Visitaba  el Alavés al colista tras cuatro partidos sin encajar gol y cinco sin perder. Repetía Alberto el mismo once que contra el Zaragoza, mismo dibujo que maravilló la semana anterior a Mendizorrotza en aquel inolvidable 4-0. Y llegaba el Sabadell casi deshauciado, ocho jornadas sin ganar, con Mandiá en el banquillo, desesperados. Desesperados sí, pero con hambre. Mucha más de la que mostraron los babazorros y eso hoy en día en Segunda División es dar demasiada ventaja.

Y es que no es fácil administrar un 4-0 en fútbol. Ya le sucedió al Glorioso hace un año, mismo escenario, con un grandisimo Viguera, con Mandiá esta vez en el banquillo visitante. Aquel fue un 0-4, todavía peor, ante un blandísimo Sabadell y en un partido con pleno acierto de cara a puerta. No volvió a levantar cabeza aquel Alavés de Mandiá. Se suelen olvidar los equipos de que los puntos se van sumando a través del hambre, a base de contrarrestar con intensidad la falta de calidad. Y de ello se aprovechó el Sabadell de Aníbal y de Collantes.

Comienzo plano, peligro por bandas y Aníbal

Salía el Alavés con el centro del campo de calidad, aquel que pide parte de la grada, Juanma y Rafa García, con la idea de controlar el partido. Todo esto pensando en que el Sabadell lo iba a permitir, claro. Pero el Sabadell se jugaba la vida.

Y no es que los arlequinados salieran con todo. O quizás si, entendiendo con ello que ese todo son un menudo jugador, rápido, de desborde, un tal Collantes y el típico 9 alto, fajador, un tal Aníbal.

Desbordar por bandas y poner buenos centro. Fácil. El primero encontró un rematador exótico, Sotan Tanabe, al larguero. El segundo lo cazó un mexicano, de vuelta del Cruz Azul, el salvador Anibal Zurdo, gol.

Empate, reacción y Collantes

No hubo zafarrancho tras el descanso. Ni grandes cambios. Ya llegarán las ocasiones, parecía oirse en el banquillo visitante. Y no llegaron las ocasiones, pero llegó el gol. Un centro desde tres cuartos de campo de Unai Medina lo aprovechó un enrachado Toti para empatar el partido.

El gol dio paso al dominio babazorro. Antes había dejado Juanma su lugar a Sangalli: quitar teórico control de balón y empezar a controlarlo, así funciona esto. Las posesiones sin embargo eran infructuosas. El Alavés no conectó en ningún momento con Manu Barreiro primero y aún menos con Ion Vélez después.

Parecía conseguido un nuevo empate fuera de casa y la sexta jornada sin conocer la derrota para el Alavés. O la novena jornada sin saborear la victoria para los catalanes. Desesperación. Pero apareció de nuevo el hambre. Collantes. Un libre indirecto que se preveía acabaría en centro cogió camino de la portería, botó superado el punto de penalti y acabó sorprendiendo a Manu Fernández.

Hubo tiempo para poco más, quizás para evidenciar la falta de reacción de los albiazules y para que entrara Juli sustituyendo a Toribio. Pensando ya en la UD Llagostera, se parecía justificar. Y espera el hincha que así sea, que se digiera por fin el 4-0 al Zaragoza y que vuelva el hambre a los babazorros.