El Sevilla FC viajaba a Bilbao con la esperanza de poner fin a su mala racha liguera tras la victoria en Champions. Sin embargo, vuelve a Nervión con una nueva derrota, y esta vez es una de las que duelen. Los de Lopetegui tuvieron el partido bajo control, pero las malas decisiones desde el banquillo y un notable cansancio físico terminó no solo igualando la balanza, sino inclinándola para el Athletic.

Las consecuencias del juego conservador

El Sevilla comenzó el partido por todo lo alto. En-Nesyri, que era novedad al empezar el partido en banda, abría la lata antes de cumplir los 10 minutos de partido. Hasta aquel momento, y después del mismo, el conjunto hispalense anduvo muy cómodo. El Athletic atacó con poco peligro, y el Sevilla se mantuvo sólido.

La idea de Lopetegui de salir con En-Nesyri como extremo daba resultado. El marroquí aprovechó su zancada para correr a los balones en largo y salir al contragolpe, y llegó bien en segunda línea a los centros desde la banda, tal y como ocurrió en una jugada nada más empezar la segunda parte. A pesar de todo, su gol no llegó de esta manera, porque fue más bien sacando su alma de '9'. Se colocó en el centro del área y le llegó un pase desde la línea de fondo de Ocampos que el africano definió a bocajarro, tocando el balón en un defensa, pero entrando en la portería.

El Sevilla mantuvo el partido bajo control hasta que llegaron los cambios. Lopetegui pecó de conservador y tuvo la mala idea de cambiar a En-Nesyri por el 'Mudo' Vázquez. El equipo perdió toda su profundidad y comenzó a sentirse embotellado en su área. Además, la entrada de Óliver Torres y de Gudelj no aportaron nada bueno al Sevilla, tan solo un intento de controlar el partido y buscar los tres puntos por la mínima.

El Athletic, a falta de 15 minutos para el 90, empató el partido, y el Sevilla se vino abajo. Los 'leones' sacaron todo su poderío físico y a los hispalenses se les echaron encima todos los partidos que venían de jugar cada tres días, y, diez minutos después el Athletic le dio la vuelta al marcador. Ya lo único que pudo hacer Lopetegui fue buscar la locura metiendo a Munir y a Carlos Fernández, que poco, más bien nada, pudieron hacer.

La garra salvó el partido

Se puede decir que quien ganó el partido no fue el Athletic, sino su espíritu guerrero. Los de Garitano no pudieron hacer mucho ante la solidez de los hispalenses, pero supieron aguantar hasta aprovechar el momento idóneo y darle la vuelta a la tortilla, consiguiendo tres puntos importantes.

A pesar de la victoria que han conseguido, debería haber preocupación en el Athletic. Durante todo el partido, prácticamente no han creado más peligro que algún que otro remate de cabeza fácil de atajar para Bono. Las alternativas de los vascos no van mucho más allá del centro y buscar el juego físico para hacer gol. De hecho, el primer gol surgió del remate de un córner y el segundo de un centro. Sin embargo, atrás han llegado a sufrir varias veces con las embestidas sevillistas.

El conjunto vasco tiró de aguante y esperó hasta marcar el gol y sacar tajada del subidón que este produjo en el equipo para dar el último golpe sobre la mesa. Se lleva así una victoria que da mucha fuerza a los de Garitano. Estos tres puntos alejan al club de los puestos de descenso, pero no deben relajarse; la permanencia en LaLiga no se consigue solo con garra.