Desde la llegada del entrenador granadino Lucas Alcaraz, el Almería ha visto como la delicada situación en la que se encontraba se ha revertido hasta posicionar a los rojiblancos en una situación de relativa calma en la clasificación. El conjunto andaluz se encuentra actualmente a cinco puntos del descenso después de haber conseguido un importante punto en casa del Huesca, que lidera la tabla de la categoría de plata.

Acostumbrados a sufrir

Como bien sabe el aficionado rojiblanco, el Almería es un equipo que acostumbra a rondar las posiciones de descenso durante gran parte de la temporada. De hecho, no se suele salir de las mismas o certificar la permanencia hasta la última jornada. Es un equipo habituado a pasar por situaciones límite y que salva los papeles in extremis. Con Fernando Soriano (temporada 2015/16) se firmó la permanencia en casa del Córdoba en la última jornada. El Almería necesitaba conseguir el mismo resultado que su rival directo en la clasificación, la Ponferradina, para poder certificar el objetivo. Al final se consiguió, pero no precisamente por mérito almeriense, pues fue Cristian Herrera el que anotó el gol de la victoria frente a la Ponfe que aseguraba la categoría. Soriano no consiguió mantener el nivel que había demostrado en las últimas jornadas de la pasada temporada y fue destituido en favor de Luis Miguel Ramis, que consiguió remontar la lacra de puntos que el excapitán había dejado en la primera vuelta. Esto permitió que el conjunto indálico llegase al último partido dependiendo de sí mismo para, finalmente, imponerse al Reus en el Estadio de los Juegos Mediterráneos.

¿Nuevo comienzo?

Con todo este contexto se llega a la temporada actual, que desde luego empezaba ilusionante. Ramis parecía haber dado con la tecla, sobre todo después de la gran vuelta, en la que había cosechado unos resultados propios de un equipo de play off. Sin embargo, volvió la cara más oscura del club y, después de un comienzo inmejorable, el Almería llegó a estar dos meses sin conocer la victoria. Un total de ocho partidos sin ganar de los cuales dos fueron empates, llegando a acumular cuatro derrotas consecutivas que concluyeron en la destitución de Ramis. El Almería militaba la plaza de colista, no existía un planteamiento claro de juego y parecía que los jugadores que se trajeron en el mercado de verano no mejoraban la plantilla de campañas anteriores. El primer paso lo dio Fran Fernández, entrenador del filial almeriense, que consiguió una importantísima victoria contra el Zaragoza (3-0) que daba un lavado de cara brutal cuando ya se conocía que Lucas Alcaraz iba a ser el próximo en sentarse en el banquillo. Esa victoria permitía al granadino trabajar con un poco más de calma de la que hubiese tenido de no ganar.

Llegó el cambio

­Todos sabían a qué venía Lucas, pues es ya la tercera etapa del técnico en el conjunto almeriense. Con Alcaraz prima la estabilidad defensiva, dejar pocos espacios, no encajar goles… algo que el Almería necesitaba como el comer. Después de lograr esta estabilidad era necesario encontrar un plan de juego que sacase lo mejor de los baluartes del club. Pozo ha dado un paso adelante y, si ya era el jugador más importante de la plantilla en cuanto a la aportación en ataque, ahora también baja a recibir, mueve el balón en el mediocampo, cambia el juego, filtra balones y asiste. Es un jugador que bien poco va a durar en el Almería y cuya marcha a Primera División es inminente. Otro pilar del Almería actual es Rubén Alcaraz: el francotirador de Segunda. Su aportación a balón parado ha dado numerosos puntos a los rojiblancos. El centrocampista barcelonés tiene un cañón por pie y ya ha conseguido ocho tantos esta temporada, cuatro de ellos de falta directa, situándose como pichichi destacado.

También era necesario empezar a conseguir puntos lejos del territorio andaluz. El Almería no conseguía ganar fuera desde la primera jornada en casa del Nàstic de Tarragona (0-1), pero conseguía hacer la media en casa, donde llegó a ganar cuatro partidos consecutivos. En el mercado de fichajes llegaron tres incorporaciones en posiciones necesitadas. Primer llegó Edoardo Soleri para apuntalar una delantera que solo llevaba dos goles entre tres futbolistas en toda una vuelta. Después Marreh Sulayman que, pese a parecer innecesario en principio por la abundancia de jugadores de sus características, el tiempo ha dado la razón a la directiva por la estabilidad y juego que el gambiano aporta a la medular. Finalmente llegó Lass Bangoura para cubrir el flanco derecho, una posición huérfana desde que se marchó Antonio Puertas.

Con la plantilla cerrada y con un once más marcado, el Almería empezó a mecanizar su juego y a tener un estilo más reconocible. Un equipo que juega a defender y a aprovechar el error tras pérdida, para plantarse en el área con contras verticales dirigidas por el mago Pozo. El club compite con cualquier equipo, como demostró contra el Huesca en la pasada jornada. Además, se ha aprobado la asignatura pendiente, que era ganar fuera de casa, llevando una racha de dos victorias a domicilio y un empate. Con los números que se tienen desde que llegó Lucas Alcaraz, el Almería podría estar disputando por entrar en los play off de ascenso. El Almería debe seguir luchando hasta conseguir los 50 puntos que tanto ansía el granadino. Hasta entonces, pensar en cualquier otro objetivo sería perjudicar los intereses del club. Si se consigue garantizar la permanencia con el tiempo suficiente para pensar en cosas mayores es otra cosa. Sin duda, se están estableciendo las bases para poder luchar desde el principio por otros objetivos la próxima temporada, en la que si se continúa con la línea actual, se puede aspirar a algo que de verdad ilusione a la marea rojiblanca. 

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Sobre el autor
David Roth
Estudiante de Periodismo en la Universidad de Sevilla