Lo indefendible

Estos dirigentes inmorales que apelarán las sanciones a Pablo Aguilar y Enrique Triverio son el vivo ejemplo de la cultura de la impunidad en nuestro país: "pega, total, no pasará nada y si pasa, aquí está papá para apapacharte".

Lo indefendible
(Foto: Publímetro)
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Por Aser Oropeza

¿Con qué cara los clubes América y Toluca defienden a sus jugadores? ¿con qué cinismo dicen estar con ellos y tratarán de buscar una reducción de castigo con el Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS, por sus siglas en francés)? ¿por qué solapar, acariciar y darle más poder al cobarde que intentó agredir con premeditación, alevosía y ventaja?

No, esta no es cuestión de colores en la camiseta, ésta no es cuestión de instintos y vísceras para escribir un texto sin ton ni son. Esto es el claro ejemplo de una sociedad que en los últimos años ha visto en la impunidad la forma de actuar sin tener miedo de las consecuencias. Total, nunca va a pasar nada.

Cuando la Comisión Disciplinaria (tantas veces cuestionada desde este muy humilde espacio) da un castigo irrisorio a ambos jugadores, no contaban con los pantalones fajados de los árbitros para salvar lo poco que tienen de dignidad.

Y sí, muy poca, porque los vilipendian desde los escritorios de la Federación Mexicana de Futbol, desde las oficinas de los equipos nacionales e, incluso, desde su propia Comisión de Árbitros, quien les resta autoridad cambiando las cédulas arbitrales. Esas que son decisivas a la hora de imponer castigos a los jugadores de todos los equipos.

Pero llegó un hasta aquí, y no fue cuando se agredieron entre jugadores, porque de esos ejemplos tenemos varios lastimando con o sin intención a un compañero de profesión tan solo en este torneo. No fue con una gran bronca entre aficionados como la que se dio en Veracruz entre seguidores de Tigres y los escualos, tampoco se dio cuando un entrenador como Ricardo Ferreti pierde la cordura y amenaza a la afición porteña cuando asistan a Monterrey, situación que valió la raquítica pena de dos juegos de castigo y multa económica. Los árbitros se mantuvieron al margen de todo ello, sin opinar, sin interferir y haciendo su trabajo, bueno o malo, ya será otro tema, pero haciéndolo al fin. Fue hasta el momento en que se vieron amenazados por la poca cultura del respeto a la autoridad que existe en nuestro país y que se sintieron desprotegidos por un Presidente de la Comisión de Árbitros que está más ligado a los dueños del balón que a sus subalternos.

Y sí, en este país donde la impunidad se da en todos lados, desde Tijuana hasta Cancún, en el territorio nacional del “no pasa nada, mañana lo arreglamos” es donde se da este penoso incidente que podría dejar a dos futbolistas extranjeros sin jugar todo un año. Ojo, bien merecido se lo tienen.

Si el futbol como el deporte más popular en nuestro país, que genera las mejores cifras de raiting en televisión y al que más se le invierte en su carácter de profesional no da un ejemplo de lo que debe ser el comportamiento de un jugador profesional a los niños que quieren llegar a ser como ellos, estamos ante una debacle moral de la disciplina.

No debes enseñarle a un niño, en pleno juego transmitido por televisión, que pegar y esconder la mano es normal y aceptado. No debes mostrarle que a la autoridad arbitral puedes tocarlo con intenciones de dañarlo. Es inmoral, absurdo y abonas a una cultura del gandallismo y el arrebato que nuestra sociedad está cansada de vivirla el día a día.

No señores presidentes de los clubes, no solapen a los jugadores que por lo menos intentaron agredir a los árbitros, ¿con qué cara voltearán en un futuro a las fuerzas básicas para decirles: no, hijo, eso no se hace? No sean inmorales.

Botepronto: Qué ridículo el de las Ligas Mayores de Béisbol eliminando al equipo mexicano del Clásico Mundial, si no quieren que vayamos, ¿para qué nos invitan? ¡La porra lo saluda!

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Sobre el autor
Aser Oropeza
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