Los platos no se rompieron. El Real Madrid cosechó un nuevo tropezón que agrava el momento que viven los blancos. Dos empates en casa, dos a domicilio, y cuatro encuentro sseguidos sin conocer la victoria. La afición castigó con pitos otro mal partido del equipo, que no supo en ningún momento superar el entramado defensivo planteado por Mendilibar.

El Éibar golpea primero

Zidane no se guardaba nada. El técnico blanco tuvo intención de inicio de alinear juntos a James e Isco en el centro del campo junto a Kroos, dotando al eje del equipo de mucha calidad para tener el balón y dominar el choque ante el Éibar. Pero unas molestias en el entrenamiento previo al choque apartaron al colombiano del once, dejando su lugar a Kovacic entre los titulares. El cuadro armero llegaba al Santiago Bernabéu con la intención de alargar la mala racha de los blancos de tres empates consecutivos. 

Cinco minutos tardó Fran Rico en conseguir el primer gol del partido

Y comenzaron dando un vuelco al ánimo de los madridistas. Apenas habían pasado cinco minutos de juego cuando Fran Rico, uno de los muchos mediocentros de alto nivel que ha dado La Fábrica en los últimos tiempos, logró libre de marca aprovechar un buen centro para, de cabeza, adelantar a los suyos.

La grada, que había venido con expectación comenzó a emitir algunos murmullos, dejando verse inquietud entre los seguidores. A pesar de ello, el inicio de los blancos había sido notable, con un Bale incisivo por derecha que ya había dejado atrás a su marca en dos ocasiones, y había probado el lateral de la portería de Riesgo.

Cristiano asiste, Bale iguala

Esa inquietud la vivió de primera mano Cristiano. El portugués, errático en un par de controles y pases, sufrió una pitada tras perder un balón y quedarse parado. Pero los grandes jugadores siempre aparecen, y así lo hizo el luso. Se hizo con un balón en izquierda, regateó a Capa y puso un centro al segundo palo para que Bale, solo, rematase picado y superase a Riesgo igualando de nuevo la contienda.

Apenas 10 minutos le había durado la alegría al Éibar, y que se intentó reponer con una gran internada por derecha de Pedro León, que se encontró con Navas cuando ya buscaba portería, resarciéndose de la jugada del gol, en la que se vio superado fácilmente por Rico.

Ander Capa hizo lo propio, tras detener una acometida a la contra de Cristiano después de haberse visto sorprendido por el luso en el tanto de los blancos. El partido lo dominaba el Madrid con cambios constantes de inercia en el juego pero pocas llegadas a la portería contraria. Con falta de fluidez, el balón no llegaba a zonas de peligro para los de Mendilibar, bien posicionados en el campo y sin dejar huecos que aprovecharan los madridistas.

Solo Danilo, con sus incesantes subidas por banda, creaba peligro para la zaga armera. El brasileño llegaba de forma constante a la línea de fondo, y en una de sus acometidas a punto estuvo de encontrar a Benzema, muy presionado, que no pudo encontrar la red. Acto seguido Crisitano aprovechó un despeje de cabeza de Pepe para montar una contra, y probar los guantes de un inédito Riesgo, que rechazó el zurdazo del luso como pudo.

Incertidumbre

Se tomó un respiro el Éibar con balón, tras unos instantes de agobio, moviendo el cuero de un lado a otro en campo contrario. Enrich, muy encimado por Pepe, no le daba una salida clara en largo al equipo, que buscaba las entradas por banda de Pedro León como principal vía de ataque.

A pesar del empate de Bale, el Madrid no dominó con claridad, y fue el Éibar el que tenía la pelota más tiempo en campo rival

Y lo hizo en serio, encerrando al Madrid de nuevo en su área y provocando que los pitos volvieran a aflorar, ante la pasividad en ciertos momentos del marcaje de los blancos. Enrich no pudo anticiparse a un Pepe activo en la marca, y Varane que repelía todos los balones aéreos con sus poderosos saltos. Cuando consiguió deshacerse el cuadro de Zidane de ese dominio, no supo qué hacer con el balón. Conducciones largas, poco movimiento sin balón y circulación escasa drenaban las opciones de éxito de los madridistas.

