Una temporada siempre deja muchos momentos para el recuerdo, pero si uno destaca sobre el resto para el Iberostar Tenerife es sin duda la visita del Real Madrid al Santiago Martín. El 20 de marzo, una de las mejores plantillas de Europa cayó derrotada en la isla después de que los de Vidorreta jugaran un partido brillante en todos los sentidos. Pasarán años hasta que se olvide aquella brillante actuación de todo el cuadro canarista.
El choque se abrió con un intercambio de canastas en el que no se produjeron ventajas importantes, pero, tras un primer cuarto de tanteo, comenzó el festival aurinegro. Los chicharreros ahogaron el ataque madridista, y con una espectacular racha de acierto y un juego muy alegre les endosaron un parcial de 33-18 en el segundo periodo que llevó el delirio a la grada. La diferencia al descanso era de 13 puntos, pero aún quedaba mucho encuentro por delante.
El cuadro de la capital salió con fuerza de los vestuarios y redujo la ventaja a solo cinco puntos, pero el Iberostar volvió a convertirse en un huracán. De la mano de Richotti y Beirán, que jugaron un excelso partido, la distancia volvió a dispararse hasta alcanzar los 20 puntos de ventaja. El partido, a falta de prácticamente un cuarto completo por jugarse, estaba más que resuelto. El Iberostar había tumbado a uno de los mejores equipos del continente de la mejor manera posible.
Fue, junto con el derbi ante el Herbalife, el momento de mayor conjunción entre la grada y la plantilla. El Santiago Martín, completamente abarrotado, no paró de festejar el triunfo ni siquiera cuando la plantilla abandonó el parquet, y logró incluso que volvieran a salir de los vestuarios para continuar con las celebraciones. Pese a que el equipo no alcanzó finalmente los playoffs, el sueño pareció en aquel tramo de temporada más real que nunca. Independientemente de lo que ocurriese después, este triunfo quedará para siempre marcado con letras de oro en la historia canarista.