"En los próximos cien años, el Benfica no volverá a ser campeón europeo". Estas fueron las declaraciones del entrenador húngaro Bela Guttmann cuando fue destituido por la directiva del Benfica. Desde entonces siete finales en competiciones europeas y siete derrotas hacen que esta sentencia pasara de una mera anécdota a una losa insalvable para el equipo de Lisboa.

Bela Guttmann (Budapest, 1900-Viena, 1981) fue un trotamundos como jugador y también lo fue como entrenador. En su etapa como jugador fue un destacado mediocentro húngaro de origen judío que jugó en el MKT Budapest, con la selección en los Juegos Olímpicos de París de 1924, Hakoah Viena y terminó su carrera en la liga estadounidense. Como entrenador estuvo en el ya citado Hakoah Viena, Enschede holandés (actual Twente), Ujpest, Kispest Honved, Pádova, Triestina, Milan, Vicenza, Honved, Oporto y Benfica.

De él se dice que fue un gran estratega y que fue él el que inspiró el 4-2-4 con el que Brasil ganó el Mundial de 1958. También cuenta la leyenda que antes de firmar con el Benfica pasó por la barbería. En ella, coincidió con José Bauer, que en ese momento era el técnico del Sao Paulo. A lo largo de la conversación surgió el nombre de un joven mozambiqueño que tenía cautivado a Bauer. Guttmann decidió mandar a un ojeador y Eusebio Ferreira llegó a Lisboa a finales de 1960. Con “La pantera negra”, Guttmann encontró lo que al Benfica le faltaba para aspirar a la corona continental.

En sus dos primeras temporadas en el Benfica, la 1960/61 y 1961/62, el equipo portugués terminó ganando la Copa de Europa (a FC Barcelona y Real Madrid, respectivamente). En 1962, Guttmann afrontaba su tercer año en la entidad. El húngaro pensaba que la tercera temporada era la más difícil para un entrenador. Por ello, durante el verano pidió un aumento de sueldo. Las negociaciones entre técnico y directiva no llegaron a buen puerto, hubo mucha tensión y el club decidió destituir a Bela Guttmann. Tras su marcha, el húngaro profirió la ya histórica frase de “sin mí, el Benfica no volverá a ganar una copa europea”.

Esta leyenda comenzó a tener sus efectos en ese mismo 1962, a finales de año, en la disputa de la Intercontinental que se llevó el Santos de Pelé, aunque no se quiso dar mayor importancia a la frase de Guttmann. Al fin y al cabo, la Intercontinental no era una competición europea y, por supuesto, ¿quién iba a creer esa amenaza cuando se tenía un equipo tan potente?

En 1963 el Benfica perdió la final de la Copa de Europa en Wembley contra el Milan, por 2-1 y solo dos años después, perdió en el Giuseppe Meazza 1-0 la final de la máxima competición europea frente al Inter de Milan.

En 1968 los portugueses regresaron a Wembley para disputar una nueva final de la Copa de Europa. Esta vez, el Benfica tenía como rival al Manchester United. Tras llegar con 1-1 al término de los 90 minutos, la victoria fue para el club inglés por 4-1.

En la temporada 1982/83 el Benfica llegó a otra final. Una más. En esta ocasión era una final de la Copa de la UEFA. El rival era el Anderlecht belga. El 1-0 en Heysel y el empate a un gol con el que terminó el partido en el estadio La Luz hizo que el Benfica perdiera su cuarta final europea consecutiva.

En 1988 llegó una nueva oportunidad. Esta vez, la final de Copa de Europa enfrentaba en Stuttgart a PSV Eindhoven y Benfica. Una vez más, el equipo lisboeta cayó derrotado. 0-0 en los 120 minutos de juego y 6-5 en la tanda de penaltis, tras el fallo de Veloso, amplió la leyenda de la maldición de Bella Guttmann.

En 1990 el Benfica llegó a una nueva final, la última en Copa de Europa hasta el momento. La final se disputaría en el Prater vienés. Como el Benfica iba a visitar Viena, donde está la tumba de Bela Guttmann, al club se le ocurrió poner punto y final a la maldición. Una delegación lisboeta encabezada por Eusebio hizo una ofrenda floral en la tumba del húngaro y rezó antes de la disputa de la final en la que las águilas iban a volver a verse las caras con el Milan. Rijkaard marcó el gol que le daba el título al equipo italiano, que dejaba la preocupante estadística de seis finales perdidas en otras tantas disputadas por el Benfica desde que se despidió a Bela Guttmann (sin contar la derrota en la Copa Intercontinental).

El 15 de mayo de 2013, en el Amsterdam Arena, la historia se ha vuelto a repetir. En esta ocasión, el título en juego era el de la Europa League y el rival, el Chelsea. Veintitrés años después de su última final, los lisboetas han visto como un gol de Ivanovic en el minuto 93 les ha vuelto a recordar que aún quedan 49 años para que el Benfica vuelva a ganar un título europeo.