Dani Ceballos se enfundó la capa de héroe en el Villamarín. Salvó al Madrid y salvó a Solari en el campo que le vio crecer y que no trató precisamente a su chico como ese estudiante de erasmus que se va y vuelve a casa por vacaciones. Un señor campo que no se comportó como debía en el regreso del sevillano que, a pesar de su exilio a la capital, siente los colores de la afición que le abucheó. Ceballos se marchó al túnel de vestuarios con la sensación del que siempre juega el mismo número de lotería y, para una vez que toca, no lo había comprado.

Y es que solo le bastaron quince minutos sobre el césped para marcar un gol de falta, a dos del final, que daba tres puntos cruciales al Real Madrid. Tres puntos que retienen a Solari en el banquillo y que supieron a gloria para todos, menos para uno: para Ceballos. Mientras el resto de sus compañeros estaban en pleno éxtasis de felicidad, dando saltos y levantando los brazos, la cara del utrerano era un poema. Pidió perdón a su afición, sin celebrar el tanto, y cabizbajo regresó a la otra parte del campo. Dice mucho de él y dice mucho de aquellos que le pitaron. Cabe destacar que hubo gran parte del público que tras percatarse de lo sucedido, cambió los silbidos por aplausos. Algo es algo.

El momento del gol de Ceballos. Foto: Liga Santander.
El momento del gol de Ceballos. Foto: Liga Santander.

El hombre de la noche atendió a los medios de comunicación tras el partido y evidenció su malestar por los pitos. Dejó entrever que algo sin revelar sucedió con su venta al Real Madrid y la gente aún no lo sabe: "Es un campo que me lo ha dado todo, crecí aquí y no me esperaba este recibimiento, pero creo que no es el momento de hablar de eso y disfrutar de la victoria. Me voy con una sensación agridulce, por no conseguir el cariño de la que fue mi afición durante mucho tiempo. Lo mío con el Betis se destapará algún día, creo que le he dado mucho al club igual que ellos me han dado mucho". 

Desde el primer momento tuvo claro que la falta la iba a marcar. Por eso se la pidió a Ramos. Conocía al portero, Pau López, y había estado ensayando los lanzamientos directos en los entrenamientos: "Me veía con mucha confianza. Quería reivindicarme y Sergio Ramos lo sabía, me dijo que iba a meter la falta. Estaba Pau, le conozco de la selección y he metido el gol. Es una gran victoria y estoy feliz, pero me duelen los pitos. Han sido tres puntos muy sufridos, son de oro. Hemos tenido buenas sensaciones. Lo malo es que estas cosas no se pueden revertir. Se sabrá toda la verdad y no seré yo el malo de la película".