El primer tiempo se extinguió entre pitos de la grada y balones colgados del Éibar, y alguna salida cuando el tiempo lo permitía del madrid a la contra, aunque sin demasiado riesgo. Cristiano volvió a encontrar a Bale tras regatear a Capa, pero el galés se vio más presionado por la zaga armera, y no pudo cabecear como en el primer gol. Le devolvió la asistencia el de Cardiff al luso poco después, pero su remate también se marchó fuera, perdiéndose la última ocasión de los merengues antes del descanso.

Con los vascos tuteando al Madrid, sin reacción por parte de estos, los armeros culminaban un gran primer tiempo. Amparados en el trivote Escalante - Fran Rico - Dani García, los de Mendilibar dominaban en campo rival. Con Benzema inédito - apenas cuatro toques de balón en el primer tiempo -, Kovacic desacertado y Kroos demasiado retrasado, solo Isco le daba algo de movilidad al centro del campo, pero sin acierto.

Zidane trata de agitar el partido

No esperó ni un minuto el técnico francés para mover su banquillo en la salida de vestuarios. Nacho y Morata tomaron el lugar de Varane y Benzema en el campo. El punta francés, casi inédito en la primera mitad, le dejaba su sitio en la punta al madrileño, que salía de nuevo como revulsivo desde el banquillo.

La grada seguía en la misma posición que en la primera mitad. Isco perdió dos balones consecutivos por amasar el cuero en campo propio, y los seguidores lo 'castigaron' con otra pitada para un jugador del equipo blanco. El Éibar comenzó la segunda parte como terminó la primera, dominando, moviendo el balón en área rival y rompiendo líneas de la defensa blanca. 

La grada mostró su descontento con constantes pitadas a varios jugadores del Madrid

El Madrid intentaba volver a meter miedo con balones cruzados, de Kroos a Bale, que centró el galés, y que primero Isco y luego Cristiano no consiguieron convertir en gol. Sí lo hizo Morata en la jugada siguiente, tras detener Riesgo un cabezazo de Cristiano, pero el madrileño se encontraba adelantado y el tanto fue anulado por fuera de juego. 

Se asomó de nuevo el Éibar al área rival por banda. Pedro León centró buscando a Escalante o Enrich, y fue el primero el que remató, aunque su cabezazo se marchó elevado. Otro remate de cabeza puso en riesgo el empate, aunque en este caso, en la meta contraria. Un tremendo testarazo de Bale adelantándose al defensa, desde la frontal del área, impactó en el poste izquierdo de la portería de Riesgo, en la ocasión más clara del choque hasta ese momento.

El de Cardiff era sin duda el jugador más incisivo de los blancos, el que más pretendía llegar al arco rival, pero sin acierto. Un error en el control de Cristiano, cuando ya encaraba la meta de Riesgo, volvía a poner al luso en el partido. El de Madeira lo seguía intentando sin demasiado acierto, y unas veces por la actuación del portero, y otras por falta de puntería en el remate o el control le impedían sumar su segundo tanto de la temporada en Liga.

Sin capacidad de reacción

Los cambios, pérdidas de tiempo y errores en el pase hacían pasar los minutos con total tranquilidad para el Éibar. La grada se impacientaba, y Zidane en la banda se inquietaba. La sombra de un cuarto empate consecutivo sobrevolaba el cielo de Madrid, y nublaba el soleado día que había presidido el choque hasta el momento.

Morata apareció con acierto por izquierda, se deshizo de su marca y a punto estuvo de encontrar Bale en el centro, pero de nuevo Dos Santos se anticipó. El cuadro de Zidane comenzaba a dar muestras de nerviosismo, intentando llegar rápido al área de Riesgo sin madurar la jugada, y errando en el pase en exceso.

El Éibar sin embargo, esperaba cómodo su ocasión mientras los minutos seguían transcurriendo, y el Madrid no encontraba la manera de hacer daño. Ni por las bandas, ni combinando por el centro, ni arrancando de segunda línea, los de Zidane se encontraban cómodos ni podían darle la vuelta al marcador.

Y llegó el final. La música de viento volvió a sonar en el Santiago Bernabéu. La gente mostró su descontento con un equipo que sigue adoleciendo de actitud para llevarse los partidos, y que sigue sin encontrar la senda del triunfo. Cuatro empates en los últimos cuatro partidos. Y sin partidos hasta dentro de dos semanas.