Finalmente salió Michel bajo la sombra de los malos resultados que hicieron que el ambiente en las bocas del Ródano fuera cada vez más un campo de guerra que un campo de fútbol, sin embargo la situación del equipo marsellés está lejos de solucionarse al sólo condicionar los resultados deportivos al entrenador de turno. Se sabía que con Michel las cosas no iban a ser iguales con Bielsa, pero nunca al nivel de llegar a que el equipo se encuentre a sólo 6 puntos de irse al descenso y prácticamente sea un ambulante en las canchas del fútbol francés, no es justo que el único campeón europeo de Francia esté sumido en la anarquía donde al parecer el único culpable es el entrenador de turno.

El inicio

Cuando el argentino Marcelo Bielsa fue elegido para entrenar al Marseille un ambiente de optimismo contagió la ciudad y es que el rosarino nunca va a dejar indiferente a nadie y siempre levantará pasiones u odios pero jamás será ajeno al lugar donde esté. Y todo parecía ir perfecto desde el recibimiento del argentino en el aeropuerto como si fuese el mesías que viniese a cambiar en dos la historia del equipo. Sin embargo Bielsa es un entrenador con una personalidad arrolladora que crea un aura de superioridad con lo cual deja desnudado a la junta directiva y en plena pretemporada en las primeras ruedas de prensa inculpó al presidente Vincent Labrune por el rompimiento de este en la parcela de fichajes. Si bien llegaron jugadores importantes como Alessandrini y Batshuayi, el rosarino exigía una mayor cantidad de jóvenes prospectos europeos como Javi Manquillo, Martín Montoya o Benjamin Stambouli. El debate estaba encendido.

Afortunadamente el equipo tuvo una primera mitad de temporada soberbia donde desplegó un fútbol de orfebrería y se destacaron jugadores como Payet, Ayew, un reivindicado Gignac y las jóvenes promesas Thauvin, Imbula y Mendy. Sin embargo competir en una liga donde el PSG firma verdaderas estrellas era complicado y poco a poco el equipo se empezó a desinflar en la clasificación y del sueño del título se pasó a una plaza en la Europa League que visto el recuento sonaba a fracaso. El ambiente de la afición era de total respaldo al rosarino pero de ciertas dudas hacia la dirigencia que con su actuar dejaba claro que lo que Bielsa dijo en el verano de 2014 era más verdad que las insulsas excusas de Labrune.

El incendio

El verano del 2015 fue bastante frustrante para Bielsa porque perdió a sus mejores jugadores de forma fácil y sin dejar el dinero que se esperaba, especialmente dolorosa la salida del goleador Gignac a una liga inferior como la mexicana y del hijo de la leyenda Abedi Pelé Ayew, André Ayew, gratis. También abandonaron el barco Payer, Thauvin e Imbula. Los recambios y refuerzos fueron insultantes para lo que se esperaba y no sorprendió que el Marseille cayese ante el débil Caen en el Velodróme, pero lo peor estaba por venir porque Marcelo Bielsa en plena rueda de prensa decide renunciar al equipo aduciendo incumplimientos en los términos del contrato señalando de esta manera a la dueña Margarita Louis-Dreyfus y al presidente Labrune. Conociendo como ha sido la trayectoria de Bielsa la falta de inversión y de ganas por parte de la dirigencia hicieron que el argentino explotara y dijese no más.

La dirigencia trató de calmar las aguas ofreciendo excusas y contratando algún que otro jugador sobre la bocina y eligió como reemplazo al español Michel González que venía de ser campeón con el Olympiakos de Grecia en el 2013. Era muy complicado para el español llegar a dirigir un grupo acostumbrado a una dinámica de trabajo muy distinta y sobre todo un grupo que él no había confeccionado y no había preparado, por lo que el equipo rápidamente fue perdiendo fuelle en la clasificación y si bien pudo salir a flote en varias rondas de la Europa League, su fútbol comenzaba a parecerse a un trasatlántico que luchaba por no hundirse. Lo más destacado tristemente fue el paupérrimo comportamiento de los aficionados al regreso del ex Marseille Mathieu Valbuena, porque de resultados y juego daban pena. La dirigencia tuvo amagos de destituir al entrenador en un cónclave al estilo El Padrino pero se decidió que continuara aguantando de esta forma a un entrenador impopular que tenía responsabilidad pero al que la dirigencia quiso usar como escudo para ocultar su desinterés por el equipo. Se quería que Michel renunciara para no pagarle toda la indemnización, un síndrome de no saber nada de dirigencia.

Final y ¿futuro negro?

Finalmente después de la derrota ante Mónaco la presidenta Dreyfus decidió sacar a Michel y dejar encargado a Franck Passy a ver si le suena la flauta y mejora su nivel en estos partidos que quedan. Por la calidad de los jugadores con los que cuenta el Marseille no debería descender pero es tal el estado anímico y de desolación del grupo que como bien dijo Jorge Valdano, “el fútbol es un estado de ánimo”, que el equipo no levante y se hunda lo cual sería una calamidad para una ciudad que ve al Olympique como el símbolo que compite y da la cara por ellos ante el PSG. Y lo anterior ante la mirada impasible de la dueña y del presidente, como si les costara tomar grandes decisiones y si las toman es tarde para enmendar los daños. Se anuncia que el club sale a venta, ojalá no sea peor la medicina que el mal.