La historia de amor entre Rafael Nadal y el polvo de ladrillo es tan superlativa que pareciera que el español no es compatible con ninguna otra superficie. Pero es todo lo contrario, especialmente en Wimbledon, después de Roland Garros, el Grand Slam donde el balear registra más finales. Los resultados negativos de los últimos años quizás hicieron olvidar al Rafa que llegó a alcanzar la final cinco veces consecutivas. 

La primera final

Después de haberse despedido de manera temprana en el 2005, Nadal firmó su primera disputa por el título en Wimbledon en el año del 2006. Como después se le haría costumbre, el español llegaba con el título de Roland Garros bajo el brazo, pero con pocas expectativas ante los ojos del mundo del tenis. 

Superó su debut frente a Alex Bogdanovic (6-4, 7-6[3] y 6-4) y después la segunda ronda ante Robert Kendrick, con una remontada que logró después de haber perdido los dos primeros sets (6-7[4], 3-6, 7-6[2], 7-5 y 6-4). En tercera ronda se le cruzó una leyenda, pero aún así logró salir airoso, superando a Andre Agassi (7-6[5], 6-2 y 6-4). Para afianzarse en la segunda semana, eliminó a Irakli Labadze (6-3, 7-6[4] y 6-3). 

En cuartos de final enfrentó a Jarko Nieminem (6-3, 6-4 y 6-4), quien por entonces era el número 22 del ranking ATP. Después, tuvo que medirse ante Marcos Baghdatis (6-1, 7-5 y 6-3), quien venía de superar a una de las entonces promesas del tenis británico: Andy Murray. Así alcanzó su primera final en el All England Club, y lo hizo frente a Roger Federer, quien terminó llevándose el título (6-0, 7-6[5], 6-7[2] y 6-3) ante un Rafa que después confesaría los nervios paralizadores que le produjeron aquel encuentro. 

A un paso de la gloria

Nadal repitió su gran desempeño del 2006 en la temporada siguiente, aunque volvió a quedarse a las puertas de hacer historia. Al igual que el año anterior, Rafael había conquistado el Grand Slam francés frente a Roger Federer, pero esta vez sí que apuntaba su nombre en la lista de favoritos. 

El español superó una primera ronda arriesgada ante Mardy Fish (6-3, 7-6[4] y 6-3) y el segundo partido ante Werner Eschauer (6-2, 6-4 y 6-1). Su rival de la tercera vuelta sería alguien que después se volvería un viejo conocido: Robin Soderling, a quien derrotó en cinco sets (6-4, 6-4, 6-7[7], 4-6 y 7-5). En los octavos de final tuvo que llegar de nuevo al quinto parcial después de perder los dos primeros, y lo hizo ante Mikhail Youzhny (4-6, 3-6, 6-1, 6-2 y 6-2), número 14 del mundo en aquel certamen. 

Los sembrados siguieron apareciendo en el cuadro de Nadal. Tomas Berdych (7-6[1], 6-4 y 6-2) fue su rival en cuartos de final y por fin pudo volver a ganar en sets corridos. En las semifinales enfrentó a Novak Djokovic (3-6, 6-3, 4-1), aunque no pudo terminar su partido ante el serbio, quien se retiró en el cuarto parcial. En la final, Roger Federer volvió a llevarse el título (7-6[7], 4-6, 7-6[3], 2-6 y 6-2), pero esta vez con mayores complicaciones. Nadal logró forzar un quinto set e incluso tuvo un break point en la manga decisiva, el no convertirlo terminaría por perjudicarle en mayor medida. El suizo obtenía su quinto Wimbledon al hilo y Rafael tendría que conformarse otra vez con ser segundo.

Tocar el cielo

El 2008 significó la consagración de Rafael Nadal en los libros de historia del tenis. Su victoria ante el que por entonces era su rival de siempre, en la superficie aparentemente menos predilecta lo catapultó para siempre. El español por fin alzó los brazos en el último día de Wimbledon. 

