Semanas extrañas las que está atravesando Isco Alarcón. El que fuera el mejor jugador del Real Madrid a principio de temporada (sus exhibiciones ante Girona, Espanyol e Italia - esta última vistiendo la camiseta de la selección - así lo confirman) no está para tirar cohetes. El malagueño está ausente. Como si no fuera consigo la cosa. Como si la dinámica del equipo en La Liga, lo contagiara. 

El partido en Cornellá fue un ejemplo de ello. El de Arroyo de la Miel saltó al césped y completó su duelo menos participativo en meses. 56 pases. No se acercaba a tal número desde el pasado 20 de noviembre, precisamente contra su Málaga en el Bernabéu. Y resulta curioso, porque si en algo ha mejorado el mediapunta español en este último año, ha sido en la participación y la efectividad de su fútbol. Su proyección está orientada a eso. A moverse más. A tocar más. A ejecutar los triángulos de posesión que prácticamente hicieron campeón de todo al Real Madrid el curso anterior.

Quizá su estado de forma tiene algo que ver la nueva línea que están siguiendo los blancos. Zidane apreció un fallo en el tablero merengue: la falta de profundidad. Y, para solucionarlo, propició la entrada al once de dos futbolistas que aportan precisamente eso: Lucas Vázquez y Marco Asensio. Tanto el gallego como el balear han cobrado mucho más protagonismo en este tramo de la temporada que Isco. Y por supuesto, esto lleva a una simple consecuencia de causa-efecto. Lucas y Marco se paran menos. Son futbolistas verticales, directos. Que buscan la portería contraria. Aquí el "22" merengue sufre. Ya no recibe tanto el esférico, y ya no es capaz de liderar los ataques de su equipo como lo estuvo haciendo todo el 2017. Ese 4-4-2 en rombo que catapultó al Madrid de "Zizou", se está viendo poco en este comienzo de año. E Isco lo nota.

Quizá también influya el mal momento de su conjunto. No es fácil destacar y desarrollar un buen fútbol cuando tus compañeros están en horas bajas. No es fácil pasar el balón y no tener la convicción de que la pelota te va a volver. El mejor año natural de Isco llegó junto a cinco títulos del Real Madrid (primera vez que lo consigue en toda su historia). La correlación entre uno y otro está más que clara. 

O quizá, solo quizá, haya malacostumbrado a la afición a vislumbrar exhibición tras exhibición del malagueño. Todos los futbolistas (y mucho más los talentosos), pasan por rachas. Ozil, James, Hazard, Dybala. Todos ellos han tenido (y tienen) muchos altibajos en sus carreras y partidos. Los diez u once meses que firmó Isco fueron mágicos. Espectaculares. Fabulosos. Grandiosos. Espléndidos. Superlativos. De top 10 mundial. Es sumamente normal que haya pegado un bajón tras todo ello (tan solo ha anotado un gol en cuatro meses).

Eso sí, lo único que queda claro, es que si fue capaz de ofrecer tal nivel de juego durante tanto tiempo, es muy probable que lo vuelva a hacer más pronto que tarde. No hay más que ver el apodo que tiene. A Isco lo llaman "Magia". Y la magia siempre vuelve. 

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