"Qué pesados, ahora también vienen los miércoles", son las palabras de la señora cuya casa tiene vistas directas al Estadio Vicente Calderón. Nada más lejos de la realidad, ahora el Atlético de Madrid es uno de esos "grandes de Europa". Con la cabeza fría y el corazón todavía caliente, sin remordimientos y sin acusar el golpe. Así volvían los colchoneros a escuchar desde sus butacas- y no sin pronunciar algún que otro pitido- los acordes del himno de la UEFA Champions League. Los de Simeone con su táctica clara desde los primeros compases despacharon al equipo que se les puso en frente como si no se tratara del campeón de la Bundesliga.

Eficacia, no posesión

Salió el Atlético de Madrid con la cabeza fría sobre el tapiz del Manzanares; olvidándose de los corazones rotos y dispuestos a brindarle esa alegría que tanto pedían sus aficionados en el tifo con que engalonaron al Vicente Calderón. Pablo Simeone no daba sorpresas con el once, nada de pruebas, que bien es sabido que en Champions, y más ante el Bayern no se puede jugar. De tú a tú se desarrolló el partido.

El argentino apostaba por Fernando Torres, y el Niño ante su gente, a esa que dice deberle tanto, no defraudaba. Encabezaba la primera ocasión de peligro para los colchoneros, regateaba a la zaga alemana y cuando se disponía a lanzar, solo ante Neuer, Javi Martínez le robaba el cuero con el “¡uy!” de orquesta del Vicente Calderón. Todos los allí presentes aún siguen echando cuentas de cómo es posible que, en conformidad con las leyes de la física, la segunda ocasión del duelo de Fernando Torres acabara estampándose con el travesaño derecho de la portería de Neuer: el de Fuenlabrada recibía el cuero en el segundo palo, y con la portería vacía, remataba con la testa al palo. El Atlético avisaba.

Que en el fútbol manda la eficacia es un tópico ya sabido. Los rojiblancos no se hicieron con la posesión del cuero en ningún momento del primer asalto. Como un león que huele a su presa desde cerca pero espera el momento exacto para lanzarse sobre la yugular; no atacaron demasiado los rojiblancos, pero cuando lo hicieron la peligrosidad la sintió hasta en el último alma del Vicente Calderón. Tuvieron varias ocasiones los locales que cerca estuvieron de subir el primero al marcador.  Levemente conseguían llegar los de Ancelotti hasta la portería rojiblanca, pero de una manera u otra el esférico siempre acababa bajo la custodia de Jan Oblak. Fue en el minuto 35' cuando el Calderón se venía abajo, Griezmann y Carrasco se cansaban de avisar y subían al marcador el primer y único tanto de la noche, la cocinaba el francés y Carrasco le ponía la guinda al pastel. El león dejaba a su presa herida.

El Atlético no se achanta

El objetivo del Atlético en la segunda mitad se presentaba claro: mantener en pie el fortín, sin perder la cara al ataque. Ancelotti, con gran velocidad, gastaba sus tres balas en los primeros diez minutos de la segunda mitad: Robben , Kimmich y Hummels, salían como los misioneros enviados por su técnico para salvar a la expedición alemana, no lo lograrían. Simeone no se amedrantaba y buscaba el segundo, así lo demostraba con su primer cambio: quitaba al autor del tanto y metía en el terreno de juego, junto a Fernando Torres y Griezmann, a Kevin Gameiro. Se reunía la artillería. El cambio hacía su efecto, Fernado Torres tenía la última antes de ser sustituido, pero un error en el control le dejaba sin su buscada diana, se retiraba aplaudido y Gaitán entraba en su lugar.

Los colchoneros tenían el encuentro bajo control. Con el chisporroteo de llegadas que no llegaban a consumar demasiado peligro para los guantes de Jan Oblak curiosamente llegó en el lado opuesto del campo. Arturo Vidal cometía un estrepitoso penalti sobre Filipe Luis y el árbitro no dudaba en imponer la pena máxima. Griezmann cogía la oportunidad de sumar el segundo al marcador y darle la tranquilidad a los suyos, pero por cosas que parecen perseguir al francés en Champions, el cuero se estampaba contra el travesaño superior de la portería de Neuer. No subió el tanto al marcador, pero el Atlético sumó tres puntos a su casillero como el que sale a comprar el pan. Esta vez el que estaba en frente era el campeón de la Bundesliga. Eso para el Atlético ya no importa, tienen una obsesión; escuchen sus canciones.

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