Llegar a un campo como el Friuli sabiendo que una victoria te deja en bandeja la Serie A es un plato difícil de digerir. Eso mismo debió sucederle a la Juventus, a quien el encuentro se le atragantó desde el pitido inicial de Gervasoni. Los pupilos de Allegri saltaron al terreno de juego con el objetivo de finiquitar una liga que la Roma se está empeñando en facilitarles, sin embargo, se olvidaron de que se trataba solo de la jornada 21, por lo que disputaron el encuentro como si de la última fecha del campeonato se tratara

Enfrente se encontraron a un Udinese con mucho descaro y muy poco que perder, por lo que la ansiedad bianconera se convirtió en un arma de doble filo para la Vecchia Signora. El conjunto dirigido por Andrea Stramaccioni -undécimo en la tabla y en tierra de nadie- consiguió neutralizar el mediocampo de la Juve a base de recuperar balones por medio de Allan, el mejor jugador del partido. El centrocampista brasileño logró desquiciar a Pogba, quien, a pesar de llegar a Udine en un momento de forma espectacular, pasó por el encuentro con más pena que gloria. Pero si hubo alguien especialmente gris ese fue Pereyra, ex jugador del equipo friuliano. El argentino erró todos y cada uno de los balones que pasaron por su diestra, además de una clarísima ocasión de gol nada más comenzar la segunda mitad que el tucumano acabó estrellando contra el larguero.

Perdonan pero no pagan

Antes de eso, los locales ya habían desperdiciado tres clarísimas oportunidades para adelantarse en el marcador, todas ellas falladas por Bruno Fernandes. El jovencísimo futbolista portugués -pertenece a la generación del '94- apunta maneras, aunque tiene aun mucho camino por recorrer. Por fortuna para él, en Udine cuenta con un maestro en el arte del gol: Antonio Di Natale. Toto fue el encargado de servir en bandeja dos de esas tres ocasiones de las que dispuso Fernandes, con dos brillantes asistencias que fueron un calco entre sí, pero el luso acabó fallando ambas más por falta de temple que de técnica. 

El paso por vestuarios no modifició mucho el curso del encuentro, aunque sí sirvió para calmar un poco los nervios de una Juventus que empezó a mostrarse más incisiva en sus acciones. La conexión entre la medular y el ataque, inexistente en el primer acto, empezó a funcionar, sobre todo con la entrada en el campo de Álvaro Morata. El madrileño mejoró la actuación en la tarde de su compatriota, Llorente, quien, una vez más, estuvo negado de cara a la portería.

De las botas del ex madridista salieron las mejores ocasiones de la Juventus en el Friuli. Especialmente clara fue la oportunidad que acabó errando Carlos Tévez a menos de diez minutos del final del partido. Morata aprovechó un robo de balón en la medular para poner rumbo, como una bala, hacia la portería defendida por Karnezis. Allí esperaba Pogba, quien, tras recibir el pase desde la banda del madrileño, protegió el balón y cedió al Apache para que fuera éste quien empujara el esférico al fondo de la red; sin embargo el atacante argentino acabó mandando el balón a la grada. Y es que el ansia traiciona hasta en las ocasiones más fáciles.

Los de Stramaccioni, mientras tanto, siguieron concentrados en su juego. Defensa férrea y contragolpe en cada pérdida. Así fue como Di Natale y compañía llevaron el peligro al área de Buffon. El capitán juventino acabó convirtiéndose en el mejor de los suyos en el campo, con permiso de Morata, con dos buenas paradas a sendos tiros de Bruno Fernandes y Thereau. 

A pesar de todo, la Juventus consumió los últimos minutos volcada en el área local, intentando agotar sus últimas posibilidades de finiquitar el campeonato italiano apenas iniciado el mes de febrero, aunque, por esta vez, el fútbol fue justo. Por suerte para los amantes de la Serie A, la buena defensa estudiada y preparada por Stramaccioni impidió que los bianconeri festejaran prácticamente su cuarto scudetto consecutivo y dio alas a una Roma con necesidad de volar y, sobre todo, de creer en el milagro. El Friuli es uno de esos estadios italianos difíciles de visitar en los que se ganan los campeonatos, y, por el momento, la sentencia ha sido clara: seguimos en tablas.