Que Hospital Llevant Manacor y Jaén Paraíso Interior están abogados a encrucijarse entre sí el resto de la competición es algo que se sabía desde la pretemporada, cuando ambos se enfrentaron en Martos con resultado favorable a los baleares (4-6). Una vuelta después, los presagios que en esa época se preveían se han confirmado. Empezando por los números, casi idénticos. Tanto uno como otro llega al último partido de la primera manga con 11 puntos, diez por encima del descenso, un alivio si se naufraga hasta las primeras jornadas y se descubre que los andaluces no ganaron hasta la sexta, mientras que los menorquines no lo hicieron hasta la séptima. Ahora, respiran más sosegados.
Pero ahí no se detiene el parecido. El bagaje goleador (tanto a favor como en contra) no difiere mucho, ya que Jaén FS marcó 32 y recibió 47, mientras que los insulares anotaron dos más y encajaron 57. Estamos, por tanto, ante uno de los encuentros más imprevisibles que se puedan dar en la Liga Nacional de Fútbol Sala, puesto que los vaivenes que han experimentado no garantizan absolutamente nada.
Aunque sí que es posible atisbar una ligera ventaja para los de Tomás de Dios: la anímica. Llegan con una victoria detrás, la que consiguieron en Gran Canaria y que arroja algo de positividad. En la otra orilla, Jaén arriba con dos derrotas (ElPozo y Azkar) a sus espaldas y con una leve crisis de identidad, que parece perderse y aparecer en su juego menos frecuentemente de lo que se esperaba.
El problema de Jaén Paraíso Interior es la dependencia que profesa a unos baluartes que, si no están acertados, propician el hundimiento de la plantilla, muy frágil psicológicamente. En su conjunto no desentonan durante buenas fases de los partidos e incluso tienen deleites de brillantez si Miguelín, Bellvert (baja junto a Ordóñez para ester encuentro) o Lolo Jarque lucen sus movimientos, pero la poca determinación de cara a puerta les hace no matar encuentros, dejar vivos a los rivales y, en última instancia, perder puntos.
La historia de Hospital Llevant Manacor bien puede parecérsele, un equipo inestable capaz de lo peor y de lo mediocre que no se siente cómodo ni en casa ni a domicilio, con una evidente debilidad defensiva (tan sólo un tanto en contra menos que Gran Canaria, último clasificado con un punto) y, al igual que los jiennenses, con una supeditación extrema hacia Bruno Taffy, Chicho y, sobre todo, Joao Batista, una de las revelaciones del campeonato en la parcela del liderazgo. En esta ocasión, Carlos Barrón y Pablo Salado son duda para el choque.
El resultado del encuentro, al margen de imprimir confianza en alguno de los dos bandos, permitirá recoger más oxígeno para lograr, lo antes posible, el objetivo de la permanencia. Y es que, en una charca donde se está más próximo al barro que a la orilla, más vale achicar que esperar a que otros lo hagan porque la compasión, en fútbol sala, no existe.