Inter sale resoplando de Santa Coloma

El campeón de la fase regular sufre en el pabellón Jacint Verdaguer durante más de 35 minutos y acaba goleando gracias a la pegada de sus figuras y a la desesperación de su oponente. Jesús Herrero, con una veintena de paradas, se erige como el responsable de que los verdes regresen a Alcalá de Henares con un punto de ventaja en la eliminatoria.

Inter sale resoplando de Santa Coloma
Rafael y Adolfo disputan una bola. (Foto: LNFS).
ninozurich
Por Antonio Pulido Casas

A Inter Movistar le bastó con sufrir en la retaguardia y salir con cohetes en las zapatillas en el contraataque para vencer en uno de los partidos con más dificultades que ha disputado esta temporada. El ímpetu de Marfil Santa Coloma y la rapidez de su triángulo atacante (Adolfo-Sepe-Martel) propiciaron que los catalanes llegaran a la meta de Jesús Herrero con claridad. Sin embargo, el meta construyó una barrera de hormigón a base de reflejos y recursos con la que evitó encajar un gol pese a la treintena de disparos de los que fue objeto. Los madrileños salen resoplando de Santa Coloma y vírgenes en portería, que no es poco.

Los locales, sin su máxima referencia en el ataque, Dani Salgado, desde principios de año, se han acostumbrado a vivir sin ella. Se han regenerado de una forma tan eficaz que no cabe duda alguna sobre la solidez de su juego. Los hombres de Xavi Passarrius han encontrado un hábitat en la aceleración, el frenesí y la velocidad. Se sienten cómodos dando tumbos de una portería a otra y aprovechan el mínimo espacio para hacer daño. Así se lo dejaron ver a Inter Movistar en la primera parte, donde dominó los tempos del partido e incordió a los visitantes.

Del gol, en el minuto tres, se dirá que fue la única muestra de que Inter estaba en pista. Robó Batería en una transición ofensiva de Marfil y armó las zancadas justas para llegar a tiempo al disparo de puntera y batir a Dídac. El equipo de Jesús Velasco tiene una dependencia absoluta del brasileño; tanto, que es el líder natural de una plantilla que despliega otro juego con/sin él en pista. Su efusividad es contagiosa y activa a sus compañeros. No obstante, fue una gota de agua en el desierto, pues Marfil dominó a la máquina verde durante los primeros 20 minutos hasta el punto de que Jesús Herrero debió salvar hasta cinco mano a mano y así evitar irse con empate o derrota al descanso. 0-1 y sudor frío en el vestuario.

Marfil tenía ocasiones e Inter, pegada. A los madrileños, campeones de la fase regular, les basta con ella para superar un partido mediocre, por debajo de su nivel. Han aprendido a vivir de individualidades y, quizá, una táctica de tal enfoque sea contraproducente. Hubo momentos en los que Velasco dudó en la estrategia y jugó con dos cierres para contener la avalancha colomense, lo que le restaba claridad en ataque y, consecuentemente, espesura de cara a puerta. Salvó el primer acto porque a Marfil no le entró la bola, pero la zaga verde permitió numerosas ocasiones. A la vuelta del intermedio algo debía cambiar.

Y lo hizo, al menos, durante cinco minutos, coincidiendo, obviamente, con Batería en pista. Esta vez sí, Inter encontró fluidez en el juego y era capaz de tirar paredes y continuaciones, lo que ya era un logro visto su anterior rendimiento. Conectaron Batería y Ricardinho y los visitantes mejoraron. Aparecieron robos de Rafael y disparos de media distancia con peligro, pero desviados (junto con alguna parada de mérito por parte de Dídac). Pero aquello sólo duró eso: cinco minutos. Marfil volvió a encontrarse cómodo en el caos y, de nuevo, apareció Jesús Herrero con ganas de pararlo todo. Lo mismo le daba si eran pelotas o tanques lo que le lanzaban. Una detrás de otra.

No había otra explicación para la sequía catalana: a Marfil le habían echado una maldición, mirado un tuerto, había sido objeto de vudú y más magias oscuras, todo en la misma mañana. Disparó al palo, a Jesús Herrero, a la red lateral, pero sus pelotas no traspasaban la línea que tenían que traspasar, por lo que ni Adolfo –excelso en el regate y liderazgo-, ni Martel –entrega envidiable- ni Sepe –potencia- celebraron goles. Su gesto más repetido fue llevarse las manos a la cabeza y arquear la boca.

Tras tantas ocasiones desperdiciadas, a Inter le apeteció matar como mejor sabe: con golpes duros y certeros. Dos goles en 20 segundos en dos jugadas chispeantes permitieron a Rivillos primero (otra puntera vigorosa) y a Rafael después añadir dos goles más al marcador. Marfil, que seguía con portero-jugador, recibió el cuarto (de nuevo Rafael), pero siguió compitiendo hasta el final mientras la grada aplaudía el derroche de los suyos, consciente de que, a veces, en fútbol sala no son necesarios los goles para que un equipo salga vencedor.

La eliminatoria se traslada ahora hasta Alcalá de Henares con un 1-0 favorable a los madrileños, a quienes les basta una victoria en casa para acceder a su primera final de LNFS en cinco años.

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Sobre el autor
Antonio Pulido Casas
Periodismo cuya máxima vocación es informar de lo que acontece en el plano deportivo. Hijo del año 92 e impulsado por los valores doctrinales del olimpismo. Tú escucha, que yo te cuento.