Se abrieron las puertas y comenzó la acción en el Másters 1000 de Canadá, este año en la ciudad de Montreal que contará con la presencia rutilante de Roger Federer y Rafael Nadal. En la cancha central de la Rogers Cup, el inestable y cuestionado Nick Kyrgios debutó en una forma exultante ante el serbio Viktor Troicki. En lo que fue su primer enfrentamiento, el australiano estuvo enchufado, no se resignó fácilmente como en los tres torneos anteriores y mostró la versión buena que tiene dentro suyo. En apenas cincuenta minutos de juego, el joven de 22 años despachó con una holgura insoslayable al serbio por 6-1 y 6-2.

El comportamiento poco profesional, las actitudes inmaduras y el desgano habitual para afrontar las vicisitudes hacen que las enormes condiciones técnicas que Kyrgios tiene en su repertorio, queden marginadas. Nick es noticia, generalmente, por cuestiones extradeportivas, sanciones o por acciones inimaginables dentro de una pista de tenis. La realidad marca que el australiano tiene todo lo que se requiere para triunfar y vencer a los más grandes del deporte: un servicio fortísimo, una derecha impecable y tantos destellos de calidad que hacen que su nombre únicamente se asocie con los elogios.

Sin embargo, Kyrgios no solo es un excelente jugador de tenis. Su temperamento característico  que se ve invadido constantemente por la frustración y sus actitudes un tanto infantiles, impiden que el australiano se consolide en el ranking y se convierta en un jugador prácticamente descomunal. Luego de abandonar en las últimas tres ediciones disputadas en la temporada (Queen’s, Wimbledon y Washington), el número 24 del mundo comenzó con el pie derecho en Canadá. Brindó una exhibición de tenis, apabulló a un Troicki que jamás pudo hacer daño en el encuentro, y por suerte para los espectadores, su psique no se salió de eje.

Kyrgios aplasta al serbio

Desde el primer parcial se vio un Nick compenetrado e interesado por jugar al tenis. Y cuando él está conectado, su tenis fluye con mucha facilidad. El servicio fue un arma letal que le aportó grandes soluciones y al cual Troicki no pudo encontrarle la vuelta. A partir de ese golpe, el australiano condujo y dispuso de todas las libertades posibles para hacer del partido un espectáculo. Golpes ganadores, pocos errores y algún que otro punto de calidad para hacer enaltecer a los presentes fueron las virtudes que el nacido en Canberra implementó en la cancha central de Montreal. Con dos quiebres de ventaja y sin afrontar ningún tipo de inconveniente, se quedó con el primer parcial por 6-1 en tan solo veintitrés minutos.

El serbio y número cuarenta y cinco del planeta, Viktor Troicki, no pudo cambiar de imagen en el segundo parcial. Todo lo contrario, su tenis fue en desmedro, agigantó aún más las grietas existentes en su juego, cometió infinidades de errores y cedió su servicio a la primera de cambio. Kyrgios ganó dieciocho puntos consecutivos, colocándose de esta manera 5-1. En ese momento se presentaron las primeras cinco oportunidades de partido pero el australiano que se encontraba disfrutando de un partido con todo a su favor, no las pudo concretar tras desperdiciar varias ventajas en las que prefirió alimentar el show antes que cerrar el compromiso.

El australiano perdió solamente nueve puntos con su saque en el partido.

Sin embargo, el encuentro tenía un claro destinatario y el receptor del mismo llevaba el nombre de Nick Kyrgios. La velocidad en sus impactos y la rapidez con la que finalizó el partido visibilizan las abismales diferencias entre uno y otro. El australiano jugó impecable, perdió nada más que nueve puntos con su servicio (cuatro dobles faltas) y con un parcial de 6-2, avanzó a la segunda ronda del Másters 1000 de Montreal. Su próximo rival será el vencedor de la llave que enfrenta al estadounidense Frances Tiafoe con el italiano Paolo Lorenzi.