Superó sin mayores complicaciones su debut, frente a Andreas Beck (6-4, 6-4 y 7-6[0]) y después remontó a Ernests Gulbis (5-7, 6-2, 7-6[2] y 6-3) para instalarse en tercera ronda. Con su victoria ante Nicolas Kiefer (7-6[3], 6-2 y 6-3) volvió a enfrentarse a Mikhail Youzhny (6-3, 6-3 y 6-1) en cuarta ronda, aunque esta vez con mucho menos drama. Los cuartos de final llegaron ante Andy Murray (6-3, 6-2 y 6-4), a quien también superó de manera contundente.

En semifinales dejó en el camino a Rainer Schuettler (6-1, 7-6[3] y 6-4), una de las sorpresas del torneo, para volver a citarse con Roger Federer (6-4, 6-4, 6-7[5], 6-7[8] y 9-7). Entonces la historia ocurrió y se produjo el que para muchos sigue siendo el mejor partido en la historia del tenis. La tercera fue la vencida para Nadal, quien de espaldas al césped desgastado se daba cuenta de que acababa de convertirse en leyenda. 

El regreso a la gloria

Nadal se ausentó de Wimbledon en la temporada 2009 debido a una lesión de rodilla que lo mantuvo fuera durante un buen tiempo. No obstane, Rafael volvió más fuerte que nunca en el 2010, en lo que sigue siendo su mejor año. En aquel entonces, el español terminó conquistando tres de los cuatro Grand Slam, incluído Wimbledon. 

La primera ronda lo enfrentó a quien por entonces era solo una promesa, y quien había entrado al torneo gracias a una invitación: Kei Nishikori (6-2, 6-4 y 6-4). Después, Rafa entraría en un par de dramas, primero ante Robin Haase (5-7, 6-2, 3-6, 6-0 y 6-3) y después frente a Philipp Petzchner (6-4, 4-6, 6-7[5], 6-2 y 6-3). La calma llegó hasta la cuarta ronda, cuando venció a Paul-Henri Mathieu (6-4, 6-2 y 6-2) para llegar a cuartos de final. 

Obtuvo su pase a semifinales luego de vencer a Robin Soderling (3-6, 6-3, 7-6[4] y 6-1) por segundo torneo consecutivo. Para llegar a la final, volvió a eliminar al favorito del público, Andy Murray (6-4, 7-6[6] y 6-4). Sin embargo, la final tenía a alguien inesperado. Tomas Berdych (6-3, 7-5 y 6-4) se afianzó como la sorpresa del torneo al eliminar a Roger Federer en cuartos de final y a Novak Djokovic en semifinales. Sin embargo, Nadal volvió a reclamar lo que no pudo defender en 2009 para concretar su segundo campeonato en la hierba de Londres. 

Cambio de estafeta

Por primera vez desde la final del 2007, Rafa volvió a caer en Wimbledon, y lo hizo ante otra de las leyendas vivientes del tenis. Sin embargo, el español volvió a tener un gran desempeño en el césped londinense, donde volvió a alcanzar la final. 

Inició con una victoria de trámite frenta a Michael Russell (6-4, 6-2 y 6-2) y después con otra ante Ryan Sweeting (6-3, 6-2 y 6-4). Superó a Gilles Muller (7-6[6], 7-6[5] y 6-0) y luego a Juan Martín Del Potro (7-6[6], 3-6, 7-6[4] y 6-4) para llegar a los cuartos de final. Mardy Fish (6-3, 6-3, 5-7 y 6-4) y Andy Murray (5-7, 6-2, 6-2 y 6-4) volvieron a cruzarse en su camino, pero ninguno de los dos pudo privarlo de alcanzar otra final de Grand Slam. 

Novak Djokovic (6-4, 6-1, 1-6 y 6-3) terminó como campeón y puso fin a la seguidilla de triunfos del español en Londres. Al igual que en la edición que acaba de concluir, Nadal demostró que no necesita de la victoria para comprobarle a todos que su tenis va más allá de la gloria de la arcilla. 

Su derrota en semifinales, nuevamente ante el serbio, sirvió para dejar atrás los fantasmas que auguraban que nunca más volvería a las últimas instancias de Wimbledon. Todo lo contrario, ayudó a confirmar que tanto el serbio como el español siguen siendo parte del presente glorioso de este deporte. Nadal no desconoce para nada las glorias que puede entregar la hierba.