un Chelsea muy maduro, muy exacto, que sabe lo que hace, cree en lo que hace y que tiene las herramientas en gran estado. El Atleti no pudo meterle mano, y el equipo blue si supo desenvolver a los de Simeone.

Británicos y madrileños impusieron, bajo su dibujo, el mismo posicionamiento defensivo, basado en el repliegue intenso. Esa distribución defensiva y la negativa de ambos conjuntos a romper el partido, hizo que el duelo estuviera focalizado en solo un campo. Dividido en ataques como el fútbol americano intentando atinar en las posesiones propias. Lo cierto es que hubo muchas diferencias y fue el Chelsea, de lejos, el que mejor supo atacar.

Lejos de nombrar la obviedad de la diferencia esquemática (Chelsea con tres centrales y dos carrileros; Atleti con 1-4-4-2), el Chelsea atacó mejor por dos grandes factores. Una es en función de la colocación, del posicionamiento. Los centrales blues si participaban en ese ataque de medio campo del que hablábamos y los del Atleti no. Eso hacía tener una superioridad en el comienzo que se hacía mayor al tener dos jugadores pegados en banda. La amplitud hizo separar y crear duda al Atleti, cosa que no conseguían los de Simeone en sus ataques.

La otra gran diferencia cuenta con cierta dosis de individualismo y es la sexta marcha con la que contaban los jugadores de Conte en tres cuartos. El Chelsea pudo romper líneas, cambios de ritmo y desequilibrio en zona de ataques, cosa que el Atleti no encontró en ningún jugador. Mucho más horizontal, lento y previsible el equipo rojiblanco que el equipo inglés que tuvo en Hazard su figura más destacada. El belga protagonizó con mayor capacidad ese cambio de ritmo general en ataque que hizo al Chelsea diferente, y seguramente, más peligroso que el Atleti.

Futuro

Una vez finiquitado y concretado la eliminación en Champions, el Atleti debe mirar para adelante  y debe corregir o explotar ciertas cosas, que ante el  Chelsea, volvieron a quedar claras. El equipo de Simeone puede quedarse con lo bueno o con las cosas positivas, como pudiera ser la polivalencia de ciertos jugadores, el estado individual de otros ciertos jugadores o del regreso de la eficacia en el juego aéreo. Todo explotable y potenciable, si se añaden otras mejoras.

Foto: Álex Marín
Foto: Álex Marín

Ante el Chelsea, por ejemplo, el equipo de Simeone demostró que requiere, como el comer, laterales naturales y profundos. Giménez y Thomas fueron la banda derecha el martes, ninguno jugador de banda, y Filipe estuvo huérfano de compañero y tuvo que frenar sus subidas con la estancia de Moses sobre la cal. El Chelsea, además, fijó sus figuras en esas zonas con lo que, por la derecha no se pudo frenar las internadas por la nula naturalidad de la posición de los integrantes, se anuló el juego ofensivo por banda y se perdió la baza de Filipe.

Además el vaivén de jugadores en un estado colectivo tan dubitativo, exige que el equipo encuentre por fin una regularidad de piezas. Lo exige en defensa (menos), lo exige en el centro (tanto como en elección de jugadores, como sus roles) y sobre todo arriba. El Atleti lleva años sin fijar un delantero centro. Desde Costa, quizás, más o menos, Simeone nunca ha dejado cuajar un delantero nato en el equipo y ello lo notan, sobre todo, en partidos clave. La elección de Vietto antes que Gameiro puede ser un ejemplo de ello.