"No llegan los resultados, pero sí llegan las enseñanzas". Con estas palabras, Rafael Puente del Río abrió la conferencia de prensa posterior a la derrota de su equipo ante las Chivas.

De lo primero que dijo, ya nos habíamos enterado. El Atlas ha perdido los cinco partidos en los que Puente ha sido el hombre al mando. Sobre las enseñanzas, tengo mis reservas. Si tu equipo se muere de nada un fin de semana sí y otro fin de semana también, es natural que se dude sobre los aprendizajes obtenidos.

El juego de hoy era lo único que le quedaba a la afición rojinegra. En una temporada para el olvido, con el total conocimiento de que la Liguilla es un imposible desde antes de medio torneo, el seguidor del Atlas esperaba, por lo menos, poder celebrar algo enfrentando al rival de toda la vida.

Suena muy triste (y lo es), pero la máxima aspiración de un aficionado hacia su Atlas era echarle a perder la fiesta al Club Deportivo Guadalajara. Bueno, la misión fracasó, y lo hizo de una de las formas más deprimentes posibles.

Nadie compite

Hoy, no sólo quedó confirmado que los Zorros no pueden remontar un marcador en contra, sino que, además, la mayoría lucieron apáticos ante la derrota parcial.

Camilo Vargas, Lorenzo Reyes, Mauricio Cuero (durante los minutos que jugó) y, por momentos, Ismael Govea y Brayton Vázquez, fueron los únicos que mostraron algo de vergüenza deportiva la noche del sábado. Nadie más pareció sentir el deseo de hacer algo por su equipo.

¡Es un Clásico, por el amor de Dios! Si un Estadio Jalisco repleto, con la gente encendida y la mitad de la asistencia gritando tu nombre en el partido más importante del semestre, no te motiva a hacer bien tu trabajo, es porque eres un muerto en vida. No se puede ser tan displicente en un partido de esta magnitud, vaya como vaya el marcador.

Durante años, el Atlas había sido una institución que nunca bajaba los brazos, que peleaba hasta el final y que podía perder, pero lo hacía con sus jugadores matándose en la cancha. Hoy en día, el Rojinegro ha dejado de competir, y eso que, a su llegada, Puente dijo que la afición se iba a sentir identificada con el equipo. Éste, sin embargo, es el Atlas menos atlista que puedo recordar.

Nervo: de no aparecer a jugarnos en contra

Parte del legado que permanece de la gestión de Leandro Cufré es la capitanía de Martín Nervo. Al arranque del Clausura, cuando todo mundo pensaba que 'Lolo' Reyes heredaría el gafete de Osvaldo Martínez, el ahora ex entrenador sorprendió a todos con la decisión de dárselo al central argentino.

Si uno se pone a analizarlo, es una decisión lógica viniendo de Cufré. Nervo es un defensor fuerte y agresivo, igual que el mundialista en 2006. Puede que Leandro haya optado por este jugador debido a que se veía reflejado en él. Pero, hasta la fecha, el rendimiento de Nervo ha dejado mucho que desear.

El capitán ya había mostrado problemas al marcar a los delanteros rivales, propiciando, incluso, oportunidades de gol en contra. Contra Chivas, el argentino se resbaló en un tiro de esquina, no hizo por recuperar su posición y, debido a ello, Jesús Molina marcó el primer gol (que ya sabemos cuánto le pesa al Atlas).

Posteriormente, después de la expulsión de Alexis Vega, los Rojinegros quedaron con superioridad numérica, pero no sería por mucho tiempo.

Uriel Antuna recorría la banda izquierda cuando Nervo le salió al paso. el atacante de Chivas hizo un recorte para quitarse al defensor, quien dejó la pierna y alcanzó a pisar a su rival. Jorge Isaac Rojas, quien, probablemente, sentía la necesidad de compensar al visitante (ya llegaré a ello), no dudó ni un momento y echó a Martín del terreno de juego.

Si la falta era merecedora de tarjeta roja o no, es discutible, pero el argentino le dio al silbante los argumentos suficientes para expulsarlo. Esta situación se pudo haber evitado fácilmente si Nervo hubiera sido más prudente al momento de entrarle a Antuna.

