No ha sido posible para el Atlético de Madrid mantener el coliderato en El Sadar. Osasuna venció claramente (3-0) y asestó un gran golpe moral a un equipo que solo apareció en el último cuarto de hora y que estuvo completamente negado de cara a portería. Dejaron escapar el partido en los primeros veinte minutos con pasividad y poca intensidad. Su rival tiró de esfuerzo físico para controlar siempre la situación.

Malas sensaciones desde el inicio

Un partido decidido en los primeros veinte minutos

Desde el inicio se vieron muy malas sensaciones. Los rojiblancos no presionaban y no buscaban salidas rápidas. Sus rivales mordían en cada jugada, apretaban por cada balón y tomaban la posesión casi sin querer. Era la muestra clara de que la diferencia de intensidad era enorme. Lo único peligroso fue una volea de Diego Costa tras jugada de Filipe Luis que se fue desviado. Ahí se despidieron del partido.

Los navarros pasaron por encima. Solo cinco minutos tardó Cejudo en hacer el primero. Aprovechó un centro de córner muy pasado para rematar totalmente solo ante la salida de Courtois, el único atento pero que no pudo tapar (1-0). Acto seguido estuvo cerca de marcarse en propia meta Mario Suárez, que despejó hacia su portería un centro lateral. Sensaciones malas.

El Sadar se crecía. Jaleaban a los suyos, que seguían con máxima pelea. Buscaban sus opciones los madrileños, pero no eran capaces de sobrepasar la última línea de un equipo muy organizado. Diego Ribas probaba desde la frontal sin acierto. Tampoco lo hizo Armenteros, que nuevamente generó peligro en un pase a placer en un córner que no llegó a rematar. Acertó en la siguiente jugada, cuando Juanfran falló en un control, el argentino la recogió, preparó el guante y la mandó desde la frontal a la escuadra (2-0) sin opción a que llegara el portero. Partido casi perdido en veinte minutos.

Sentencia antes del descanso

Tocaba remar a los de Simeone, que estaban desganados, hundidos por un resultado que no están acostumbrados a ver. Faltaba chispa arriba y contundencia atrás. Tenían el balón pero no la profundidad. Costa, que apenas apareció, chutó desde la frontal una buena dejada de David Villa que se fue fuera. Todos los intentos llegaban desde lejos. Tenían delante un muro que se repartía perfectamente las marcas y lo daba todo.

Llegaban los últimos minutos y lo único que se veía era al equipo de Pamplona generar peligro en cada robo. Buscaban salidas rápidas e inquietaban a un equipo totalmente roto. Los de arriba no bajaban. Tanto fue así que a cuatro minutos del final, en una buena acción por banda y un centro tocado, Roberto Torres se adelantó a Toby Alderweireld para rematar de cabeza en el primer palo y asestar un nuevo golpe moral (3-0). Sin tiempo para una reacción, todo quedaba prácticamente resuelto al descanso.

Sin reacción

Arda cambió al equipo pero arriba no había claridad

No se vio cambio de actitud en el segundo tiempo. El Atlético de Madrid dio algo más, pero no lo suficiente. Seguían dormidos arriba, sin ideas, sin presión. No ponían en apuros la salida de balón y no eran capaces de generar espacios. Por banda faltó que entraran los laterales y por el centro se veían completamente atascados. No tenían más recursos.

El ‘Cholo’ movió banquillo y, además de la entrada de Koke por Mario en el regreso, introdujo a Arda Turan y Raúl García por Diego y Villa, dos hombres que apenas habían tocado el balón y que habían escatimado en esfuerzos. Impotentes de mandar los colchoneros, Cejudo dio un nuevo aviso desde fuera con un latigazo que se fue por poco. Pero Osasuna era muy superior por seriedad.

La relajación local no cambió el marcador

La entrada del turco colchonero permitió que al menos se acercaran, pero nada servía. No encontraban huecos. Sin embargo, Cejudo, en un balón larguísimo del portero, se encontró con una buena ocasión que mandó al lateral de la red, fallando nuevamente Godín y Alderweireld. Arda empezó a jugar con Raúl y generó dos ocasiones que detuvo bien Andrés Fernández, sin excesivos problemas.

Tras el ecuador de la segunda parte se creció el conjunto de la capital, que llegó cuatro veces casi consecutivas pero que estaba desesperado y fallaba continuamente. Tampoco eran opciones claras, pero se cegaban ellos mismos. No tenían el día. Y Osasuna, que veía con buenos ojos el resultado, guardaba los muebles y jugaba cómodamente. Koke y Alderweireld lo intentaron sobre la bocina, pero no fue suficiente para marcar y el Atlético de Madrid perdió claramente (3-0) en el Reyno de Navarra y con malas sensaciones.