Diego Costa y Courtois dan la victoria al Atlético de Madrid en San Siro

Un solitario gol del delantero hispano-brasileño otorga ventaja a los rojiblancos en la eliminatoria. El Milan remató dos veces al larguero y Courtois, con una excelsa intervención en la primera mitad, salvó a su equipo.

Diego Costa y Courtois dan la victoria al Atlético de Madrid en San Siro
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Por Pablo Miranda

No fue el partido más brillante del Atlético de Madrid, pero logró vencer en San Siro. Y eso es lo que cuenta cuando compites en la mayor competición de clubes del mundo. Los rojiblancos doblegaron a un buen Milan, que hizo honor a su nombre y a su historia, pero que se topó con un salvador Courtois y con la madera.

Al principio de la película, el guión previsto duró lo poco que tardó el Milan en recordar las siete Champions que brillan en sus pobladas vitrinas. O dicho de otra forma: los jugadores lombardos cumplieron la labor que Seedorf les había encomendado; pocos balones en posesión de Essien y De Jong, juego por bandas y rezar para que Balotelli y Taarabt no estuvieran apáticos.

Incomprensiblemente, el Atlético de Madrid perdió la batalla en el centro del campo durante la primera parte. Casi sin quererlo, el Milan se plantaba con pasmosa facilidad en el área rojiblanca. Así llegó el primer aviso: combinación entre Kaká y Taarabt que el brasileño finaliza con disparo al larguero. Disparo suena demasiado vulgar si observamos la sutileza del golpeo de Ricardo.

San Siro creció a la par que su equipo. El flamante estadio italiano derritió al cubo de hielo más frío: Taarabt. El atacante, con la inestimable ayuda de De Sciglio, primero, y Abate, después, metió en apuros una y otra vez a Insua, que se marcho amonestado al descanso. 

Apenas traspasado el cuarto de hora, Courtois se puso la careta de hombre milagroso y salvó un gol (porque era gol) de Poli, que remató un excelente envío de Taarabt. El Milan era superior y el Atlético de Madrid estaba siendo arrollado. Simeone, consciente de ello, movía la cabeza y sacudía los brazos: el rival jugaba con espacios y su mediocampo estaba atascado, justo lo que pretendía evitar. 

Los ataques del Atlético de Madrid se podían contar con los dedos de una mano. Cada uno era una repetición del anterior: centro lateral, por bajo o alto, que fracasaba. Abbiati apenas tuvo que intervenir en un par de ocasiones. 

Los rojiblancos cometían demasiadas faltas, algunas inútiles, pues los ataques del Milan se sucedían sin parar. El último gran susto antes del descanso lo protagonizó Kaká, que lanzó un esférico similar al del tiro al travesaño pero peor dirigido. 

Courtois, una vez más, volvió a salvar a los rojiblancos La más que probable arenga de Simeone en el intermedio no surtió ningún efecto en sus futbolistas. Los colchoneros continuaban anárquicos, sin ningún orden, sin ningún cerebro que destacara por encima del resto. El Milan no cometía fallos, se replegaba bien en 4-4-2 e intentaba salir con espacios. A veces con éxito y a veces no, pero siempre lograba finalizar jugadas, ya fuera  mediante un disparo desde el balcón del área (Kaká), jugada a balón parado o segunda oportunidad. 

El Atlético de Madrid no se parecía en nada al Atlético de Madrid del Cholo: se encontraba desorganizado y sin paciencia para atacar. Simeone se dispuso a buscar soluciones en el banquillo: se marchó Arda y entró Cebolla Rodríguez; menos técnica a cambio de más verticalidad. 

Los cambios y el premio

Agotado físicamente, Balotelli se retiró del césped y en su lugar Seedorf introdujo a Pazzini. Acto seguido, Adrián saltó al campo por Raúl García, que segundos antes había disparado alto un pase raso de Juanfran, poco activo durante la noche. El Milan se deshinchó levemente y el Atlético de Madrid trató de aprovecharlo llevando, esta vez sí, la iniciativa. 

Y así llegó el gol: cumpliendo el plan inicial. Y, como no podía ser de otra manera, el tanto atlético fue fruto de una jugada a balón parado. Koke botó el balón desde el banderín, Abate lo peinó sin querer en el primer poste y Costa, que esperaba en el palo largo, remachó la pelota y traspasó la red. 

San Siro enmudeció y el Milan buscó algún tipo de reacción, pero sin éxito. Sólo un disparo lejanísimo de Rami inquietó a Courtois, que lo vio pasar a unos centímetros de su palo. Así murió el partido y quién sabe si la eliminatoria.