Delfín Benítez Cáceres: la leyenda de 'El Machetero'

'El Machetero' vivió por y para el fútbol. Boca le sirvió de marco, sus goles inmortalizaban cada fin de semana el importe de su apellido en las masas de la ribera. Siempre audaz, intrépido y descarado en la cancha, Delfín Cáceres fue un extraordinario exponente del fútbol guaraní durante décadas. Aquí, su historia.

Delfín Benítez Cáceres: la leyenda de 'El Machetero'
Delfín Benítez con la camiseta de Boca.
vavel
Por VAVEL

En medio de conflictos internos y confusión política en Paraguay, Delfín Benítez Cáceres nació el 24 de septiembre de 1910 en el Barrio Mariscal López de Asunción. Su infancia siempre estuvo ligada al fútbol; desde muy chico formó parte de las categorías inferiores de Libertad, pues le quedaba fácil: su casa estaba justo al frente de una cancha, cruzaba la calle y la tenía ahí. Fue en ese humilde potrero donde aprendió a caminar y a dar sus primeros pincelazos de talento con la de trapo.

En la filial del gumarelo logró triunfar y ascender rápidamente al primer equipo. Su debut se efectuó en 1927 ante Olimpia cuando sólo tenía 17 años. Por cosas de la vida debía reemplazar a su eterno ídolo, Gerardo Rivas. Esa tarde de juerga resultó siendo el inicio de una carrera impecable: Libertad ganó 2-1 con sello de Benítez, quien marcaría el gol de la victoria.

Con el sobrenombre de “Nenito”, Delfín Benítez jugó cinco años con el club de sus amores, con el que logró salir campeón en una ocasión sin ser realmente figura (1930). El mismo año de su primera consagración como futbolista se disputaba el Mundial de Uruguay, donde se dio el lujo de jugar para su Selección con el título de ser el futbolista más joven del torneo, con 20 años. El combinado nacional, en ese entonces integrado por varios de los coronados campeones en Libertad, no pudo pasar la primera ronda, aunque logró derrotar con gol de Luis Vargas a Bélgica en lo que fue la primera victoria guaraní en campeonatos mundiales.

Jugó el Mundial de 1930 bajo el título de futbolista más joven del torneo, con 20 años.

Para 1932, con 22 años, es fichado por Boca Juniors, flamante primer campeón de la liga argentina profesional, pues apenas en 1930 el fútbol de aquel país dejaba atrás el amateurismo. Mario Fortunato, en ese entonces técnico del Xeneize (primero en ejercer el cargo como equipo profesional), le dio la chance de mostrarse ante el futuro campeón del certamen, River Plate; Benítez aportó los dos goles del triunfo (2-1) que dejaban entrever el exquisito pero rudo fútbol de Benítez.  De ahí en adelante nunca más dejaría el primer equipo, en el que más adelante compondría un dúo legendario junto a Francisco Varallo.

El artífice de su apodo será una vieja gloria del periodismo sudamericano: "El fortín de Vélez Sarsfield cayó en poder del machetero Benítez Cáceres", publicaba el memorable Diego Lucero para El Gráfico tras la fabulosa actuación de Delfín, un 16 de octubre de 1932 tras marcar su segundo doblete con la camiseta de Boca ante Vélez. “Un paraguayito duro, con coraje. No se sabe cómo llegó. Y enchufó. ¡En la primera de Boca! Aquel muchacho cobrizo, de pómulos de piedra y cuerpo flexible entró a abrirse camino como quien abre camino en la selva”. Aunque para ese año terminarían cuartos, Boca lo sellaría siendo uno de los equipos más goleadores; Francisco Varallo y Roberto Cherro encontraban en “El Machetero” un socio ideal.

En medio de la Guerra del Chaco librada en su país, donde las corajudas masas indígenas defendían lo suyo a punta de machete, el término más conveniente para describir su carácter parecía ése, “El Machetero”; Lucero no pudo describir mejor el avezado temperamento del pibe que en esos días muy pocos conocían.