No estamos para experimentos

Tras la expulsión del capitán, la estructura del cuadro atlista debía ser modificada. Faltaban menos de 10 minutos para el descanso, por lo que puente, con toda seguridad, pensó que podía resolver la situación con los que tenía en cancha y hacer los ajustes importantes en el vestuario. Craso error.

Al no contar con un hombre que pudiera moverse directamente a la central, el estratega decidió recorrer a Govea y hacer que Edson Rivera, un delantero, bajara a ocupar la posición de lateral izquierdo.

¿Cuál fue el resultado de esta improvisación? Sencillo: tres minutos después del movimiento, Isaac Brizuela se quita con facilidad a Rivera, le sirve el balón a José Juan Macías y éste anota el 0 - 2.

Para arrancar el segundo tiempo, Brayton Vázquez, un defensa central nominal, entró en sustitución de Edson Rivera, pero el daño ya estaba hecho.

Congruencia, Isaac Rojas

Chivas no jugó un buen partido, pero así le ha alcanzado para sacar resultados en las últimas tres semanas. Atlas, por su parte, hizo todo para merecer la derrota en este Clásico. Vamos, que el arbitraje no es una excusa. No obstante, es necesario cuestionar algunas decisiones tomadas por el juez de este partido.

Se puede hablar lo que sea, pero, para mí, resulta evidente que a Jorge Isaac Rojas le pudo mucho la expulsión de Alexis Vega cuando decidió echar a Nervo. El saber que las Chivas jugaban con un futbolista menos, fue, sin duda, determinante para 'igualar la balanza'.

La entrada del defensor atlista sobre Uriel Antuna era de amarilla. Y, en todo caso, si Rojas la consideró merecedora de expulsión, su criterio debió haber sido el mismo Fernando Beltrán.

El mediocampista rojiblanco había sido, para mi gusto, mal expulsado, pero su pisotón sobre Jeremy Márquez fue de la misma magnitud que el de Martín Nervo. Por ende, si la jugada se revisó y Beltrán pudo seguir jugando con solo una amonestación, la sanción debió haber sido la misma con el central de los Zorros.

Lo que reclamaron los Rojinegros fue: ¿Por qué esta jugada si fue al VAR y, la que nos perjudicó a nosotros, no? El videoarbitraje es una herramienta muy útil para hacer más justo el juego, pero su existencia no puede sobreponerse a criterios arbitrales disparejos.

Un destello de orgullo

Dentro de todo lo malo que está pasando con el Atlas en este torneo, me quedo con un detalle del Clásico Tapatío: el penal de Mauricio Cuero.

Y no me refiero al hecho de que lo haya convertido en gol, sino a la decisión con la que fue a cobrarlo.

A pesar de que no tiene muchos minutos y de que muchos aficionados rojinegros lo han criticado, bastante, Cuero mostró lo que debe ser el espíritu del Atlas en un momento tan oscuro como lo estaba siendo el duelo ante Chivas.

Tan pronto como Jorge Isaac Rojas sancionó la falta en el área sobre Ignacio Jeraldino, el colombiano tomó el balón en sus manos, corrió hacia el punto penal y en ningún momento pensó en cederle la oportunidad a uno de sus compañeros. Él sabía que era su momento.

En un equipo en el que todos bajan los brazos y evitan el reflector, da gusto ver a un futbolista que, sin miedos ni dudas, intenta guiar a su equipo por un mejor camino.

Cambios inmediatos

Toda la parte deportiva del Atlas necesita una revolución a la voz de ya. ¿Cambio de entrenador? Me parece que sí. ¿Cambio de futbolistas? Desde luego.

Por supuesto, el Equipo del Paradero hizo una inversión importante en refuerzos, pero éstos no se han hecho sentir. Si vas a perder partidos, por lo menos, hazlo con gente que va a darlo todo por el escudo.

Si dependiera de mí, haría a Omar Flores el director técnico del primer equipo por lo que resta del torneo, sentaría a varios titulares y promovería a muchos del cuadro sub-20 para jugar en primera división. Me niego a creer que los jóvenes sean tan apáticos hacia la historia del club como muchos de los extranjeros parecen serlo.