Lo que mal empieza, mal acaba. Sin embargo, aquí existe una de las excepciones. El Real Valladolid comenzaba el mes con una derrota por dos tantos a cero en Valencia, el partido se disputó el último día de Agosto. Septiembre parecía que iba a decepcionar, y lo ha conseguido. El equipo no ha estado jugando bien en estos últimos partidos dando el balón al rival para que sea él, el que lleve la iniciativa del juego.

Osasuna y Granada han sido los dos rivales que han hecho jugar peor a los chicos de Sergio González y no sólo por sus méritos sino porque los pucelanos no supieron leer ninguno de los dos encuentros. Y Zorrilla como siempre, con un ambiente fantástico. Pero las cosas se hacen bien o no se hacen y este juego pobre generaba las primeras dudas de la temporada. Algo lógico sabiendo que la afición es tan y tan exigente. Pagar para ver a tu equipo dando esa imagen, era un reto. Pensaba que se trataban de unos valientes al ver a esos jugadores corriendo detrás del balón la mayoría del tiempo. En la grada, parecía que se estaba viendo un partido de tenis pero, en esta ocasión, en mede dos raquetas, sólo había una.

Llegaba el pucela con esa sensación a Barcelona, visitaba al Espanyol. Un equipo que tenía una racha similar a los blanquivioletas, incluso peor ya que estaba en descenso. Los nervios y los fantasmas del farolillo rojo aparecían si el equipo no hubiera reaccionado. Sin embargo, cayó la sorpresa. El Valladolid vencía a domicilio a los pericos consiguiendo la segunda victoria fuera de casa y colocándose en mitad de tabla con 9 puntos. Sí, sube la autoestima, sí, se puede decir que es un respiro como ha dicho el propio Sergio y sí, Septiembre es un mes para reflexionar. El cuerpo técnico debe de haberse dado cuenta que jugando como ha jugado en casa el pucela no iba a ningún lado e ir a por el empate en cualquier jornada no puede considerarse positivo.

Este fin de semana, vuelve el equipo a Zorrilla ante un rival complicado que tiene unos objetivos muy diferentes. Se trata del Atlético de Madrid, conjunto que deja sus dudas en cualquier campo que juega. La filosofía del ‘cholo’ se asemeja al juego de los vallisoletanos en casa. Dos entrenadores, misma idea juego, diferente resultado.