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Daniel Ricciardo seca a los Mercedes en Hungría

El piloto australiano consigue la victoria en Hungaroring en una carrera para guardar en la videoteca. La lluvia fue clave en las primeras vueltas y la estrategia fue clave al final del gran premio. Fernando Alonso regaló una lección magistral de pilotaje y terminó segundo. Lewis Hamilton, que partía desde el pit lane, completó el podio en Budapest.

Daniel Ricciardo seca a los Mercedes en Hungría
Daniel Ricciardo seca a los Mercedes en Hungría | Foto: www.zimbio.com
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Por Facu Fernández

Cómo nos gustaba el agua de pequeños. Saltábamos en los charcos, nos tirábamos en bomba en la piscina, hacíamos nuestras propias guerras de globos. El agua era sinónimo de diversión, de felicidad, de que algo podía cambiar y todo podía ser mejor. Añorábamos el agua. Necesitábamos el agua. Y el agua llegó en Hungría. Breve, pero determinante. Torrencial, pero purificadora. Fue el elemento diferencial en los primeros lances de la carrera y el punto de partida de un gran premio que se llevó Daniel Ricciardo, pero que pudo ser para cualquiera. El de Red Bull fue secundado por Fernando Alonso, que demostró todo su talento pero le sobraron tres giros cuando lideraba la prueba, y Lewis Hamilton, que partía desde el pit lane por su accidente en la clasificación.

Carrera memorable de los tres pilotos del podio en Hungría

Quedaba media hora para comenzar y el torrente purificador, presagiado por muchos monitores meteorológicos, hizo acto de presencia. Inundó la pista, los campos magiares y los chubasqueros de miles de aficionados que empezaban a contener la respiración. El inconfundible aroma de la humedad encontraba su traducción técnica: emoción en la salida y condiciones en pista totalmente diferentes a los observados el fin de semana. La lluvia iguala las prestaciones, pone a la misma altura monoplazas tan distantes en la escala técnica y la anarquía reina por momentos. ¿Había peligro para Mercedes? Sí. ¿Hubo inconvenientes para Rosberg? A priori, no. El alemán se distanció rápidamente de Bottas en la salida y puso tierra de por medio con el resto del mundo. Mientras tanto, Alonso dejaba atrás a Ricciardo y luchaba con Vettel por la tercera plaza, y Hamilton sufría una salida de pista en el primer giro.

El trazado original se secaba progresivamente y todo marchaba según lo esperado. Mercedes comenzaba a demostrar signos de superioridad con el neumático intermedio, pero el accidente de Ericsson dio luz verde al baile de boxes y, con ello, a la sentencia de la carrera. Ricciardo fue el más rápido y todos sus imitadores salvo Button calzaron slicks, si bien la pista no se encontraba totalmente seca. El australiano se situaba al frente de la carrera, mientras Alonso exprimía sus nuevos compuestos para rebasar a Vettel y Rosberg, y Hamilton subía hasta la séptima posición. El gran premio comenzaba a atravesar un período de locura y el Safety Car sería el único Mercedes que volvería a liderar la carrera.

El accidente de Ericsson y los cambios de estrategia cambiaron la carrera

No todo estaba terminado. La pista se secó casi por completo y los Mercedes aumentaron su rendimiento. En condiciones de seco, con la temperatura de pista en aumento y neumáticos blandos, las balas plateadas son inalcanzables. No obstante, Rosberg encontró en Vergne un duro escollo que le acabaría costando el podio y Hamilton no podía desprenderse de un Vettel que demostró sus dotes de cerrajero.

Los niños seguían danzando por Hungaroring, inconscientes del peligro de conducir en condiciones adversas. Si bien la meteorología mejoraba, Sergio Pérez probó el muro del circuito magiar y Sebastian Vettel, celoso pero con mayor suerte, copió el movimiento del mexicano pero consiguió salvar su monoplaza a escasos milímetros del cemento.

Los neumáticos nuevos de Ricciardo impidieron a Alonso ganar la carrera

Y sin faltar al resto, llegó el momento Alonso. El botón de la magia se iluminó en el volante del asturiano, que no copió la estrategia de Ricciardo y Massa y aguantó en pista, entrando más tarde e hipotecando unos Pirelli blandos a 32 vueltas. Las comisiones podían ser muy elevadas, pero el de Ferrari se la jugó. Lo que en otras ocasiones habría sido una mala estrategia para el final de la carrera, se convirtió en la jugada perfecta en manos del español.

Alonso aguantó a Hamilton, con neumáticos duros, y Ricciardo, con blandos nuevos, hasta la vuelta 67. Propulsor inferior, chasis inferior, condiciones de pista desfavorables, neumáticos a punto de deshacerse. Épico. Si el de Red Bull no hubiera adelantado al británico, Alonso pudo haber ganado. Le sobraron tres giros para subirse a lo más alto de un podio extremo que acabó conquistando la revelación australiana, que firmó una carrera espectacular. Tan magnífica que se permitió el lujo de secar a los niños de Mercedes tras correr por el agua y luchar por el podio en Hungaroring. No hay Mundial, pero hay carreras.

| Autoría imágenes | Zimbio.com | @cristalbox |

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Sobre el autor
Facu Fernández
Periodismo en la Universidad de Valladolid. Argentino. Coordinador de Fórmula Uno y redactor del Sporting de Gijón en VAVEL, y redactor de deportes para Revista OffTopic. ¡Nos leemos!