Real Madrid 2013: récords, títulos y expectativas

Gran año para los blancos. Campeón de Liga y de Supercopa, finalista de la Euroliga, líder invicto en competición nacional y continental, récord absoluto de victorias consecutivas (25-0). Este Madrid de Pablo Laso es un espectáculo. Vence y convence, tritura a sus rivales y fascina a los aficionados. Un proyecto ilusionante, pero con un enorme peso sobre sus espaldas: volver a reinar en Europa y revalidar el dominio patrio.

Real Madrid 2013: récords, títulos y expectativas
Felipe Reyes levantando el ansiado título de Liga (Foto:RealMadrid.com)
carlosdelarosa
Por Carlos de la Rosa Llano

Los blancos han vivido un año tremendamente positivo, tanto por la consecución de títulos como por la imagen deportiva. Un juego atractivo. Brillante y eléctrico en ataque, pero basado en una gran defensa que ha dejado a los rivales en guarismos irrisorios. Todo ello basado en la madurez del proyecto Laso, que cumple su tercer año con un bloque cada vez más definido y válido de jugadores.

Obviamente, no todo son campanas navideñas. A lo largo del 2013 el Madrid sufrió una importante derrota en la Copa del Rey a manos del eterno rival, pero lo más doloroso fue caer en la final de la Final Four. Después de una brillante competición europea, los madridistas encaraban el último reto con mucha ilusión. Desde hacía 18 años no se encontraban en tal situación. El más experimentado Olympiacos acabó con las esperanzas.

Todo ello parece haber "hípermotivado" a los de Laso, que, en la presente campaña, están mejorando marcas de antaño y rompiendo récords históricos de victorias consecutivas tanto en Liga como en Euroliga. Una apisonadora implacable que no sólo vence, sino que también convence y marca unas diferencia de basketaverage realmente alienígenas.

Con todas estas pinceladas, analicemos el año de los merengues por etapas y mayor profundidad.

El deseado título de Liga

La pasada campaña 2012/13, los blancos arrasaron en la fase regular. Recordar que la cerraron con un llamativo 30-4 y algunas de esas ínfimas derrotas se produjeron cuando el equipo ya era primero matemático con ventaja de campo en todos los play-offs y, por tanto, ya no se jugaba realmente nada. Al dominio y a la tremenda regularidad durante la campaña, se sumaron unas rondas eliminatorias inmaculadas hasta la final. En cuartos, cayó el equipo revelación, los compostelanos del Blusens Monbus por 2-0. En semifinales, las víctimas fueron los maños del CAI Zaragoza, que también sucumbieron por un contundente 3-0.

En la final, esperaba el clásico de toda la vida. El Barcelona dominador de la competición durante el último lustro y que había ganado la anterior Liga de manera agónica, pero ganado a fin de cuentas. Por ello, la final era más que una suma de partidos, era una verdadera reválida para los blancos: traspasar la línea, decantar realmente la balanza en el dominio del baloncesto patrio.

No fue fácil en ningún caso. La gente se esperaba un paseo del equipo que lo había ganado todo hasta el momento, pero el Barcelona es un conjunto veterano de mil batallas que le tenía la medida tomada al Madrid y le puso las cosas realmente difíciles. Finalmente, los de Laso vencieron por un ajustado 3-2, pero ganaron merecidamente un título liguero que no conquistaban desde el año 2007. Fue una inmensa alegría para jugadores, técnicos y afición. Un grito al cielo en el que se podía decir de forma clara que el Madrid era el mejor equipo de España.

Acariciando el sueño europeo

En la Euroliga, los merengues también tuvieron un año realmente destacado: fuertes tanto en el primer grupo clasificatorio como en el Top 16, pasando los dos con holgura y teniendo la ventaja de campo en la eliminatoria de cuartos. En ella, esperaba el Maccabi de Tel Aviv, todo un clásico de la competición continental, aunque un tanto en decadencia. Tres años atrás ambos conjuntos se enfrentaron en la misma ronda eliminatoria y los hebreos pasaron por encima de un Madrid todavía muy blando. Esta vez, las tornas cambiaron radicalmente y los merengues apalizaron al Maccabi 3-0 sin darles la menor opción de remontada en ninguno de los partidos. Con los mejores augurios posibles, el Madrid se plantaba en la Final Four y lo hacía con posibilidades reales de optar al título.

Recordar que en la última etapa de Messina (de hecho el italiano ya se había marchado con cajas destempladas y el entrenador interino era Emanuele Molín) los blancos ya llegaron a la F4, pero lo hicieron como un turista de pueblo que admira los rascacielos de la gran ciudad. No estaban preparados y fueron apalizados, quedando cuartos.

