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Era su decisión

Derrick Rose, castigado sin competición oficial desde hace año y medio, encara una nueva temporada, ya recuperado, sobre el parqué.

Era su decisión
Era su decisión (foto: Zimbio).
ninozurich
Por Antonio Pulido Casas

Hace unos días cumpliste 25 años, apenas un cuarto de siglo te bastó para serigrafiar tu nombre en el baloncesto. Rodaste tan bien el balón que, hace cuatro años, fuiste Rookie of the Year con números de mejor veterano (16,8 puntos, 6,3 asistencias y 3,9 rebotes); hace tres, ya te convertiste en All-Star como si chocaras la mano a Durant (con el que ganaste el Mundial ese verano) cada año; hace dos, alzaste el MVP de la temporada como el más joven en conseguirlo, un lugar que en Chicago sólo consiguió un tal Jordan, y, hace un año y medio, tu rodilla se convirtió en arena. Ahora, hace tiempo que te esperan.

El rojo impregna la camiseta. El negro lo consume todo. El dolor invalida y nubla la mente. Chicago Bulls adolece de artritis en el alma desde que Derrick Rose acariciaba su rodilla izquierda, preso del pánico, como si quisiera remediar con calor los próximos 18 meses, tan gélidos que le inmovilizaron una campaña completa. Ni el volver, ni el pruébalo, ni los seguidores, ni siquiera Adidas consiguió aproximarle a la cancha. Era su decisión.

Le hablaron de correr cuando veía una pista de chinchetas. Que machacara en un terreno hundido. Que se levantara cuando su prótesis era una camilla. Que mirara al aro con una almohada en la nuca. Que zigzagueara cuando su rótula ya bailaba en estático. Que descansar y esperar sólo atrofiaría músculos y mente. Que debía volver ya. Que su equipo le necesitaba. Que se diera prisa. Que se decidiera.

La figura de Rose caló soberanamente. A base de descaro, convirtió el crossover y el amago en el medio y a los Bulls en el fin hacia una evolución post-Jordanesca, desde abajo. De hecho, desde el último título de NBA, en 1998, sólo en tres temporadas consiguieron clasificarse para playoffs (de 10 posibles). Con Rose, siempre lo hicieron, lo que, en cierta forma, hace que la grada equipare dos etapas ilusionantes tan frecuentemente como el base descose zonas.

Sea este el motivo de la nostalgia que le rodea, es comprensible que se aguardara con ansia su vuelta el 4 de octubre, ante Indiana Pacers (20 minutos, con 13 puntos, tres asistencias y dos rebotes), y el 8, frente a Memphis Grizzlies (23, con 13/3/4). En ambos, titular. Sendos, también, partidos de pretemporada que bien sirvieron para despejar fabulaciones en torno a su giro, finta y entrada a canasta. Lo hizo todo y hasta machacó. Ya hay sonrisas.

Y frote de manos.