El Calcio marcó a una generación entera. Cuando la Juve de Platini, el Milan de los holandeses, el Inter de los alemanes o Maradona con su Nápoles, entre otros, visitaban España, se les miraba con respeto, reverencia y admiración. Eran los mejores del mundo, en su campeonato se reunía la práctica totalidad del elenco de estrellas mundiales del fútbol, e incluso los mejores de cada país recalaban en equipos considerados de segunda fila dentro del fútbol italiano, como el caso de Martín Vázquez y el Torino. Serie A en los 80 y los 90, la belle époque del balompié transalpino, una suerte de NBA del fútbol que conmocionó a Europa durante casi dos décadas. Para muestra: temporada 1989-1990, el Milan de Sacchi se hizo con la Copa de Europa, la Juventus venció a la Fiorentina en la final de la Copa de la UEFA, y la Sampdoria de Vialli y Mancini se impuso al Anderlecht en la final de la Recopa. Probablemente, el mayor dominio de la historia del fútbol europeo.

Siendo claros, de aquello solo queda el lejano recuerdo de las grandes exhibiciones, de sus brillantes estrellas, y del peso de los escudos de sus clubes por lo que relatan de ellos los libros de Historia del fútbol. El tiempo cambió las tornas, y hoy el Calcio vive en crisis, debido a la crisis económica que atraviesa, entre otras cosas. Hoy ya no mandan desde la Bota del Mediterráneo. El gobierno del fútbol recae sobre Lionel Messi, y su trono está en Barcelona. Nadie mejor que él, posiblemente el mejor futbolista de la historia, para representar de manera más fiel y evidente el cambio de hegemonía mundial. Porque con Messi en tus filas, tienes prácticamente asegurado, al menos, un gol. Y un gol en una final de Copa de Europa es mucho. Quizá demasiado para la Juventus de Allegri. Ya lo dijo Mourinho, el entrenador que más buscó la Kryptonita de Leo: "Una cosa es un equipo. Otra cosa es un equipo con Leo Messi, es una historia diferente". De inicio, el Barça es muy superior a la Juventus. Hubiese sido muy difícil de imaginar hace 30 años.

¿Frenar a Messi?

Frenar a Messi, a día de hoy, es una utopía para cualquier equipo del mundo. Nadie tiene un sistema defensivo capaz de hacerlo. Más que nada, porque Leo no entiende de sistemas. Su genialidad queda por encima de organización, trabajo colectivo y táctica. Quizá suene duro, pero no está de más recordar que hablamos de un futbolista que seguramente quede como el mejor de la Historia cuando se retire. Por supuesto, la Juve tampoco podría frenar al argentino si está a su nivel. Aceptemos que intentará incomodarlo, no dejarle espacios, pero aún así, su capacidad defensiva no se puede considerar algo determinante, como sí podía considerarse en el Real Madrid de Mourinho, por nombrar algún equipo que consiguiera no dejarle rendir al 100%. Para empezar, la Juve tendrá un agujero importante en el centro del campo. Andrea Pirlo, en fase defensiva, es un obstáculo importante para su propio equipo. Físicamente sufre, le cuesta bascular, no posee capacidad de robo... Con Messi, en principio, partiendo desde la izquierda, pero tirando mucho al medio, a la zona de tres cuartos, el Reino de Messi, todo hace presuponer que Pirlo será una debilidad mayúscula. Pogba, Marchisio e incluso Vidal, que en principio actuará de mediapunta, deberán tener mucha presencia y aportar sacrificio, kilómetros y recorrido para cerrar el medio.

El dominio de las áreas del Barcelona es casi garantía en una final

El Barcelona, al contrario que el Real Madrid de Ancelotti al que derrotó la Juve, es un equipo con un dominio de las áreas apabullante. Los dos lugares donde se deciden los resultados son propiedad del Barça. Ter Stegen y Piqué, por un lado, y Messi, Neymar y Suárez, por otro, son sus dueños. Porque Messi, ahora sí, tiene a dos atacantes autosuficientes a su lado, liberándole de marcas y parte de atención del rival. Neymar, en la izquierda, hará daño a la débil defensa exterior bianconera, sumando el peligro de su asociación con Messi, mientras que Suárez, en el carril central, ofrecerá soluciones y peleará con los centrales de una Juve que defenderá sin su líder, Chiellini.