Ahora, el asunto era muy diferente. Felipe Reyes y compañía tenían la experiencia previa. Llegaban híper motivados: con jugadores muy experimentados como Rudy, comandando las huestes. En semifinales se encontraron al Barcelona. Otro partido trampa, otra guerra psicológica de primer nivel, otra posibilidad real de decirle al eterno rival: "Ahora, soy mejor que tú"; y el Madrid la aprovechó. Volvió a vencer a los catalanes y se plantó en la final europea por vez primera en 18 años.

En frente, el actual campeón: un Olympiacos inexpugnable con Spanoulis (MVP de la Euroliga) a los mandos de la nave. Muchas eran las expectativas, enormes las ilusiones de acabar la campaña con los títulos nacional y continental. Pero los sueños, sueños son y el Madrid acabó ampliamente derrotado en la final.

Fue la mayor decepción de la pasada campaña, una espina clavada que dolía más que nunca y que se podía ver reflejada en el rostro de veteranos, como el capitán Felipe Reyes. Tras rozar el mayor de los éxitos, miraba como Spanoulis levantada el imponente trofeo europeo con la melancolía del que puede haber perdido el último tren. Pero el proyecto Laso todavía tenía mucho que mejorar, crecer, sorprender... Y todo se gestó con los grandes cambios durante el verano.

Perfeccionando la maquinaria

El equipo funcionaba: se había ganado la Liga con grandes marcas y llegado a la final europea. El bloque era el adecuado y determinados jugadores como Rudy, Mirotic, Sergio Rodríguez o Carroll estaban a un excelente nivel, pero todavía había disfunciones en ciertas facetas. En otras ocasiones, la directiva blanca se había vuelto loca y cambiado el engranaje sin sentido, haciendo fichajes mediáticos, pero poco necesarios o ahorrando euros y trayendo a jugadores mediocres como Massey, Almond o Hettsheimeir, que no tenían la talla deportiva para estar en el club más laureado de Europa.

Pero tanto Jose Ángel Sánchez como Alberto Herreros supieron ver las necesidades reales del equipo y escucharon adecuadamente las recomendaciones de Pablo Laso: leyenda total como jugador, que comienza a demostrar que como entrenador también es un fuera de serie. Entre todos se sentaron y pensaron antes de fichar. Algo realmente clave, pero dejado erróneamente en segundo plano en épocas pretéritas.

Era evidente que el juego interior puro del Madrid cojeaba sobremanera. Partiéndose la cara, estaba Felipe Reyes, un gladiador eterno que puede jugar tanto de '4' como de '5'. Nunca falla y siempre aprovecha al máximo sus oportunidades, pero ya tiene 33 años y el número de minutos que puede disputar al máximo nivel va decreciendo. Marcus Slaughter estaba dando un correcto resultado como especialista defensivo y gran corredor del contraataque, pero ambos jugadores rondan el 2.04 y se necesitaba mucha más envergadura para intimidar y proporcionar puntos fáciles.

En esa faceta, tanto Mirza Begic como Rafael Hettsheimeir hicieron aguas. El gigante esloveno tiene un planta imponente, pero también una falta de actitud evidente. Se desconcentraba con facilidad, muchas veces no sabía leer el ritmo de los partidos, se cargaba de personales y pecaba de indolente para su estatura. Precisamente por eso, se fichó al hispano-brasileño Hettsheimeir, que por lo visto en su etapa del CAI Zaragoza tenía más carácter y mucho poderío físico.

Pero todo ello se quedó en una lejana utopía. Begic siguió blando cual mantequilla (en la Final Four se borró de una manera sonrojante), mientras que Hettsheimeir directamente no hizo ni acto de presencia. Pudo ser la lesión de rodilla de la que nunca se recuperó totalmente, quizá que el peso del Madrid era demasiado para él o que no entendiera el sistema táctico de Laso, pero lo cierto es que fue un auténtico cadáver en muchos encuentros y en los últimos 12 ó 15 partidos del equipo ocupó, con frecuencia, el banquillo de manera inexorable.

Teniendo todo ello en cuenta, era evidente que se necesitaban hombres grandes de verdad, en lo físico y en lo anímico. El primero en llegar fue Salah Mejri, pívot tunecino de 2.17 nombrado jugador revelación de la pasada campaña y máximo taponador de la liga. Un hombre de envergadura titánica, pero que puede correr la pista y la mete por abajo a la primera oportunidad que tiene. Su aportación está siendo correcta y, poco a poco, va teniendo más minutos en la Euroliga.

