Existe actualmente un debate futbolístico a nivel nacional relacionado con los estilos de juego utilizados por unos y otros equipos. Es un tema recurrente cada cierto tiempo que ha vuelto a coger fuelle después de que Carlo Ancelotti reconociera como elogio el hecho de que hablaran del Real Madrid como un equipo ‘cholista’. O lo que es lo mismo, un equipo efectivo, trabajador y que consigue victorias a través del esfuerzo colectivo y sin emplear un fútbol demasiado vistoso, al estilo del Atlético de Madrid del ‘Cholo’ Simeone.

El pasado viernes, el Granada se enfundó su traje más ‘cholista’ y doblegó al Zaragoza en un encuentro muy disputado con un resultado ajustado hasta el final que exigió la mejor versión en defensa de los de Aitor Karanka. El cuadro nazarí tuvo que remangarse y apretar los dientes para llevarse los tres puntos defendiendo un escueto 1-0, escenario inédito en lo que va de temporada.

El Granada supo sufrir y aguantó bien el resultado pese al buen partido que hizo su rival. Demostró que sabe competir en distintas circunstancias y que las intervenciones desde el banquillo surten efecto, como fue el caso de la entrada de Pepe y el paso a defensa de tres centrales para frenar el descosido que estaba haciendo Giuliano Simeone, hijo del creador del estilo que nos ocupa hoy. Por cierto, precisamente Simeone fue uno de los entrenadores que más elogió al Granada de Diego Martínez tras su primer encuentro en noviembre de 2019, con aquel jugueteo de toques en la banda entre los dos Diegos que quedó para el recuerdo.

Más que tres puntos

Por cómo celebró Karanka la victoria abrazando a un desfondado Callejón, por la presencia de la presidenta Sophia Yang en el palco de autoridades y tras las últimas semanas convulsas después de los malos resultados lejos del Zaidín, era evidente que lo del viernes no era un partido más y que había en juego mucho más que tres puntos; hasta los chavales recogepelotas lo sabían.

Ahora toca demostrar que se está mejorando, que el equipo gana en solidez y que es capaz de ganar fuera de casa después de demasiado tiempo. En Cartagena, con la ayuda de un buen número de aficionados desplazados, sería la ocasión perfecta.