La final que no fue

La escuadra de Monarcas ha disputado cuatro finales en torneos de Liga, de las cuales una fue contra su próximo rival de este Clausura 2015, Rayados de Monterrey.

La final que no fue
(Foto: Agencias)
diianavega21
Por Diana Vega

Monarcas Morelia disputaba su tercera final, el rival a vencer era Monterrey. Para los rojiamarillos era un encuentro donde se jugaba más que un título, se buscaba revertir lo hecho en la final del Apertura 2002 cuando cayeron ante Toluca y solo 6 meses después estaban de nuevo peleando por el campeonato del futbol mexicano.

Pero el panorama no fue sencillo para Morelia desde el partido de ida donde Rayados aprovechó la localía y sacó ventaja en el marcador con goles de Erviti, Franco y Castro contra el solitario de Adolfo Bautista.

A pesar de ese 3-1 en contra la historia parecía no estar definida, todavía faltaban 90 minutos en los que los dirigido por Rubén Omar Romano buscarían darle la vuelta al marcador y quedarse con el título que los acreditara como campeones del futbol mexicano.

El partido de vuelta tuvo lugar en el Estadio Morelos el 14 de junio del 2003; ante un lleno total la escuadra purepecha salió al terreno de juego con la intención de controlar el balón y generar jugadas de peligro; sin embargo, Ricardo Martínez, arquero Rayado, transmitía a su equipo gran seguridad en cada una de las llegadas de la escuadra michoacana.

La esperanza de Monarcas recayó en la velocidad de Damián Álvarez, quien intentó penetrar en varias ocasiones por el lado izquierdo sin lograr concretar ninguna de las jugadas.

Los regiomontanos lograron manejar el encuentro de acuerdo a sus necesidades y se fueron al descanso con el marcador empatado a cero, mientras que por el lado rojiamarillo se notaba la desesperación que los llevó a tener poco control del esférico y a cometer faltas innecesarias.

Para la parte complementaria, Romano decidió incorporar en el ataque a Ismael Íñiguez para contar con más poderío en esta área; sin embargo, la forzada salida de Damián Álvarez debido a una lesión cambió el panorama por completo.

Con el paso de los minutos, la desesperación no solo se veía en la cancha, en la tribuna la afición rojiamarilla comenzaba a decaer al ver por segundo torneo consecutivo a su equipo perder una final.

Se dio el silbatazo final y Monterrey se coronó campeón del Clausura 2003 ante un Monarcas falto de contundencia que nuevamente dejaba ir una final.