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La Pizarra de Las Finales: el talento es imparable

Con ambos entrenadores apostando por quintetos pequeños, se generó el ecosistema adecuado para que brillaran las individualidades por encima del resto. La primera gran exhibición en Las Finales de Stephen Curry eclipsó la heroicidad de LeBron y el título de campeón queda visto para sentencia.

La Pizarra de Las Finales: el talento es imparable
Fotomontaje: VAVEL
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Por David González

Último cuarto. Partido igualado. LeBron James en un lado. Stephen Curry en el otro. Recital de penetraciones imparables, triples imposibles, un dominio de la escena histórico y un manejo de balón inverosímil. Anoche, por primera vez en esta serie, disfrutamos del cara a cara entre los dos jugadores más decisivos del planeta. Un duelo servido en bandeja por el planteamiento de Steve Kerr iniciado a finales del tercer partido y al que ayer se sumó David Blatt. Con small basketball como marco, se generó el ecosistema perfecto para que brillaran las individualidades. Analicemos el qué, el cómo y el porqué del histórico quinto partido entre Golden State Warriors y Cleveland Cavaliers.

A pesar de apostar de inicio por mantener a sus dos hombres altos, el arranque de Golden State, hiperactivo en el robo y huracanado en la contra, provocó que el entrenador novato de Cleveland se adaptara al estilo de Golden State en busca de la hazaña más imposible: derrotar a los Warriors en su hábitat de ritmo, espacio y elevada anotación.

Esta imagen simboliza a la perfección el small basketball que se produjo anoche en el Oracle Arena. Tristan Thompson (2.06m) y Harrison Barnes (2.03m) son los hombres más altos de cada uno de los equipos. Situación perfecta para que brillen los tiradores y domine, por encima de todo, la calidad individual.

Durante este primer cuarto, David Blatt llevó el small basketball a su máxima expresión juntando en pista a Dellavedova, JR Smith, Shumpert, Jones y LeBron. Situación que provocó ver los trazos de la evolución actual del baloncesto: un jugador ocupando cualquier posición en la pista.

Estas dos imágenes nos muestran a un LeBron actuando de base en defensa emparejándose sobre Livingston y a un LeBron ejerciendo de pívot en ataque, percutiendo sobre la marca de Green. Sin duda la ejemplificación del baloncesto moderno, del futuro más próximo de este deporte.

Bajo este contexto se desarrolló el partido y sólo un heroico LeBron James, generador del 77% de los puntos de su equipo anoche, permitió que Cleveland llegara con vida a los últimos minutos a pesar de vivir bajo el ecosistema warrior. Fue en esos compases finales cuando el talento explotó para sentenciar estas Finales.

Manejo inhumano de balón para burlar la defensa de un 2v2 y rasgar la zona a su antojo. Deliciosamente imparable.

Triple tras bote en la cara de Dellavedova después de haberle bailado con su hipnotizante manejo. El mejor tirador de la historia.

Triple que echa por tierra cualquier teoría sobre la limitación en el rango de tiro de los jugadores. El talento por castigo. El talento destrozando unas Finales.

Y así fue como el actual MVP, después de ver cómo ambos entrenadores ajustaban una vez tras otra hasta generar un ecosistema propicio para que la calidad fluyera, apareció en Las Finales para anotar 17 puntos en el último cuarto, darle a Cleveland una puñalada directa al corazón y dejar el título de campeón a un paso de su regreso a Oakland.

Cuando el talento sobrepasa las pizarras. Cuando el talento va más allá que cualquier táctica. Stephen Curry.