La verdadera clave de mejora fue el fichaje de Ioannis Bourousis, uno de los mejores pívots de Europa en la última década. Un tanque de 2.10 con un pundonor encomiable, una muñeca venenosa y un conocimiento del juego y el balance defensivo absolutamente saneados. Comanda a los compañeros en la zona, aporta puntos y rebotes y domina esos intangibles del baloncesto que hacen que la defensa blanca sea ahora más inexpugnable que nunca.

La tercera pieza sustituida fue en el puesto de alero. Carlos Suárez había perdido la confianza del entrenador y la afición. Su número de minutos decreció de manera exponencial y su papel era cada vez más marginal. Todo ello le estaba afectando de manera evidente y el de Aranjuez había perdido la confianza. Su marcha al Unicaja fue positiva para todos y, a cambio, entró en plantilla Dani Díez. Un chaval de la casa todavía verde, pero que apunta estupendas maneras.

A ello, hay que sumarle que el puesto de alero está perfectamente apuntalado por uno de los últimos en llegar la pasada campaña. Tremmel Darden está a un nivel excelso, siendo un sello en defensa y un complemento puntual pero eficiente en ataque. Nunca hay que olvidar que Rudy es tan polivalente que intercambia su trabajo de escolta con el de alero a la perfección. Por todo ello, los refuerzos han sido más que acertados y han propiciado un Madrid demoledor.

El imparable Madrid de los récords

Con toda la madurez adquirida y los eficientes recambios, en la presente campaña, los blancos son una verdadera apisonadora. La temporada comenzó con la consecución de la Supercopa de España en Vitoria (la segunda consecutiva de los merengues). En semifinales, se ganó al Bilbao Basket de 38 puntos y en la final volvió a derrotar al Barcelona por 83-79.

Era un comienzo prometedor, pero la gente no podía ni soñar lo que vendría a continuación. Desde finales de agosto hasta la actualidad, han pasado ya algo más de cuatro meses y el Madrid no ha perdido nada. Literalmente, lo ha ganado todo. Los dos partidos de Supercopa, 10 partidos de Euroliga (arrasando a todos y cada uno de los rivales europeos por medias mostruosas, como de 50 puntos al Efes) y 13-0 en Liga. La última víctima justo antes de terminar el presente año volvió a ser una vez más contra el Barcelona (98-84), al que no dio ninguna opción en un abarrotado Palacio de los Deportes.

Como una leyenda no escrita, como un círculo que se cierra, los blancos culminan año venciendo al eterno rival y firmando una marca de 25-0 en victorias oficiales consecutivas. Algo que supera el récord de aquel Madrid insultantemente superior y comandado por el eterno Ferrándiz en la década de los sesenta y primeros setenta. Bien es cierto que aquel equipo lo ganaba todo, incluidos títulos nacionales y europeos; nada se le escapaba. El Madrid de Laso tiene la cuenta pendiente de revalidar título nacional, reconquistar la Copa del Rey (aunque ya la ganó su primer año como entrenador) y, sobre todo, alcanzar el máximo galardón europeo que tanto se resiste.

Pero todo ello, ya se verá a lo largo de este apasionante 2014 que acaba de nacer. Lo cierto es que este tercer año del proyecto Laso está siendo irremediablemente ilusionante, espectacular y digno de aplauso. El Madrid gana sus partidos por medias que rondan los 25 puntos tanto en Liga como en Euroliga; es el mejor en valoración total de sus jugadores; el que más puntos anota y el que menos recibe; el mejor reboteador y taponador. Una auténtica máquina total.

Protagonistas del éxito

Toda esta etapa dorada del Madrid está ocurriendo porque el proyecto es sólido, porque la directiva se encuentra muy centrada y receptiva con la realidad y necesidades del equipo, porque el entrenador es un enfermo (en el buen sentido del término) del baloncesto, un erudito que vive 24 horas para esto. Estudia a los rivales a la perfección y está encima de cada uno de sus jugadores para que no exista el menor ápice de relajación o auto complacencia.

También, muy relevante ha sido el escenario. La vuelta al Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid no es hecho baladí. Este magnífico pabellón con capacidad para 15.000 espectadores es un templo del baloncesto. Ya fue clave durante los años ochenta, cuando Corbalán, Iturriaga, Romay y compañía levantaban a la gente de sus gradas. Tras el funesto incendio que lo arrasó hasta los cimientos, el Madrid se quedó huérfano de una cancha digna de la historia y afición del equipo.

Muchos han sido los escenarios por las que ha vagado el Madrid durante la última década: Raimundo Saporta, Vistalegre, Madrid Arena y la Caja Mágica; pero ninguna complacía ni llenaba. Casi coincidiendo con la llegada de Laso el remodelado Palacio volvía a abrir sus puertas al baloncesto y los taquillazos están siendo de escándalo. Se ve bien desde todas las repletas gradas y se está convirtiendo en un fortín inexpugnable con nombre propio como lo fue la Mano de Elías de Tel Aviv o la Sala Pionir de Belgado (en la que por cierto debutan los blancos en el Top 16).

