A lo largo de la historia, a todos los grandes Imperios o ejércitos más victoriosos les ha llegado su hora, la de la caída. Para estos, cuando la derrota viene, ha sido de manera estrepitosa. Y es que un equipo que lo ha sido todo en el mundo, cuando cae, cae de verdad. Porque si queda medio vivo, te vencerá. Otra cosa es que después de hundido se levante, que es lo que sucederá con este equipo, ya que lo lleva en su ADN.

El Real Madrid de Zidane ha sido el ejército que ha dominado el fútbol europeo y por consiguiente, mundial, en los últimos años y, cuando ha caído, lo ha hecho de verdad. No contra nadie en concreto, sino contra él mismo y contra un estilo repetitivo y monótono de juego.

Y no son solo las palabras lo que abalan esto, los números están ahí. A lo largo de su historia, el número máximo de derrotas que ha concedido el equipo blanco en una temporada ha sido 19 y este año ya lleva 15, a cuatro de su récord y a falta de siete partidos. La cosecha de tantas derrotas ha sido consecuencia, en una parte muy grande, de los goles encajados, puesto que la defensa de Chamartín es la que más encaja de todas las grandes ligas europeas. Un total de 60 goles en contra a falta de 7 partidos son números que sonrojan.

Lo usual, fácil y típico es culpa al portero. El mal estado de Courtois o la inseguridad de Keylor han sido el motivo, para algunos, de esto. Lo cierto es que Thibout no ha completado su mejor campaña, al belga le ha fastidiado su buen mundial y parece ser que algunos sectores madridistas se esperaban encontrar con un portero que los llevara a ganar el “triplete”; y Navas puede que haya recibido más tantos de los que debiera dado sus partidos jugados. Pero tanto el belga como tico han realizado actuaciones en partidos que han salvado a su equipo de un final peor. Para uno es el primer año y todo lo que conlleva, a otro, le han faltado minutos desde el principio de temporada. No hay que culpar a ninguno de los dos.

La inestabilidad de la defensa ha sido clave en el devenir del equipo. Carvajal más lesionado que jugando, ha sido sustituido por un recién llegado (que, aun así, ha cumplido); Varane ha estado levantando la Copa del Mundo hasta hace poco, Ramos no ha estado a su cien por cien en ningún tramo de la temporada, Nacho, poco acertado en sus pocos minutos y Vallejo ausente; o la debacle de Marcelo, irreconocible este año, sustituido por Sergio Reguilón, una de las revelaciones de la temporada, han sido motivos más que de peso para entender esta situación. Aparte, en los tramos cortos y mínimos que el conjunto ha tenido de buen juego, la defensa ha sido un desorden, pero los goles a favor venían, y poco a poco, no.

Evidentemente, la culpa entera no la tiene la defensa. Cierto es que el centro del campo no ha estado fino, y la delantera, apaga y vámonos. Una defensa comienza con un buen ataque y los goles a favor, de una forma u otra, neutralizan un poco los goles en contra.

Poco puede hacer ya el conjunto blanco con la temporada. Dejar que pasen los partidos e intentar dibujar en la afición un ápice de optimismo de cara a la siguiente temporada. Zidane poco puede cambiar y los jugadores, si lo hacen, llegan tarde. Nuevos fichajes llegarán, nuevas formas de juego y estilos se verán en el campo a partir del próximo agosto. Mientras, a esperar a que esta fatídica campaña pase lo antes posible. “Temporada nueva, vida nueva”.

El Real Madrid debe recuperar el prestigio que le corresponde y le ha correspondido en Europa siempre, y luchar porque estos números queden en el recuerdo como los pertenecientes a la campaña que precedió a una de las mejores de la historia. La temporada en el que el Imperio de Zidane resucitará.