Inconsciente, el ser humano sigue recogiendo rosas sin guantes, como si su valentía amortiguara las espinas que emanan del tallo. Así, una y otra vez, la sangre sigue escapando de la piel y los tropiezos se suceden de la misma forma que nuestra mente olvida nuestro raciocinio, optando por aplanar las neuronas. Suele suceder, también, que subestimamos el poder de algo aparentemente inferior a nosotros y dejamos encandilarnos por la autoestima propia, regocijándonos. Y seguimos sangrando.

Nadie pensaba que una flor descolorida pudiera crecer con más envergadura y altura que aquellas que casi alcanzaban los rayos de sol sin inmutarse, pero así sucedió. El Kairat Almaty (Kazajstán) podó los dos tallos más firmes del continente europeo para erigirse como única. Primero, fue el FC Barcelona Alusport (después tercer clasificado) quien rasgó sus yemas y, ya en la final, el Dínamo de Moscú tampoco dispuso de guantes para contener la hemorragia. Los pupilos de ‘Cacau’ han logrado la hazaña de ser el primer equipo kazajo con un campeonato europeo.

Como punta más afilada, el Kairat mostró desde el principio que el juego de 5vs4 es la seña de identidad, sea quien sea, para arañar algún resultado positivo sin importar el tiempo empleado ni los riesgos corridos. Siempre con Higuita, guardameta brasileño, con el estrambótico dos a la espalda y compartiendo locura con su homólogo colombiano. Era el líder del ataque mientras bordaba con letras de oro aquello de que un buen ataque se construye desde la defensa. Nunca mejor dicho.

Apenas un par de malas combinaciones borraron de su cabeza tanto ímpetu y se aguardó en su meta durante unos minutos para frenar su hiperactividad. Sin su líder, pero con Betão (ex de Inter Movistar). La espalda del brasileño simuló ser una pared de hormigón gigante ante la que los rusos no pudieron siquiera resquebrajar, lo que permitía el dominio abrumador de los kazajos. Estaban llamados a ser la cenicienta, tanto, que el propio Tino Pérez, entrenador del Dínamo de Moscú, dijo haber alimentado a sus jugadores con montones de vídeos sobre el FC Barcelona Alusport. No fue la primera sorpresa para el técnico español.

De ella se encargaría Alexandre Moraes, responsable de adelantar a los kazajos tras otra parsimoniosa jugada con superioridad que contó con la ayuda de Popov, arquero moscovita, para introducirlo en su propia portería. El Kairat pinchaba otra vez y a punto estuvo de perder un pétalo cuando se excedió en una combinación artística que casi hacen sonreír a Pula.

Era extraño. La espesura del juego y la lentitud en las transiciones competía con la negrura de la cancha por saber qué era lo más indescifrable. Desconcertante fue cuando los rusos no eran capaces de contener el descaro del oponente, llegando incluso a rozar la tragedia pese a las toneladas de nombres que adornaban su banco. Sergeev, al filo del descanso, encontró gasas para cerrar la herida y estabilizar el pulso cardíaco del Dínamo hasta el descanso (empate a uno).

Más que la UEFA Futsal Cup, podría denominarse Copa de Brasil, puesto que 16 de los 24 jugadores que componían sendas plantillas tenían orígenes brasileños, algo que no se correspondía con la fluidez vista sobre la cancha. Al menos, no en este encuentro. La alegría característica de este deporte estaba solapada por la táctica y la agresividad, además de estar acompañada por la excesiva lentitud que creían salvaguardaba sus opciones de éxito. Ni siquiera con sobreprotección evitaron Popov o Higuita ahuyentar el peligro de sus respectivas metas.

El ucraniano, precisamente, en otro de los 43 disparos que recibió, emuló su propia estampa en el primer gol y volvió a recoger el balón de las redes. Un déjà vu que le costó a los rusos desconectarse durante diez minutos, suficiente tiempo para que Fumasa e Higuita aprovecharan la mezquindad de de los capitalinos e inclinaran la final hacia Almaty. El guardameta rió tanto como lloró cuando él mismo fue partícipe del gol de Cirilo en un intento de despeje. Pero más sudó cuando Tatù firmó el tercer tanto moscovita.

La renta era de un gol, muy pobre después de lo experimentado. Casi invisible, pero física. No desapareció, aunque bien podría haberlo hecho cuando Fernandinho elevó a Higuita a los altares y, siete segundos después, Cirilo mandó al palo las opciones rusas, confirmando la segunda final consecutiva marrada por los de Tino Pérez. Se repitió la historia de Lérida simultáneamente que se escribía un hecho sin antecedentes en el fútbol sala: por primera vez, un equipo kazajo reina en Europa.

Siempre que una espina visita nuestra piel sangraremos, pero nunca nos acordaremos de coger los guantes la próxima vez. Para qué, si somos seres humanos. Tenemos que equivocarnos. A no ser que te llames Kairat y lleves manoplas.