Entrenador, directiva, pabellón, afición. Todos son protagonistas del éxito y los récords, pero más que ninguno los jugadores. No pasa desapercibido para nadie que muchos se encuentran en el mejor momento deportivo de sus carreras. Es el caso de Nikola Mirotic, jugador más valorado tanto en Liga como Euroliga, y considerado el mejor jugador internacional que no está jugando en la NBA. De hecho, ya está drafteado por los Chicago Bulls y sus directivos han venido a Madrid es su busca. Renovarlo será imposible si el ala-pívot quiere cruzar el charco, pero disfrutar de cada uno de sus recursos técnicos no tiene precio.

También, está a otro nivel Sergio Rodríguez. El Chacho lo pasó mal en su experiencia americana, en la que no tuvo ni minutos ni continuidad. Su fichaje fue un tremendo acierto, pero Messina ni supo ni quiso entenderle. Ha sido con Laso, un base puro como él, con el que se ha ido rehabilitando año tras año hasta convertirse en el playmaker más decisivo de Europa en la actualidad: asistiendo como los ángeles y enchufando desde la larga distancia con clarividencia.

A ellos, se suma un Rudy líder, polivalente, descarado, motivador, maduro y con hambre insaciable de títulos. Un hombre franquicia que hacía falta en un equipo muy desdibujado en los años anteriores. Llull está cada vez más asentado y eléctrico, Carroll es un tirador de raza que es un auténtico microondas desde el banquillo y Reyes da auténticas lecciones de cómo aprovechar los minutos y dominar la zona.

Estadísticas de otro mundo

Plasmado en números, el Madrid es el mejor conjunto en múltiples facetas, tanto en la Liga como en la Euroliga. Entre ellas, cabe destacar que es el único equipo invicto a estas alturas en todo el viejo continente (25-0). Hasta hace poco el Olympiacos le seguía la estela en esta monstruosa faceta, pero cayeron contra sus vecinos del Panathinaikos en la Copa griega (65-59), dejando a los blancos como únicos imbatidos.

En ataque, son la mayor potencia de fuego de largo. Sus medias están cercanas a los 90 puntos por partido. Ello, sumado a su impresionante defensa (dejan a los rivales en una media de 66,5 puntos), hace que tengan el balance más saneado tanto en la liga española como en la Euroliga, con una valoración escandalosa que ronda los 115 puntos por encuentro.

Esta maquinaria mantiene el imparable nivel gracias al reparto y utilización de todos los recursos. Los 12 jugadores de la plantilla juegan más de 10 minutos de media, pero ninguno supera los 25 minutos por partido. Ello permite que todos estén enchufados y en forma y que ninguno se cargue especialmente, por lo que todavía no han sufrido ninguna lesión muscular o por estrés.

Por último, destacar la imponente capacidad para remontar los partidos. En la inmensa mayoría de los encuentros, el Madrid toma una ventaja imperial en los primeros dos cuartos y luego se dedica a mantenerla o incrementarla sin piedad hasta el final del duelo. Sin embargo, los partidos en los que ha ido por detrás en el marcador (siendo el más claro ejemplo el duelo contra el Valencia en que llegó a perder de 14 puntos), ha remontado con solvencia, ganando por ventajas finales cercanas a los diez puntos.

Por todo ello, los blancos son una maquinaria compacta, con una inmensa polivalencia en las rotaciones y un papel perfectamente asignado y asumido por sus jugadores. Aunque haya algunos destacados nadie en la plantilla se siente inútil, porque todos saben que Laso reparte minutos. Los números secundan este dulce momento, pero todo debe aún materializarse en un 2014 tremendamente exigente y en el que alcanzar la novena Copa de Europa es de nuevo obsesión.

Foto 1 Wikipedia

Foto 2 Cronicanorte.com

Foto 3 4.bp.blogspot.com

Foto 4 Golpedeestadio.com

Foto 5 Terra

Foto 6 Defensacentral.com

Foto 7 Marca

Foto 8 Marca

VAVEL Logo
Sobre el autor
Carlos de la Rosa Llano
Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y en Derecho por la UNED. Redactor jefe del Real Madrid de baloncesto en VAVEL, corrector y editor de la revista literaria El Mar de Tinta, experiencia previa en grandes empresas como Cadena SER y RNE. Doctorando especializado en Redacción periodística, Abogado, Master en Derecho Privado, miembro del ICAM y la Asociación de la Prensa de Madrid desde hace 10 años.