Los guerreros salieron al terreno de juego con la obligación que tiene cualquier campeón en su debut; ganar. Pero parece que los jugadores no entendieron correctamente que su campeonato aún estaba vigente, y que como tal, tenían que salir a defenderlo.
Apenas el sábado pasado sufrieron un descalabro en el Estadio Azul, y la Copa MX parecía una buena plataforma para diluir las dudas que venía generando en el inicio de la liga, con las punzadas frescas de la derrota frente a Cruz Azul.
Era aún temprano en el encuentro, el minuto 4 para ser exactos, cuando Néstor Calderón pondría al frente a los de la Laguna con un gol de gran hechura.
Un modesto equipo de Mineros se sacudió como pudo de tan tempranero gol. Se reacomodaron e intentaron hacerle frente a los de Torreón. Pero apenas dieciocho minutos después del primero, les cayó el segundo, en los pies de Oswaldo Alanís, muy cerca del manchón penal, en pleno corazón del área.
El panorama les pintaba una noche redonda, fácil, llena de goles para Santos. Sin embargo, disminuyeron en entusiasmo, y con el caminar de los minutos se fueron relajando.
Al minuto 84, en el umbral del encuentro, llegó Jhoaho Hinestroza y con mucho empuje sacó un disparo que besó las redes y se vistió de gol, un poema.
Se le venía la noche encima al equipo santista, que se amotinó en su propia cancha. Por su parte, los visitantes se desbocaron en busca del gol del empate, que, hizo presencia sobre la hora. Cisneros observó la meta, preparó y disparó para conseguir el gol que cellaria una noche oscura para el equipo local, que en 6 minutos vio como el triunfo se diluía en casa.
Silbatazo final, empate a dos tantos, sin más para ningún equipo. Repartieron puntos, aunque lo correcto sería decir que fue Santos quien los repartió. Los de la Comarca sellaron un debut frío, que deja más duda que ilusión a sus aficionados.