Messi, Messi, Messi. Su presencia prácticamente asegura un gol. Eso es determinante en una final.

Tendría bastante sentido defender en un repliegue bajo, pues Messi lanzando a Neymar y Suárez con espacios supondría una derrota casi segura. Se hace mucho hincapié en el trío de atacantes del Barça, pero es que lo es casi todo. Ni más ni menos que el mejor jugador del mundo, el número tres y el delantero centro en mejor forma del planeta. Suficiente para ser considerado favorito en una final de Copa de Europa sea quién sea el rival. Nada decanta más en una noche así que el convertir las ocasiones que tengas, algo que la calidad del tridente culé asegura sobremanera. Por supuesto, las internadas de Jordi Alba, el recorrido de Rakitic o la inteligencia de Alves como apoyo de Messi, guardando su posición, tirando paredes y dando juego, serán recursos importantes para los de Luis Enrique.

¿Hacerle daño al Barça?

El Barça no aparenta ser una roca defensiva, pero haber recuperado a Piqué en su mejor versión y el buen nivel de Ter Stegen le permite, cuanto menos, no perder puntos por fallos atrás. Pero en ese sentido, la Juve sí tiene armas que pueden incomodar al Barcelona. Por ejemplo, el balón parado. Pirlo, pese a ser una debilidad competitiva por su falta de ritmo, el peso de la edad y sus prácticamente nulas capacidades defensivas, sigue teniendo en su pie uno de los mejores golpeos de balón del mundo. Tanto en cuanto a faltas directas, como en faltas laterales y córners, con Pogba, Bonucci o Barzagli como rematadores, los de Allegri podrían poner en aprietos a un Barça que ha mejorado mucho en este aspecto en la última temporada.

Más allá del balón parado, se puede prever a una Juve bien cerrada atrás, que tras robar, salga al contragolpe con Pirlo como lanzador, Morata tirando apoyos, Tévez moviéndose entre líneas y recibiendo, y Pogba, Vidal y Marchisio llegando desde segunda línea. En el caos, en cambios de ritmo, la Juve sí podría tener opciones de hacer mucho daño al Barcelona.

Tévez es el futbolista diferente de la Juventus

La figura de Tévez debe analizarse aparte. Es el futbolista diferente de esta Juventus de Allegri, el que ha permitido a los suyos llegar a cotas más altas. Casi todo lo que haga la Juventus en ataque posicional pasará por sus pies. Su presencia en la espalda de Busquets, allá donde el '5' culé sufre, teniendo que interpretar los movimientos del argentino y saliendo de su posición, será clave para las opciones de la Vecchia Signora. Morata, con su energía y sus movimientos, podría intentar sacar a Piqué del carril central. Gerard lo domina todo en el medio, pero cuando debe caer a banda pierde muchos enteros. Para contrarrestar esto, no sería raro ver a Mascherano en el centro de la zaga. El argentino se desenvuelve mejor cuando tiene que salir de sus dominios, es más veloz y agresivo, y, además, su carácter supone un plus de competitividad enorme que no se debe dejar de lado en una final. Restaría a la hora de defender el balón parado de la Juventus, donde Mathieu sería más eficaz.

Berlín, la noche cayendo, sonará el himno de la Copa de Europa en el Olímpico, saltarán al campo Juventus y Barcelona, y Messi se enfrentará a Italia. Porque la participación de la Juventus en Berlín transporta a nuestras mentes a una época de esplendor que ya no es tal. ¿Decidirá el genio? Todo hace presagiar que sí. Pero es fútbol, quién sabe si veremos a Buffon levantar la Orejona tras un gol de Morata o una victoria en los penaltis con Gigi parando tres y Pirlo anotando el quinto.