Una buena defensa es un buen ataque, ¿o era al revés? En cualquier caso, y como se suele decir, los ataques ganan partidos; las defensas, campeonatos. Y es ahí donde ha radicado el éxito sin precedentes que ha supuesto el ascenso para la escuadra que tan bien dirige Pablo Machín: en la robustez, la practicidad y la polivalencia de su aparato logístico trasero.

Aunque queda injusto decirlo de un equipo que si por algo destaca es que todos atacan y todos defienden como eso, un equipo; sería aún más injusto no realzar la labor que durante todo el año, tanto la primera parte en la División de Plata del fútbol español como la segunda ya en Primera, ha desempeñado la zaga blanquivermella: esos tres centrales con dos carrileros que tan bien sabe situar sobre el verde la afición gerundense. A partir de ahí, como las casas (se empiezan por el suelo y acaban por el tejado y no al revés, lógicamente), se edificaba todo el sistema de juego del Girona: gran presión para recuperar el balón, profundidad por las bandas (la que aportan los carrileros) y eficacia en el área contraria. A partir de estas premisas, analicemos uno por uno el año de los jugadores que Machín ha utilizado, en mayor o menor medida, para ocupar la defensa; incluyendo a los que estaban y aún están, a los que no estaban y ahora están y a los que estaban y ya no están:

Centrales

Bernardo Espinosa: pilar indiscutible dentro del trío defensivo que conforma la defensa. Ubicado en el centro milimétrico de la muralla; ha dirigido, supervisado y controlado todo lo que ocurría en la mitad de campo en la que defiende el cuadro gironí. Desde que comenzó la temporada, y a diferencia de los otros dos puestos del eje central donde Machín sí ha rotado, ha sido el único imprescindible en la defensa hasta la lesión, completando muy buenas actuaciones. Sin duda, uno de los mejores fichajes que ha hecho el Girona este verano. Hay que saber cuidarle porque sufrió una lesión terrible en la rodilla durante su estancia en el Sporting.

Marc Muniesa: otro que ha llegado nuevo, y como Bernardo, de la Premier. Tras unas temporadas un tanto irregulares en el Stoke, ha encontrado su hábitat natural en el equipo de su tierra. A sus conocidas virtudes que ya traía de fábrica en la Masía (habilidad con el balón en los pies y clarividencia para sacarlo jugado), ha añadido una contundencia en el despeje atrás de la que adolecía. La confianza que le profesa Machín le ha hecho madurar mucho en poco tiempo. De cara a 2018 tiene que mejorar en constancia, dado que ha alternado grandes partidos con otros de una parsimonia un tanto inquietante.

Juanpe: desde su llegada el año pasado, el canario se ha ganado por méritos propios un lugar de privilegio en los esquemas de Machín. Quizá menos talentoso y más rústico que sus compañeros de la defensa, ha suplido sus carencias técnicas con esfuerzo y sacrificio. Es de esos jugadores que siempre querrías tener en tu equipo. Su altura (1,89 m) le permite ser un portento en los balones por alto, además de una amenaza para los rivales en los córners.

Jonás Ramalho: cumpliendo ya su cuarta temporada en Montilivi, sigue mejorando y alcanzando las cotas que de él se esperaban cuando estaba en la cantera de Lezama. Ha sabido realizar la transición de Segunda a Primera, y aunque no es tan indiscutible como en la categoría de Plata (donde fue uno de los grandes pilares del ascenso), sigue ocupando un lugar de importante entre las preferencias del entrenador para completar la defensa, sobre todo durante el último mes y medio debido a la plaga de lesiones que ha azotado a la zaga gironina.

Pedro Alcalá: el de Mazarrón sigue siendo un baluarte para Machín en la defensa. Su contundencia y concentración pesan mucho en la defensa. Durante la primera mitad del año era la argamasa del cemento armado que es la defensa del Girona. No ha acusado la falta de experiencia en Primera y continúa haciendo muy buenos partidos, mostrándose implacable atrás.

Alcalá, celebrando un gol con el Girona. | Foto: Andrea Ruiz
Alcalá, celebrando un gol con el Girona. | Foto: Andrea Ruiz

Richy: tras tantos años de remar y morir ahogado en la orilla, el central gallego pudo ver cumplido el sueño de ver a “su” Girona en Primera. Sin embargo, y por culpa de esas lesiones que tanto le han machacado, no pudo llegar a jugar prácticamente en todo el año, forzándole al retiro. Prevalecerá en la memoria blanquivermella por tantos años de lucha y brega cuando nadie daba un duro por el equipo.

Kiko Olivas: gran aportación la suya durante los meses de competición que desembocaron en el deseado ascenso. Luchador infatigable, se servía de su privilegiado físico para cerrar la defensa. Era el típico defensa “hecho para la Segunda División”. Actualmente, en el Valladolid.

Pablo Marí: llegado del City vía cesión, apenas tuvo oportunidades y las que tuvo no las aprovechó. Actualmente está cedido por el propio City en el NAC de Breda holandés, donde las cosas le marchan bastante bien.

Resaltar también la encomiable labor que ha ejercido como central David Timor, que pese a no ser defensa, como consecuencia de la epidemia de lesiones que afectaba a la zaga, ha desempeñado un papel más que digno en los partidos que le ha tocado esa función.

Laterales y carrileros

Pablo Maffeo: su progresión sigue superando, y con creces, las expectativas que se tienen sobre este chaval, que, hay que recordar, aún tiene veinte años. Dueño indiscutible del carril derecho, se ha asentado como uno de los mejores de la liga en su posición. Si eres delantero, tenerlo encima es un verdadero incordio (el mismísimo Messi puede dar fe de ello); pero si eres defensa también, pues sus internadas por la banda son dificilísimas de prever y parar. Si continúa mejorando a este ritmo quién sabe si puede llegar a ocupar, para desgracia del Girona, el puesto que tanto le ilusiona desde que emigró a Inglaterra allá por el 2013: el costado derecho de la defensa del multimillonario Manchester City. El propio Guardiola quizás se haya arrepentido de fichar dos laterales derechos (Walker y Danilo) por una morterada (más de 90 millones de euros entre los dos) teniendo en la recámara a Maffeo.

Johan Mojica: ha sido, sobre todo durante el último tramo de temporada, la gran revelación de la temporada. Su polivalencia (se desenvuelve bien por las dos bandas) y su generosidad en el esfuerzo (trabaja como el que más) le han convertido en un jugador imprescindible para el preparador soriano. Haría bien el Girona en ficharlo cuando acabe la cesión.

Aday Benítez: la irrupción de Mojica le ha quitado minutos y partidos en estos últimos meses, pero sigue siendo uno de los jugadores más queridos por la afición y uno de los principales artífices del ascenso. Ha desbordado en la banda izquierda de los campos de Segunda como nadie. Su objetivo para 2018 es volver a ser titular, cosa que por calidad (tiene más talento que Mojica) puede hacer.

Aday Benítez destaca por su polivalencia. | Foto: Andrea Ruiz
Aday Benítez destaca por su polivalencia. | Foto: Andrea Ruiz

Carles Planas: llegado del Celta, las lesiones se han cebado con él y le han impedido mostrar el útil jugador que puede llegar a ser para el equipo catalán. Ojalá tenga más fortuna en este año que entra.

Cifu: fue el recambio natural de Maffeo durante los meses de Segunda. Jugó bastantes partidos, varios de ellos a buen nivel aunque por debajo del que dejó en su primera etapa en el club.