El año siguiente, ya un poco más maduro, anotó 20 de los 53 goles de esa genial delantera que componía junto a Varallo y Kuko. El campeonato de 1932 es recordado por la famosa fecha decisiva jugada el 19 de noviembre que definía el campeón. Ese día, ante todos los pronósticos, San Lorenzo le arrebató el título a Boca, quizá su primer fracaso vestido de azul y oro.

Uno de los tantos equipos de Boca Juniors que integró "El Machetero". De los sentados, el quinto desde la izquierda

Su época dorada, paralela a la del club, deleitó masas con su recursividad al momento de definir frente al arco: de izquierda, de derecha, de tacón, de repente una chalaca que domingo tras domingo destrozaba centenares de gargantas. Formó parte del doblete de títulos en la década de los 30’s, conformado por la inolvidable camada de futbolistas que junto a Delfín Benítez hicieron de Boca un grande. En el torneo de 1934, primero de los dos ganados, “El Machetero” rompió redes en 22 ocasiones; para el año próximo, también glorioso, mejoraría dicha cifra, marcando 24.

"Se ganó el corazón de las hinchadas, de la boquense y de las rivales, porque era valiente, derecho, leal. Y fue amigo sin tacha y compañero de ley".

Acompañado del ya mencionado Varallo, los intratables Pescia, Lazzati, Cherro y Marante como principales figuras, "El Machetero"  triunfó y marcó una era en la institución bonaerense. 115 goles anotados en partidos oficiales le valieron el récord de mayor goleador extranjero en Boca, aún vigente.

En 1938 sus goles fueron transferidos a Racing, donde siguió siendo referente de gol. Aunque no pudo gritar campeón en sus dos años vestido de celeste y blanco, convirtió 23 tantos en su primera temporada (1939) en una mala campaña de su equipo, terminando séptimo en la tabla general. En 1940 lograría un reconocimiento que le era esquivo en su carrera: ser el máximo artillero de un campeonato argentino, en esa ocasión fueron 33 en 30 partidos, un número increíble.

Cuando Racing parecía el escenario perfecto para seguir derrochando su calidad, Delfín Benítez deja Avellaneda para jugar en Ferro Carril Oeste, un equipo chico; sin muchas aspiraciones. Sus números con el conjunto verdinegro no fueron los mejores. La situación tanto institucional como futbolística del ahijado de Caballito era devastadora. En tres años, Mario Fortunato, Carlos Calocero y José Della Torre dirigieron en diferentes periodos a un incapaz Ferro, que además de sus malos resultados, tampoco gozó de la magia de un apagado Delfín, quien materializó la pobre cifra de 21 goles en 66 partidos disputados.

Para 1944 Benítez decidió desvincularse de Ferro, la que fuera su casa por tres años. El fútbol argentino le decía adiós a uno de sus mayores exponentes. Argentina le dio a ‘El Machetero’ alegrías incontables; triunfos deportivos y personales: además de denotar lo mejor de su fútbol, Armando, su primer hijo, nacía entre festejos y noches de gloria. Su nuevo destino era el hoy desaparecido Sporting de Barranquilla, en Colombia, donde jugó fútbol amateur por seis años, dos más en entorno profesional (1950-1952). En la puerta de oro se casó y tuvo tres hijos: Delfín, Manuel y Liliana.

Al retirarse, con 42 años sobre la espalda y casi 20 de profesión, se marchó a Venezuela a dirigir a La Salle, equipo donde hasta se atrevió a jugar unos cuantos partidos. También dirigió al Club Deportivo Español, sacándolo campeón en 1959. En Venezuela tuvo a su quinto hijo: Ricardo.

Para cerrar esta semblanza, el gran Diego Lucero puede reseñar una magnífica carrera en pocas palabras: “Llegaron sus golazos con los tiros imposibles de derecha y de zurda, abriendo brechas entre defensas ásperas, que no daban cuartel y daban patadas. Allí se ganó el corazón de las hinchadas, de la boquense y de las rivales, porque era valiente, derecho, leal. Y fue amigo sin tacha y compañero de ley". Hace siete años Delfín Benítez Cáceres, sin duda uno de los apellidos que más brillan en el podio de los grandes, pasó a ser leyenda, una leyenda que jamás será olvidada por las masas futboleras del continente americano.

Agradecimientos a Armando Benítez, hijo de Delfín.