El jugador más determinante de la liga BBVA 2013-14 ha sido Thibaut Courtois. Esta temporada ha ganado el trofeo Zamora por segunda vez y le ha dado La Liga al Atlético. La temporada que viene ya no jugará en La Liga. Han sido solo dos temporadas, pero el belga ya es historia. Antes de que Thibaut Courtois enamorase a media Europa, un portero con bigote de herradura y melena pelirroja ya había jugado en La Liga. Fue el primer portero belga en jugar en la máxima categoría del fútbol español: el precursor de Courtois. Custers también jugó dos temporadas en España, pero a diferencia de Courtois, su paso fue testimonial y salió del equipo por la puerta de atrás.

Theo Custers llegó al Espanyol en la temporada 81-82 con el cartel de crack. Urruti se había marchado al Barcelona y el Espanyol quería a un portero belga como recambio de Urruti. Era Jean-Marie Pfaff, no Theo Custers. Tres años más joven que Custers, Pfaff militaba en el KSK Beveren de la Liga Belga y era titular con su selección. Fernando Goywaerts, mánager de Custers, declaró a Mundo Deportivo que “Custers tenía que ser  titular” en la Eurocopa de 1980, pero que unas declaraciones en las que criticaba a Pfaff acabaron sentenciándolo al banquillo. A su llegada a Sarrià, Custers había sido internacional ocho veces. Solo fue internacional dos veces más hasta que se retiró. Pfaff acabó fichando por el Bayern de Munich, con el que jugó 156 partidos, y fue internacional en 64 ocasiones. 

El Espanyol se decantó por Custers por una cuestión económica. Su club anterior, el Amberes, atravesaba una mala situación y el meta pidió un aumento de sueldo que desembocó en una pelea con el presidente y media temporada cedido en la segunda división holandesa. Tras la cesión, el Espanyol pagó 15 millones de pesetas por Custers y le dio el aumento que pedía. Maguregui ya tenía al portero que quería. El fichaje era ilusionante. Mundo Deportivo le bautizó como “El Bigotes” y le colgó el cartel de crack. Maguregui estaba convencido de que habían fichado “a un portero de calidad” y que iba a demostrar que su fichaje no fue un error. El tiempo demostró que estaba equivocado.

 “No voy a defraudar a nadie”, prometió Custers al aterrizar en Barcelona el 19 de junio de 1981. “Vengo a jugar, no a hacer turismo”. Custers era bueno parando penaltis pero fallaba en las salidas. Él decía que no era culpa suya, que en Bélgica la defensa cubría los balones altos y que en el Espanyol “tenía que despejar”. “A quien no le guste que se busque a otro”. Su primera temporada fue buena: jugó todos los partidos de Liga y de Copa, ganó al Barça en el Camp Nou por 1-3 y volvió a ser convocado para el Mundial del 82.

El calvario de Custers empezó en el Mundial. Solo jugó un partido en todo el torneo y fue por lesión de Pfaff. Bélgica perdió 3-0 frente a Polonia con una actuación desastrosa de Custers, que no volvió a ser internacional después de aquel partido. La temporada 82-83 no jugó ni un minuto con la camiseta blanquiazul. El Espanyol había fichado a un portero camerunés, Thomas N’Kono, que estaría llamado a hacer historia en el club y que sentó a Custers en el banquillo. El club le dio la carta de libertad en septiembre de 1982 y Custers se marchó gratis al KV Malines de la liga belga. De ahí se marchó al KSV Bornem para acabar recalando en una liga amateur y retirándose en 1990.

Theo Custers declaró a Mundo Deportivo en 1982 que “tenía muchas cosas que decir” sobre su marcha del Espanyol y que de Thomas N’Kono solo sabía que era “un negro de Camerún”. Ahora, mientras N’Kono entrena a Kiko Casilla y a Pau López, Theo Custers guarda silencio.