Nueva entrega de esta saga de artículos para actualizar la situación del Real Club Celta de Vigo. En el capítulo de hoy vamos a analizar la situación de los jugadores que fueron cedidos a otros equipos y que tras el 30 de junio tendrán que retornar a la disciplina celeste.

Si esta situación genera incertidumbre en cualquiera de las situaciones contadas en ediciones anteriores, se acentúa más en su caso. Son jugadores que en una planificación de temporada normal no contaron en los planes y que, a priori, tienen difícil volver a encajar. Si bien la planificación de la plantilla corrió a cargo de Fran Escribá, una posible continuidad de Óscar García, unida al carácter y tipología de juego propuesto, no generan unas expectativas positivas para ninguno de los casos.

Jozabed Sánchez, el mejor colocado

El caso de Jozabed es de esos que generan división en la grada. El sevillano llegó en la temporada 16-17 con un celta inmerso en Europa y ofreciendo en tres cuartos de campo una opción diferente de pase y búsqueda de espacios. Enseguida se asoció con Sisto, Aspas y compañía y ofreció una buena imagen, la cual conllevó a que el Celta ejerciese la opción de compra de 4 millones de euros al Fulham inglés. Sin embargo, el cambio de entrenador y el cambio de mediapunta a mediocentro más posicional provocaron que el nivel y la aportación de Jozabed se viera disminuida y generase dudas. Cedido en el Girona que inició la temporada con Unzué como entrenador, fue perdiendo paulatinamente el protagonismo.

Es un jugador con buen tacto de balón, eso nadie lo duda, pero parece complicado con los jugadores que hay actualmente en esas posiciones que pueda disfrutar de minutos. Aunque si bien es cierto que la más que posible salida de Brais Méndez por la no renovación de contrato y la falta de peso en los onces, puede abrir una oportunidad para un jugador de equipo que sabe asumir un rol secundario. Algo necesario en cualquier equipo con fondo de armario.

David Costas, la eterna promesa

David es uno de los pilares de “A Canteira”. Internacional en las categorías inferiores de la selección española, el central debutó con Luis Enrique en la temporada 13/14, donde jugó 17 partidos demostrando un desparpajo impropio de un jugador de 18 años. Ese exceso de confianza ha sido, a lo largo de los siguientes años, una de las armas de doble filo del vigués.

Expeditivo y con buen toque de balón, recaló en el Mallorca, Barcelona B, donde incluso llegó a debutar en primera y Almería, que posee una opción de compra obligatoria en caso de ascenso. El problema es que sin finalizar la temporada no se sabe cuál será la situación contractual del de Candeán a partir de junio. En el Celta parece que no tendrá más oportunidades, pues el intento de Costas por entrar en el once era una de las imágenes típicas de la pretemporada. Desde luego lo ha intentó siempre y puso el mejor de sus esfuerzos, pero no ha demostrado ser el central capital que el conjunto olívico necesita con tanta urgencia.

Robert Mazan, el peaje de Lobotka

Aunque sin relación de parentesco ni contractual, el caso de Robert Mazan recuerda a cuando el Celta tramitó el fichaje del central yugoslavo Goran Djorovic. Era un defensa impresionante, muy difícil de superar y que hizo una pareja de centrales brillante junto al “negro” Cáceres. Pero para hacerse con sus servicios había que hacer ficha a su hermano Zoran, que no jugaba a nada.

Aunque Robert sí que sabe jugar, está claro que está un par de niveles por debajo del nivel necesario para Primera División. Quizás el Celta aceptó pensando que por un lado completaba la plantilla con otro lateral izquierdo zurdo, algo que no se tuvo en muchos años cuando Jonny ocupó la posición y por otro contentaba a Stanislav Lobotka con un amigo en Vigo para acabar de convencerle. Sea como fuere el tiempo puso a Mazan en el aeropuerto para coger todas las cesiones posibles, desde Venecia hasta Tenerife con un denominador común, la suplencia. Es el único caso en el que parece que puede existir la opción de una rescisión de contrato.

El regreso de Emre Mor

Cuando el Celta anunció el fichaje de Emre Mor, el celtismo alucinó con que un equipo con un presupuesto tan reducido se pudiese hacer con los servicios de uno de los finalistas del Golden Boy. Ni que el Borussia se deshiciese por el precio de 13 millones cuando es conocido por hacer grandes negocios.

Los informes de casa Celta eran claros. Una bomba de relojería, mucho talento, pero poca cabeza. Un jugador fuera de su alcance si no fuese por los problemas que traía en las maletas. Pero la dirección deportiva lo vio de otra manera: si con el vestuario que tenemos conseguimos enderezarle no solo vamos a disfrutar de un futbolista brillante, sino que se podría revender y obtener un beneficio escandaloso. Lamentablemente la moneda salió cruz y, por una causa u otra, tuvo problemas con seguidores, compañeros, entrenadores y directiva. Demasiadas publicaciones en redes, poco en el verde y un cúmulo de lesiones debido tanto a mala preparación física como a actividades extradeportivas, cada vez que tenía una oportunidad la echaba por la borda.

En una jugada por minimizar las pérdidas el Celta cedió al internacional turco al Galatasaray, equipo entrenado por Fatih Terim, quien le hizo debutar con la selección nacional. Incluyó una opción de compra si se cumplían una serie de condiciones, pero Mor volvió a hacer de las suyas y dejó de jugar, hasta el punto en que el conjunto turco pidió rescindir la cesión a mitad de año. Fue entonces cuando recaló en Olimpiakos, aunque la trayectoria está siendo similar.

El 30 de junio volverá a Vigo. El gran problema para el Celta es que invirtió mucho dinero en él y que tiene contrato en vigor hasta 2022. Eso, unido a que el actual entrenador Óscar García no pasa una sola falta de actitud, nos podemos imaginar el desenlace. Bien es cierto que el catalán consiguió recuperar a Pione Sisto, aunque el problema del danés era diferente.

Nadie sabe si el Celta intentará por última vez reconducir la carrera del turcodanés, o buscará una vez más minimizar las pérdidas. La gran pregunta es si hoy en día hay algún equipo dispuesto a arriesgarse por Emre Mor pagando un traspaso que la directiva vea como suficiente.