El 11 de septiembre de 2017 quedará como una fecha imborrable en la cabeza de Pablo Carreño Busta. Fue ese día cuando el español ingresó en el top ten del ranking ATP a base de  un juego sólido y parejo, y sorprendiendo tanto a sus máximos fanáticos como a él mismo, ya que superó rotundamente los objetivos fijados a comienzo de la temporada: finalizar el año dentro de los 20 mejores del circuito. Sin embargo, hay temporadas que dejan huellas cicatrizadas en la piel de los tenistas y que cristalizan en un horizonte cercano el principio de una carrera memorable.

Éste parece ser el caso del hombre nacido en Gijón: con 26 años de edad y con mucho amor propio, Pablo Carreño mostró una versión distinta a lo hecho en temporadas anteriores y una regularidad constante que le inflan los pulmones de aire y lo  invitan a soñar a lo grande. Durante el 2017, el español evolucionó minuto a minuto su tenis, aprendió a codearse con las máximas estrellas del deporte y se convirtió en una figura dominante en un año algo atípico por las lesiones y sorpresas que en él se produjeron.  

Estos logros tan gratificantes y difíciles de llevar a cabo para cualquier profesional, hicieron que Carreño finalice la temporada de una manera prodigiosa e inolvidable. Disputar una semifinal de Grand Slam (Us Open), una semifinal en la categoría Másters 1000 (Indian Wells) y participar en el Torneo de Maestros de Londres  no es una situación repetitiva y normal para todo tenista, pero sí fue un lujo que el gijonés pudo sentir en carne propia para redondear un año lleno de satisfacciones que le abrió las puertas a la élite del tenis y que lo inundó de esperanzas para el 2018.

El español comienza un año memorable

Pablo Carreño decidió iniciar su calendario, como es habitual, sobre la superficie de cemento en el ATP 250 de Sidney con el fin de preparar adecuadamente el Australia Open. Su mejor tenis no apareció durante toda esa semana y quedó eliminado en cuartos de final. Sin embargo, en la cita por el primer Grand Slam del año, el español comenzó a mostrar un tenis compacto y dio síntomas de que su tenis estaba en progreso. Venció a Peter Polansky y posteriormente a Kyle Edmund para luego disputar un partidazo ante el peligroso Denis Istomin que se deshizo del gijonés en el quinto parcial.  A pesar de la dura eliminación, lo mejor de la temporada comenzaba a partir de este momento, en su superficie predilecta.

Tras sufrir el primer tropezón en el Major de Australia, la gira de polvo de ladrillo se puso en marcha. Carreño, que no cuenta con un arma letal y diferenciador como otros tenistas, sí se caracteriza por ser un jugador intenso que devuelve y exige siempre una pelota de más. Sus golpes son todos similares,  regulares, constantes, y por eso, la tierra batida es el suelo preferido del español que basa su juego en peloteos largos desde el fondo de la cancha.

El Argentina Open, un torneo inferior pero que está creciendo con el paso del tiempo, acobijó en el mes de febrero al gijonés que supo aprovechar la carencia de jugadores de élite para arribar a la semifinal, donde chocó con Alexander Dolgopolov  quien luego se convertiría en el campeón. Después de este buen paso por Buenos Aires, Carreño continuó su viaje por Sudamérica para afrontar los torneos de Río de Janeiro y Sao Paulo.

Nada menos que en un  ATP 500 como Río de Janeiro, el español desató un nivel excelente: se vengó de aquel partido perdido con el ucraniano en Argentina y se metió en su primera final de la temporada. En esta instancia se enfrentó con Dominic Thiem que se encargó de derrotarlo por 7-5 y 6-4. A pesar de las eliminaciones, Carreño se lució con su juego a lo largo de la semana e hizo lo propio en Sao Paulo, cayendo en instancias decisivas (semifinal) con Pablo Cuevas. Sin preparación alguna sobre cemento, el español dio la gran sorpresa en Indian Wells, primer  Másters 1000 del año. Superando a grandes jugadores, Pablo consiguió avanzar hasta una nueva semifinal hasta chocar y ser eliminado por el suizo Stan Wawrinka.

