La Fórmula 1 es un deporte donde destacar como mujer es muy complicado. A día de hoy, salvo honrosas excepciones, la totalidad del protagonismo se lo llevan los hombres. En los últimos tiempos, sí hemos visto a alguna fémina al volante, como es el caso de Susie Wolff o de la malograda María de Villota, aunque sin llegar a haber debutado en un gran premio. En los muros, destaca Monisha Kaltenborn, jefa de Sauber.
Ayer, a los 89 años, falleció la primera mujer en poder decir que fue piloto de Fórmula 1. Es María Teresa de Filippis, que logró disputar tres grandes de premios en 1958 a bordo de un Maserati. Además, intentó clasificarse infructuosamente para la cita de Mónaco de ese mismo año como del siguiente. Su mejor resultado fue un décimo puesto en Bélgica, en el legendario circuito de Spa-Francorchamps. Sus otras dos participaciones, en Italia y Portugal, finalizaron antes de poder cruzar la meta. Abandonó el mundo de las carreras tras la muerte de Jean Behra, que le había prestado un coche para intentar correr en Montecarlo en 1959. Tras su retirada, fue vicepresidenta del Club Internacional de Antiguos Pilotos de F1 y presidenta del Club Maserati.
Tras ella, solo otras cuatro mujeres han probado suerte al intentar disputar un gran premio, habiéndolo conseguido tan solo una de ellas, Lella Lombardi. La también piloto italiana es, además, la única mujer en haber puntuado en Fórmula 1. Lo logró en el accidentado gran premio de Montjuic de 1975, que tuvo que suspenderse cuando apenas se había disputado un tercio de carrera. Lombardi marchaba sexta en ese momento. Al no haberse alcanzado la distancia mínima para otorgar la totalidad de los puntos, tan solo recibió 0,5 en lugar de uno. Las otras tres mujeres que lo intentaron, sin éxito, fueron Divina Galica, Desiré Wilson y Giovanna Amati. Esta última lo intentó en 1992. Desde entonces ninguna otra fémina ha podido siquiera intentar tomar parte de una carrera.