No ganó Vladimir Putin pero casi. El Gran Premio de Rusia lo ganó Lewis Hamilton, que da un pasito más hacia su segundo título mundial. Dominó de principio a fin -¡Vaya, que sorpresa!- después de que su compañero se pasara de frenada en la primera curva, y en cuestión de segundos, arruinara todo el trabajo del fin de semana. Nico Rosberg cometió un error que le coloca ahora como el débil aspirante, ante un Hamilton que ha sabido sacar su faceta más conservadora, eficaz e inteligente en este último tramo de la temporada. Sin errores se gana el Mundial, y el británico ha encadenado cuatro triunfos consecutivos que le han aupado y han medrado, de paso, la moral del alemán.

Hamilton ganó, Mercedes conquistó su primer título de constructores y Putin importó más que la competición

Rusia se estrenó con buenas sensaciones fuera del trazado, pero el error de Rosberg rompió la lucha por la victoria. Es cierto que remontó de la penúltima a la segunda posición, en un circuito que acentuó más las diferencias entre los Mercedes y el resto. Con la victoria cantada, y sin vodka de por medio, el trámite fue tedioso. Tanto que incluso las cámaras pudieron concentrarse en la llegada del presidente ruso al circuito, con apenas 15 vueltas por disputarse. Bernie de blanco impoluto, lo mismo Putin y su séquito de superhombres guardaespaldas. Pantalla completa para él, una nueva representación del negocio y caciquismo del gran circo. Total, en el circuito iban dando vueltas sin más.

La celebración fue grande en Mercedes, ya que el doblete -con Hamilton más líder, a 17 puntos de Rosberg- dio a la escudería germana su primer título de constructores de la historia. De nuevo, ninguna sorpresa, un final cantado. Si fuera un partido de fútbol, Inglaterra estaría venciendo 9-4 (números de victorias) ante Alemania. Queda el último cuarto de hora de la temporada, y habrá que ver si Rosberg fuerza la prórroga. Es probable, gracias al sistema de doble puntuación de la última cita del año en Abu Dabi.

El sistema de doble puntuación en Abu Dabi puede darle una última oportunidad a Rosberg, que ha cometido tres errores consecutivos

¿Y que hacen en un páramo perdido, en el paraíso articifial de Sochi, los bólidos de fórmula 1?, se preguntarán algunos. La pregunta está mal planteada: ¿por qué han tardado tanto? Rusia es un país diferente, que hace 17 años estaba todavía en un régimen comunista. Ha crecido y progresado, pero lo ha hecho acompañada de la corrupción, la ostentación de poder e ideas que han bordeado las tesis imperialistas. Todo, absolutamente todo, ha girado en torno a la figura de Vladimir Putin. Y la fórmula 1, la misma que “no hace política, sino deporte” en palabras de sus máximos representantes, no pudo ser menos sutil a la hora de demostrar que eso no es así.

Rusia aporta millones. Nada distinto a la mayoría de circuitos del calendario, y nada alejado del motivo por el cual se disputaron unos Juegos de Invierno en las mismas instalaciones que sirvieron como circuito urbano. Lo que antes era llanura, entre el mar Negro y las montañas del Cáucaso, es ahora una feria de pabellones y de estadios al que se la ha añadido un circuito.

La F1, "que no hace política", interrumpió las imágenes del circuto para mostrar en directo la llegada del mandatario ruso

Como ya se ha mencionado, la realización televisiva trató a Putin como un suceso mayor a lo que acontecía en pista. No pasaba mucho, cierto. Pero no recuerdo haber visto jamás una interrupción de la señal del circuito para viajar a la entrada de este y ver como dos hombres de negocios -uno disfrazado de gerente deportivo y el otro de político- se daban un abrazo y platicaban.

Publicidad en prime time para el líder en un año tan convulso y en una posición geográfica cercana a la anexionada Crimea y la magullada Ucrania, donde todavía se oye el intercambio de balas. “La fórmula 1 no hace política”, seguirán arguyendo. Hamilton sí la hizo, al evitar saludar al premier ruso en la salita de espera del podio.

Después de este particular parón de la cobertura, volvamos al asfalto. Valtteri Bottas se quedó con las migajas de los Mercedes y capturó un podio que le sitúa en la cuarta posición del Mundial, y a tiro del tercer puesto que ocupa Daniel Ricciardo. Al finlandés le caen elogios por todos lados, y algunos le catalogan como futuro campeón del mundo. El último finlandés que lo hizo se tomaba helados como respuesta a las tormentas, y quedó ayer en la novena posición. En carisma, el campeón seguirá siendo Kimi.

Alonso volvió a tener un mal día. Ferrari erró en la única parada a boxes del asturiano

Su compañero, Fernando Alonso, volvió a tomar asiento en primera fila para la actuación de Ferrari. El circo se trasladó al cambio de gomas, en el que un fallo del gato hidráulico y una serie de reacciones nerviosas del resto de mecánicos hizo perder tiempo y la posibilidad de luchar por el podio -posiblemente inalcanzable de todas formas- al ovetense. Fue, eso sí, una parada cómica. Tras su buen inicio, el español se tuvo que conformar con superar a los Red Bull en una insípida sexta posición.

Como bien dijo, “en esta parte final del Mundial incluso los McLaren parecen disponer de mejor monoplaza”. De más a menos, así ha sido el año del asturiano y de la escudería italiana, que podrían partir peras en breves. Jenson Button (4º) y Kevin Magnussen (5º) fueron claramente superiores. Otros derrotados fueron los responsables de Pirelli, que tampoco andarán muy preocupados después de haber tomado una línea ultraconservadora en la política de neumáticos. Del progresismo absoluto que llevó al caos -en forma de reventones y desgaste tremendo-, al tedioso ritmo de deterioro actual. Un solo cambió bastó para completar las 53 vueltas. Rosberg rodó 51 de ellas con los duros de raya blanca.

Sochi recordó a Bianchi, que sigue batallando por su vida en Japón

No pasó nada especial en Sochi, un triunfo esperado y un campeonato de constructores cantado. En parte son buenas noticias, ya que después de Japón, donde sí pasaron cosas, la calma sirvió para amortiguar la consternación que sobrevuela el paddock tras el accidente de Jules Bianchi, que sigue ingresado en estado crítico en el país nipón. En dos semanas, los pilotos esperan aterrizar al showtime estadounidense de Austin, Texas, con buenas nuevas sobre el piloto francés de Marussia. Sigue siendo la única noticia que les importa.

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Sobre el autor
Guille Álvarez
Graduado de Ciencias Políticas con inquietudes periodísticas. Juntando letras en la sección de Internacional de La Vanguardia. Amante del deporte (especialmente la NBA), de la música y las series de TV. Blogger en expansión y impulsor de NBAesp.com. Nacido en Barcelona hace 23 años.