Luego de seis torneos muy buenos, Pablo Carreño Busta notó un poco el cansancio de la acumulación de partidos, entró en un pequeño bajón tenístico y no pudo hacer mucho ante Delbonis por la primera ronda de Miami. Sin embargo, rápidamente viajó para afrontar el torneo de Monte Carlo: venció a Fognini y a Khachanov, y se depositó en la tercera ronda donde tendría su primera prueba de fuego de la temporada. Novak Djokovic se puso del otro lado de la red y, a pesar de la resistencia que ofreció el español, lo eliminó del certamen en tres duros y parejos sets.

Pablo consigue su primer título

Ya a mediados de año, el ATP de Estoril en tierras portuguesas se convirtió en el torneo más alegre para el actual número diez del mundo. Con mucha frescura y con la experiencia que fue recibiendo en todos los torneos anteriores, Carreño se consagró campeón del torneo al superar a sus compatriotas Tommy Robredo, Nicolás Almagro y David Ferrer, y haciendo lo propio en la final ante Gilles Muller, sumando  su tercer título como jugador profesional.

Ya consumado su éxito en Portugal y, tras breves y fugaces  pasos por Madrid y Roma, el español volvió a reencontrarse con su mejor juego en París. Un Carreño renovado pudo cumplir una excelente actuación en Roland Garros donde superó a  rivales de la talla de Grigor Dimitrov y Milos Raonic, y donde se perfiló seriamente como un candidato para pelear por el Másters de Londres de fin de año. Por el duelo correspondiente a los cuartos de final una lesión lo obligó a dejar la cancha cuando perdía 2-6 y 0-2 ante Rafael Nadal y le imposibilitó disputar, tiempo más tarde, el prestigioso torneo de Wimbledon. Ya a esta altura, el nivel de Carreño era superlativo.

En el tramo final de la temporada, Carreño disputó sin demasiado éxito los torneos de Montreal y Cincinnati (alcanzó la tercera ronda). El abierto de los Estados Unidos llegó y lo hizo con la particularidad de que muchas estrellas del deporte, por diferentes cuestiones, decidieron brillar por su ausencia. Esta situación enalteció las expectativas de Carreño que demostró a lo largo del año estar en condiciones de dar el gran salto. Y vaya si lo hizo; sin  ceder ningún set, eliminó entre otros a tenistas como Denis Shapovalov y Diego Schwartzman para meterse en la semifinal del último torneo grande de la temporada. Fue el gigante Kevin Anderson quien se impuso en ese duelo pero, sin embargo,  la hazaña de Carreño ya era una realidad.

Pablo Carreño se convierte en Maestro

El ritmo decreció en el tramo final del 2017. Con muchos torneos disputados y también muchas victorias, Carreño sintió la presión que recaía en sus hombros y no pudo hacer un buen papel en los torneos que le siguieron al Us Open. El Másters de Londres, que reúne a los mejores ocho del año, estaba por llegar y el español estaba dentro de esa nómina. Sin embargo, su juego desapareció y no fue capaz de superar obstáculos que le aseguraran su presencia en suelo británico. Así lo hicieron otros jugadores como Goffin y Sock, y dictaminaron que Pablo se quedara a un solo escalón del Torneo de Maestros.

No obstante, una lesión en la rodilla derecha de Rafael Nadal -que no le permitió continuar con vida en Londres- le  abrió el camino a su amigo que aprovechó la oportunidad para cumplir su sueño y  afrontar, quizás, uno de los certámenes más importantes del calendario. El esfuerzo realizado durante toda la temporada tuvo su recompensa y Pablo Carreño Busta se dio el lujo de finalizar el año de la mejor manera: enfrentó a Dominic Thiem y David Goffin (en ambos encuentros fue derrotado) por el grupo “Pete Sampras” y finalizó el año con las mejores sensaciones y con la ilusión de seguir ganándose un lugar en lo más alto del tenis mundial.  El 2018 contará con un Pablo Carreño ansioso por ratificar todos sus logros. Veremos si lo logra.