El nuevo West Ham de Slaven Bilic no carbura. Aunque es pronto para juzgar, la imagen dada por el equipo en la eliminatoria ante el Birkirkara FC es, cuanto menos, preocupante. Los hammers solo fueron capaces de tumbar al equipo maltés en la lotería de los penaltis.

El West Ham llegaba a Malta con la tensa calma de un equipo que se sabe infinitamente superior, pero que llega a la casa de su rival con una ventaja insuficiente. A pesar de las dudas mostradas en la ida, nadie podía imaginar el ridículo del equipo londinense, que llegó a coquetear en exceso con la eliminación. Los de Bilic fueron incapaces de sobreponerse al tempranero gol de Miccoli y apenas crearon ocasiones sobre el marco local, si bien es verdad que la rigurosa expulsión de Tomkins al borde del descanso jugó un papel decisivo en el desarrollo del encuentro.

Primera parte para olvidar

Desde que comenzase a rodar el esférico en el bullicioso National Stadium de Birkirkara, el West Ham se sumió en una profunda pesadilla de la que solo pudo despertar más de 120 minutos después.

Arropado por su afición y con la temeraria valentía de quien no tiene Miccoli hizo saltar las alarmasnada que perder y mucho que ganar, salió el terreno de juego el Birkirkara. La fulgurante salida de los Tedesco pilló por sorpresa al West Ham, que cedió el control en los primeros instantes. Los ingleses tocaban en el medio, sin ninguna profundidad, y cuando los locales robaban salía como flechas hacia la meta de Adrián. En una de estas recuperaciones, un balón a la espalda de los centrales llegaba a las botas de Liliu, que ponía un balón raso al corazón del área plácidamente rematado por Miccoli para poner el 1-0. La eliminatoria estaba igualada y la afición local estallaba. Si se podía.

A raíz del gol, el West Ham se hizo con el control del balón, pero la profundidad con él seguía siendo nula, y el equipo maltés, muy bien plantado, se sentía cómodo. Desde el inicio, el partido fue bronco, con interrupciones constantes. Tras una gran jugada de Zarate -lo único bueno que hizo en el partido- llegó la jugada más polémica del partido: el argentino era arrollado al borde del área, y antes de que se botase la falta, un forcejeo en el área acababa con Tomkins perdiendo los papeles y arrollando al central Vulcanac. La sobreactuación del defensor local propició que el árbitro llevase a cabo una expulsión bastante discutible.

Tomkins fue expulsado (West Ham)

Quiero y no puedo

Arrancaba la segunda parte y todo seguía igual. El West Ham tocaba y tocaba, pero su juego era tan plano como el encefalograma de un cadáver. Los de Bilic se empeñaban en hacer llegar balones a los extremos, los cuales se limitaban a poner centros que eran comodamente despejados por la defensa. En un día gris para los delanteros, las ocasiones brillaron por su ausencia y la prórroga parecía inevitable.

Fue en el tiempo extra donde el West Ham mostró una leve mejoría. Los de Boleyn Ground se volcaron hacia el área rival, y los malteses, con más corazón que piernas, evitaban las embestidas como podían. En el minuto 116, y tras una gran jugada combinativa, el delantero hammer Modibo Maiga emulaba a Andrés Iniesta y anotaba un gol decisivo. Sin embargo, su tanto era anulado al instante por un fuera de juego claro. Llegaban los penaltis.

Se dice que los penaltis son una lotería. El West Ham no había hecho sus deberes en los 120 minutos reglamentarios, y su futuro en Europa se debatía en un cara o cruz. Pero el penalti a las nubes de Vulcanac, aquel que forzó la expulsión de Tomkins, y la tranquilidad de Poyet para definir en el penalti decisivo, forzaron a la moneda a caer de cara.

Poyet anotó el penalti decisivo (West Ham)

En la siguiente ronda, el West Ham se verá las caras con el FC Astra de Rumanía, un equipo téoricamente inferior, pero más experimentado en Europa que los anteriores. Para solventar la eliminatoria con garantías, los de Bilic deberán subir el nivel y despejar las dudas que el partido de hoy deja sobre la plantilla.