Seguramente, una de las razones que convierten al fútbol en un juego de masas sea esa imprevisibilidad. Esa capacidad que tiene de, en un instante y por un leve golpe de suerte, cambiar drásticamente la realidad. Esta noche en el Arena de Khimki podría ser el ejemplo perfecto de lo comentado. El CSKA completó un partido casi perfecto, tuvo ocasiones para ganarlo fácilmente y, sin embargo, lo perdió. Y es justo comentar que la única razón radicó en una fortuna que les fue esquiva en todo momento.

¡Qué nadie se mueva!

La primera parte del choque fue una clara muestra de la igualdad reinante entre ambos. Rusos y germanos saltaron al Arena de Khimki con muchas precauciones, algo que mantendrían hasta pasada la media hora. La vida en Europa estaba en juego, así que nadie quiso exponerse en exceso. Líneas muy juntas, defensas replegadas con muchos hombres y juego posicional sin excesivo riesgo, tratando de evitar a toda costa una contra del oponente. En ese sentido, fueron los lobos quiénes tuvieron algo más de presencia con balón en campo rival. No obstante, únicamente Dost, con dos remates desviados, pondría algo de miga en las áreas.

Líneas muy juntas y juego posicional sin excesivo riesgo, evitando una contra del oponente

Pasada la media hora, con ambos conjuntos ya entrados en calor, el partido empezó a romperse. Las líneas dejaron de estar tan juntas como al principio y los equipos se partieron por momentos, dando opciones al rival de salir con espacios. Pese a ello, solo Musa en un lado y Kruse en el otro tendrían ocasiones reales de peligro, pero sus remates no encontrarían el gol. Más allá de ambas jugadas, las defensas se mantendrían firmes tapando el escaso juego entre líneas, dejando que la primera parte muriera mansamente.

Foto: UEFA

Media ocasión

Al contrario que el primero, el segundo periodo se inició con un CSKA frenético. Los de Slutski salieron de vestuarios enchufados. Línea de presión muy alta, mayor velocidad de circulación y Dzagoev, mucho Dzagoev. La eterna promesa rusa, más retrasado el primer tiempo, empezó a descolgarse del centro del campo hasta la mediapunta y desde ahí inició su sometimiento a los lobos. Un remate desde fuera, un pase de tacón para que Tosic la estrellara con el palo. El Wolfsburgo vivió verdaderos minutos de angustia, con la pareja Gulavogui – Arnold altamente superada en el medio.

Dzagoev empezó se descolgó hacia la mediapunta y desde ahí sometió al Wolfsburgo

Visto lo visto, no pasó mucho tiempo hasta que Hecking decidió variar cosas en su equipo, empezando por la entrada de Schürrle en el lugar de Caligiuri. Un cambio que apenas sí variaba la disposición de los lobos, pero que acabaría por tener la llave de la victoria. En medio del sometimiento ruso, Dante despejó un balón hacia ninguna parte, Dost tocó con la punta de la bota y Schürrle, en una posición muy escorada, remató con más potencia que peligro. Para desgracia rusa, Akinfeyev, en una intentona por retenerlo, acabaría introduciéndose el cuero en su propio arco, dando así la ventaja a los de Hecking.

Foto: UEFA

Era el minuto 67. Nadie daba crédito a lo que estaba viendo, pues el Wolfsburgo se adelantaba con media ocasión de gol. El golpe moral fue evidente en los de Slutski, que aun así, no tardarían mucho de dejar patente su superioridad. De nuevo se lanzarían a la ofensiva, volviendo a generar un alto número de opciones. Unas opciones que, con el CSKA ya muy volcado, tendría respuesta por parte del Wolfsburgo. No obstante, el acierto le fue esquivo a todo menos a uno, André Shürrle. Situados ya al borde del final, en plena ondanada definitiva rusa, Vieirinha aprovechó un saque de banda para centrar raso y fuerte, Schürrle apareció por allí, remató y puso el 0-2 definitivo.

Así, sin más trampa ni cartón, y fue la victoria del Wolfsburgo en tierras rusas. Tras una primera parte bastante igualada, el CSKA saltó ambicioso a la segunda e hizo méritos de sobra para marcar, pero el error de Akinfeyev justo en su mejor momento, fue una losa y un preludio de lo que iba a ser la noche. Schürrle, en continua discusión desde su llegada al Volkswagen-Arena por su escaso rendimiento, se alió con todos los elementos y metió de lleno al Wolfsburgo en la lucha por octavos, que se jugarán el todo por todo con el Manchester United en casa.